Rafael Aita es ingeniero industrial por la Universidad de Lima, docente de la Escuela de Negocios y la Escuela de Ingeniería en la Universidad de Lima e investigador del Instituto de Investigación Científica, y autor de dos novelas históricas, ‘El secreto del último inca’ (2018) y ‘El estratega del imperio’ (2020). También es administrador de la página web de difusión histórica y cultural Capitán Perú. Su último libro ‘Los Incas Hispanos’, que está presentando en diversas ciudades españolas con la Asociación Héroes de Cavite, nace para “hacer frente a la Leyenda Negra”.

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¿Qué es ‘Los Incas Hispanos’?

Es un rescate de 300 años de historia andina. La historia de los Incas que ha quedado olvidada y relegada, y que no ha sido contada para darle espacio a un mito, a una leyenda, a una falacia, que dice  que en la conquista los Incas fueron exterminados o, en el mejor de los casos, fueron esclavizados, oprimidos o se convirtieron en siervos. La realidad que nos muestra la evidencia histórica es que los Incas, los descendientes de los Incas, no sólo sobrevivieron a la conquista, sino que además la Corona Española les entregó títulos nobiliarios con escudos, les mantuvo sus tierras, palacios y privilegios, e  incluso tuvieron una pequeña corte. Vivieron como cualquier otro noble de Europa. Estudiaron educación europea en los mejores colegios, pero respetando sus raíces andinas. Eran reconocidos como Incas, hablaban quechua, pero al mismo tiempo español y latín. Montaban a caballo, les gustaba la música clásica y eran católicos. Por eso el título del libro: Los Incas hispanos.

La mala imagen es algo general en toda Hispanoamérica y eso ha dado pie a muchas corrientes ideológicas indigenistas o progresistas que ven como enemigo tanto al Imperio, que es lo que representaba España en América, como a la religión católica

Sucede lo mismo con los aztecas muchos de los nobles del imperio azteca se convirtieron en nobles de la Corona Española.

Claro, porque eso era una política general que se aplicó en los virreinatos. Y estos descendientes son elevados al nivel incluso de las más altas casas de España y unieron su sangre con ellas. Tenemos el ejemplo del matrimonio de Beatriz Coya, hija de Sayri Túpac y por lo tanto descendiente del Inca Huayna Cápac, con Martín García de Loyola, sobrino-nieto de San Ignacio de Loyola. Su hija, Ana Lorenza de Loyola Inca, se casó con Juan Enríquez de Borja, de la casa Borja de San Francisco de Borja y del Papa Borgia, y a su vez descendiente de los reyes de Castilla y Aragón de la casa de Trastámara. El hijo de ambos Juan Enríquez de Borja Loyola Inca descendía de los reyes de Castilla, de los reyes de Aragón, de dos Papas, de dos Santos y de los Incas.

Nada que ver con otras conquistas.

Dese luego que no. Imagine el nivel de integración que existió y que incluso les permitió estar al mismo nivel que cualquier otro noble en España.

El más conocido es Garcilaso de la Vega.

Sí, es el más conocido por ser también el padre de la literatura hispanoamericana. Sin embargo, no fue el único, no es un caso aislado y  hubo muchos más como él, como por ejemplo, Dionisio Inca Yupanqui. Otro descendiente Inca de Huayna Cápac que vino de niño a España porque su padre tuvo un destacado desempeño militar. Dionisio entra en la carrera naval y combate en Gibraltar contra los ingleses, en el norte de África y también en La Habana. Durante las invasiones napoleónicas será coronel de un regimiento de Dragones, y participará personalmente en las Cortes de Cádiz. A muchos esto les parece impensable, pero esto expresa el grado de integración y de respeto que hubo por los Incas en la propia España.

Los hincas hispanos

¿Cómo se vivía en el virreinato del Perú?

Si hablamos a partir del siglo XVI, lo que era la Audiencia de Lima, que corresponde al territorio del actual Perú, representaba el 33% de la economía de Sudamérica. Después de las reformas borbónicas bajo al 25 % y a partir de las independencias se redujo al 10%. El Perú era el centro económico, político, cultural y social de toda Sudamérica, e incluso potencia a nivel mundial porque su PIB estaba al nivel de la Inglaterra previa a la revolución industrial. Además, era el punto de paso de todas las rutas entre Filipinas y España. Así, podías ir a un mercado de Huancavelica y encontrar sedas de China, telas de Filipinas, productos de Flandes o de la misma España. Como si fuera un mercado internacional en el día de hoy.

Por algo se habla de la primera globalización.

Así es. Y otro ejemplo, la primera campaña de vacunación internacional,la expedición Balmis. Si revisamos la trayectoria de la vacuna contra la viruela, parte de España a  Nueva España y de ahí pasa al Perú, para acabar llegando a Filipinas. Allí Balmis se entera de que hay un brote de viruela en China y pide permiso al rey para extender la campaña de vacunación. El permiso le es concedido y lleva la vacuna a la misma China. Doscientos años después, con la pandemia, los papeles se han invertido y hemos sido nosotros los que hemos tenido que esperar a que nos llegara la vacuna de China.

Una idea muy extendida es que cuando se producen las guerras de independencia, el  pueblo llano está con los revolucionarios mientras que sólo los poderosos defienden a España. Lo cierto es exactamente lo contrario.

En el Perú se nos dice que en las batallas de Junín y Ayacucho se derrotó al ejército español. Pero cuando ves la procedencia de las tropas en Ayacucho encuentras que de 6.000 soldados había 500 españoles. El resto eran cusqueños, arequipeños, ayacuchanos y alto-peruanos. Y precisamente fueron los últimos en apoyar hasta el final al rey de España. Y obviamente, detrás de ellos había curacas y descendientes Incas. Por eso, la última capital del virreinato del Perú fue Cuzco, porque cuando San Martín entra en Lima en 1821, el virrey La Serna traslada la capital a Cuzco donde es recibido con honores por el alférez real del Inca, que era un descendiente Inca. El apoyo al rey de España se mantuvo hasta el final.

¿Qué significó el fin del virreinato?

Ya hemos visto las consecuencias económicas, pero los más afectados fueron los descendientes Incas porque eran los más “realistas”. Los criollos construyeron el Perú sin ellos y eso explica en parte la quiebra que hoy existe entre la costa y la sierra. Los títulos nobiliarios entregados por la Corona Española a los descendientes Incas no fueron reconocidos durante la República y, específicamente, cuando Simón Bolívar está en el Perú disuelve el alferazgo del Inca y les quita sus privilegios. Según el historiador Donato Amado, Bolívar también les arrebató sus propiedades. Así que fueron los más perjudicados por la independencia.

Antes mencionaba lo que se enseña en Perú de la batalla de Ayacucho. ¿Es muy mala la imagen de España en el Perú?

Sí. La mala imagen es algo general en toda Hispanoamérica y eso ha dado pie a muchas corrientes ideológicas indigenistas o progresistas que ven como enemigo tanto al Imperio, que es lo que representaba España en América, como a la religión católica. El Perú, a pesar de una fuerte presencia de la leyenda negra, sigue manteniéndose mayoritariamente católico, conservador y tradicionalista, y muchas agendas posmodernas no han conseguido entrar. Esto nos da que pensar que, aunque se niegue, la Hispanidad sigue estando presente.

En el Perú, desde el Estado, se vende leyenda negra y se dice que los españoles vinieron a saquear y a robar. Sin embargo, cada vez más gente busca conocer la historia real. Por ejemplo, un personaje que se está haciendo cada vez más popular es un general ayacuchano, Antonio Guachaca. Después de la batalla de Ayacucho, se negó a capitular y formó, con soldados indígenas, un bastión “realista” en Iquicha dentro de la República. Hay que rescatar la historia común de España y del Perú.


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