La Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos se materializa en un documento que elabora periódicamente el Gobierno y envía al Congreso. En él se exponen las cuestiones relacionadas con la Seguridad Nacional que acucian a la sociedad norteamericana. Al contrario que la Estrategia General Militar, este documento tiene un contenido general y fundamentalmente orientativo; sus orígenes tuvieron lugar durante el segundo mandato de Ronald Reagan, con el Acta Goldwater-Nichols del 4 de octubre de 1986 donde se reorganizó profundamente el Departamento de Defensa.
En diciembre del 2017, con Donald Trump, se redactó el decimoséptimo documento sobre la Estrategia de Seguridad Nacional, marcadamente influido por su programa para “Hacer América Grande otra vez”. Es importante que el lector en lengua española conozca de primera mano algunos contenidos y se pregunte por qué sus mandatarios no hablan este lenguaje y son hostiles a él.
Trump mantiene un enfoque fundamentado en el refuerzo del Estado-Nación, muy alejado de las concepciones globalistas de su predecesor
El proyecto descansa en cuatro pilares. El primero, proteger al pueblo norteamericano, su territorio y su modo de vida. El segundo, promover la prosperidad del país. El tercero, preservar la paz en el mundo mediante la fortaleza, no la debilidad. El cuarto, incrementar la influencia norteamericana en el concierto de las naciones. Trump mantiene un enfoque fundamentado en el refuerzo del Estado-Nación, muy alejado de la concepción de globalización de su predecesor y del internacionalismo izquierdista. Lo mismo hacen otros líderes de grandes potencias (Rusia, India, China, Israel…) colocando la seguridad, los intereses y el bienestar de sus compatriotas en primera linea.
Una débil Unión Europea
Esto marca una gran diferencia con la frágil Unión Europea y su actual y oficiosa “paloma mensajera”: el Papa Francisco. Poco se puede esperar de una Europa carente de ideas claras sobre su propia constitución política y sin Fuerzas Armadas que permitan articular, afirmando el propio papel geopolitico, un horizonte de decisión coherente con los escenarios del mundo multipolar actual. El multiculturalismo impuesto desde arriba y la sociedad de la vigilancia no son suficientes.
En EEUU, los objetivos declarados son reconstruir el Ejército, defender las fronteras (“buenas vallas hacen buenos vecinos”), proteger la soberanía y potenciar los valores vigentes desde 1776. El documento nombra, sin ambigüedades, al régimen totalitario norcoreano y a la dictadura teocrática iraní como enemigos; ambos en trance de hacer viable el uso de armas nucleares de destrucción masiva.
La errónea política de apaciguamiento con Irán ha dejado como herencia un mundo más inseguro
Recordemos que Barack Obama, cuyo desprestigio crecerá a medida que se conozcan muchas decisiones tomadas en su Administración, llevó a cabo, entre otros fiascos, las fallidas «primaveras árabes»; influyó también con su torpeza en el deslizamiento de una Turquía reislamizada hacia la órbita rusa y en el “cambio de régimen” de Ucrania. Este último ha llevado, junto con la pésimamente gestionada cuestión siria, a un enfrentamiento declarado con Rusia. La errónea política de apaciguamiento con Irán ha dejado como herencia un mundo más inseguro que requiere, como afirma el nuevo Presidente, una renovación del liderazgo norteamericano. En estos primeros doce meses de Presidencia se han dado pasos de gigante en la lucha contra el terrorismo yihadista, como la aniquilación de la base territorial y la cabeza rectora del grotesco Califato: el Dáesh.
Otro punto importante es el fortalecimiento de las fronteras y la reforma del sistema de inmigración. La inmigración ilegal genera graves cargas para la economía, daña a los trabajadores norteamericanos, plantea graves problemas de salud pública y enriquece a las mafias. En lo relativo a la economía, trata de rejuvenecerla incentivando relaciones económicas basadas en la reciprocidad e impidiendo prácticas mercantilistas. La intervención excesiva en la vida económica había reducido el crecimiento y la creación de empleo; la abundante regulación y los elevados impuestos incentivaron el éxodo de muchas corporaciones a Ultramar pues dejaban en desventaja las empresas norteamericanas frente a sus competidores extranjeros. Y el excesivo peso dado al medioambientalismo impidió el desarrollo de proyectos energéticos valiosos.
China y Rusia como amenazas
En relación al espacio ultraterrestre, el documento hace hincapié en la exploración del sistema solar y en la toma de medidas adecuadas contra la guerra asimétrica que plantean los dispositivos anti-satélites. También apuesta por el crecimiento económico y por el bienestar de las poblaciones, no por la imposición subrepticia de un colectivismo distópico en nombre de abyectas fantasías como el “cambio climático” (ni se menciona) o el multiculturalismo nivelador.
China y Rusia ponen en riesgo el poder norteamericano, sus intereses y su influencia, tratando de erosionar la seguridad y la prosperidad de los Estados Unidos
El Ejército requiere reformas y esta será una cuestión prioritaria. Su misión no consistirá sólo en detener o disuadir sino también, cuando sea preciso, en combatir y vencer. China y Rusia ponen en riesgo el poder norteamericano, sus intereses y su influencia, tratando de erosionar la seguridad y la prosperidad de los Estados Unidos y sus aliados. Estos competidores estratégicos, en trance de convertirse en enemigos de facto, obligan a EEUU a repensar sus políticas de las dos últimas décadas, basadas en el supuesto, ya refutado por los hechos, de que la inserción de los antiguos adversarios en las instituciones internacionales o el comercio global les convertiría automáticamente en actores benignos o competidores fiables.
Tanto China como Rusia buscan rehacer el mundo en función de valores antitéticos a la libertad y la democracia. China busca desplazar a Estados Unidos en el Pacífico, expandiendo su modelo económico estatista y reestructurando el orden geopolítico de la zona. Rusia pretende recuperar su estatuto de gran potencia estableciendo zonas de influencia junto a sus fronteras: Europa está en su punto de mira.
Tanto China como Rusia buscan rehacer el mundo en función de valores antitéticos a la libertad y la democracia
Conforme se incrementaban las amenazas, EEUU cometió la imprudencia de recortar el tamaño de sus fuerzas armadas hasta niveles similares a los de los años cuarenta. Ahora queda claro que la tecnología no puede suplantar esta deficiencia, que las guerras no serán forzosamente ganadas con rapidez y pocas bajas, que debe vencerse sobre el terreno y consolidar las victorias. La Estrategia de Seguridad Nacional propone un sistema de defensa antimisiles y la neutralización de las amenazas terroristas in situ, antes de que puedan acceder a las fronteras del país.
Se ha comparado la actual situación internacional con la que precedió al desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial y hay razones de peso para pensar en el estallido inminente de un conflicto de amplias proporciones. Un enfrentamiento que esta vez no tendrá como actores principales a naciones o imperios, sino a civilizaciones. Por ello, EEUU propone a los aliados europeos un crecimiento del gasto militar de hasta el 2% del Presupuesto; una Europa fuerte es de vital importancia para los Estados Unidos.
El siglo XXI vivirá con intensidad, muy posiblemente letal, los dilemas provocados por la emergencia de las Inteligencias Artificiales
El documento llama la atención sobre los intentos rusos de minar las relaciones trasatlánticas mediante técnicas de agitación y propaganda: «Los riesgos para la Seguridad Nacional crecerán conforme nuestros competidores integren la información que se derive, tanto de fuentes comerciales o personales, como de la procedente del campo estricto de Inteligencia mediante las capacidades analíticas que hacen posible las Inteligencias Artificiales».
Paulino Garagorri, señaló en 1978 algo aplicable a la situación actual: «La vida humana ha experimentado en los recientes decenios la más acelerada transformación a la que jamás se vio sometida. Los acontecimientos de la política—su acentuada inestabilidad, su carácter irresolutivo—expresan esta profunda conmoción. Pero la ineficacia de las instituciones tradicionales para encauzar los inéditos problemas que plantea el presente histórico, tenía que conducir al desbordamiento de la política. Y como forzosa consecuencia de esta crisis, la cultura y aun la ciencia más ‘pura’ se hallan no sólo condicionadas sino infectadas por el politicismo».
Y es que el siglo XXI vivirá con intensidad, muy posiblemente letal, los dilemas provocados por la emergencia de las Inteligencias Artificiales junto con el papel creciente de la Robótica en todas las áreas. Precisas, y a la vez ambiguas, las palabras proféticas de Nostradamus: Un gran vacío vendrá / a causa de una cabeza desvariada / un gran delirio se impondrá /al pueblo.
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