Nicolás Mayoraz es licenciado en Derecho por la Universidad Nacional de Rosario y tiene un Máster en Derecho por la Universidad Católica de Buenos Aires. Diputado provincial de Santa Fe por el Bloque Vida y Familia de 2019 a 2023, es diputado nacional de La Libertad Avanza desde diciembre de 2023.

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Se acaba de cumplir un año de la llegada al poder de Javier Milei y hay buenas noticias como el descenso de la inflación o la reducción de la pobreza. ¿Cómo valora este primer año de gobierno?

Cuando se mira todo logrado este año, uno no puede dejar de asombrarse en todos los sentidos. Javier Milei planteó una serie de metas y muchas se han logrado antes de lo planeado, por ejemplo, se logró reducir una inflación que estaba de camino de convertirse en una hiperinflación o reducir a cero el déficit fiscal que estaba en 14 puntos. Todas las variables macroeconómicas son muy positivas y se empiezan a ver signos de reactivación económica que eran imposibles de ver en nuestra crisis económica. Y lo más asombroso de todo esto es haberlo logrado en el marco de una debilidad política que, según los especialistas, nos iba a impedir llevar a cabo los cambios necesarios y nos iba a obligar a negociar todos nuestros objetivos. Lo cierto es que Javier Milei no negoció ninguno de los objetivos que se propuso y los pudo llevar adelante a pesar de que en el Congreso tenemos una representación ínfima. Históricamente, nunca el oficialismo tuvo tan poca representación parlamentaria, pero pudimos sacar las leyes más importantes.

Ha sido un muy buen año y espero que ese crecimiento económico mejore también el bolsillo de los argentinos, como en parte ya se está viendo, por ejemplo, con el crédito hipotecario, cuya demanda se ha disparado porque hacía diez años que no se concedían créditos para comprar una vivienda. Esto es una señal de la mejoría de la seguridad jurídica, la previsibilidad económica y la confianza de la gente en el plan del gobierno.

Milei prefiere decir una verdad incómoda a una mentira agradable. Decir la verdad a los argentinos, ¿ha sido una de las claves del éxito de este primer año de gobierno?

Sí, porque ese cambio en la forma de hacer política de Milei ha roto con todas las estructuras y todos los ‘opinologos’ que le decían cómo tenía que comportarse. Afortunadamente, el presidente no ha seguido sus consejos y desde que fue elegido diputado nacional siempre ha dicho lo que pensaba hacer, y no se puede encontrar ninguna opinión suya, incluso cuando era un columnista, en la que no hablará claro sobre la inflación y la cuota de responsabilidad de los políticos en ella; todo eso lo dijo siempre. Esa honestidad política de Javier Milei es muy valorada por la gente y, además, permite sobrellevar ese sacrificio que están haciendo todos los argentinos. Cambiar la forma de hacer política es muy importante y es parte de la batalla cultural.

Mencionaba la minoría parlamentaria de La Libertad Avanza. En octubre de 2025 se celebran elecciones para renovar la mitad del Congreso y un tercio del Senado. ¿Cuáles son sus expectativas?

Creo que vamos a tener la oportunidad de incorporar más senadores y diputados. Aspiramos a, por lo menos, doblar el numero de diputados y llegar a 80 representantes. Aún estaríamos lejos de conformar una mayoría, pero podemos convertirnos en la primera minoría y eso nos daría un margen distinto para manejarnos políticamente.

Javier Milei capta el enfado de la sociedad y muestra la mentira del relato del Estado presente, un negocio montado por la izquierda para vivir del Estado. Acabar con esto va a llevar tiempo. Es lo que Trump llama, “drenar el pantano”

¿Podría ponerse en peligro el cambio logrado hasta ahora si no se alcanzan esas expectativas?

No, no hay posibilidad de parar el cambio que representa Javier Milei. Estamos muy confiados en nuestras posibilidades y los cálculos de intención de voto son mayores que la imagen positiva del gobierno. La gente ha tomado conciencia de que este era el único camino posible y que el que mejor lo podía hacer era Javier Milei. Nuestro trabajo ahora es conseguir que su imagen se proyecte en los candidatos que presentamos a diputados y senadores en cada distrito; esa es la tarea formidable que ha hecho Karina Milei al armar una estructura partidaria que ya está consolidada, y un nombre, “La Libertad Avanza”, que es el sello que vamos a impulsar en las provincias. Vamos a alcanzar el objetivo y, si con 38 diputados hicimos lo que hicimos, con 70 u 80 haremos mucho más. Sobre todo, necesitamos músculo para seguir avanzando la batalla cultural, porque los aliados te pueden acompañar en materia económica, pero no tanto en la defensa de la vida, la libertad y la propiedad.

La llegada de Milei también ha servido para destapar un enorme entramado de activistas de izquierdas viviendo a costa del Estado. Y después de un año siguen saliendo casos realmente escandalosos.

Así es. Hace unos días la ministra de Desarrollo Social anunció el cierre de un organismo que tenía 1.300 empleados y era deficitario. Se gastaba más en pagar sueldos que la finalidad propia del presupuesto que era otorgar microcréditos a sectores de desarrollo, es decir, se crea un organismo solo para meter a 1.300 empleados y no conceder ningún crédito a nadie porque no te llega el dinero. Esta es la fotografía que refleja lo que es el progresismo y la izquierda: crear chiringuitos para vivir ellos, con títulos rimbombantes y objetivos loables para que nadie pueda oponerse, y que terminan siendo un lugar donde enchufar a amigos y activistas. Desmontar todo esto lleva tiempo por las resistencias que hay, pero se está haciendo.

Javier Milei en apenas una semana, con Sandra Pettovello como ministro, logró algo que nadie esperaba: cortar con los piquetes. Argentina tenía un promedio de cincuenta piquetes mensuales y sólo en Buenos Aires tenías uno o dos al día, con cortes de tráfico que hacían a la ciudad invivible. Eso se terminó con el protocolo antipiquetes, por la férrea decisión del presidente de no dejarse amedrentar por las denuncias y las protestas, y hoy se puede circular libremente por la ciudad, y esto es algo que la gente también valora. Los gerentes de la pobreza eran los que nutrían los piquetes de gente, porque descontaban dinero de las prestaciones sociales si los beneficiarios no participaban de los piquetes. Todo eso se terminó a las pocas semanas de que Javier Milei tomara el cargo de presidente, y todas las ayudas sociales se entregan directamente a los necesitados, por lo que no tienen que rendir pleitesía a los delincuentes que se aprovechaban de su dinero.

Estos ejemplos explican porque Argentina estaba sumida en una crisis permanente, es imposible no llevar un país a la pobreza con ese sistema.

Es imposible porque en esa dinámica el Estado va a crecer siempre y siempre van a inventar un nuevo derecho que hay que satisfacer o necesidades a las que hay que responder. Pero los primeros que señalaron que el rey estaba desnudo fueron los jóvenes, y fueron los primeros a los que Milei despertó. En Argentina se produjo un “clic” con la pandemia, cuando muchos se dieron cuenta de la cantidad de gente que vivía del Estado y que, aunque esa gente no fuera a trabajar, el Estado funcionaba igual. Las oficinas permanecieron cerradas después del confinamiento, porque los empleados estatales se negaban a atender a la gente por motivos de salud, y se mantuvieron así dos años.

Javier Milei capta el enfado de la sociedad y muestra la mentira del relato del Estado presente, un negocio montado por la izquierda para vivir del Estado. Acabar con esto va a llevar tiempo. Es lo que Trump llama, “drenar el pantano”, y todavía hay estructuras que frenan y paralizan nuestros esfuerzos. Sin embargo, creo que el impulso que tiene este gobierno después del primer año es más fuerte que el que tenía cuando arrancó, así que tenemos toda la energía para hacer los cambios que hay que hacer.

El indigenismo es una de las banderas de la izquierda en todo el continente y particularmente en Argentina, pero Javier Milei acaba de publicar un decreto contra las tierras comunales indígenas. ¿Este indigenismo es otro negocio más?

La política de Estado con relación a estos movimientos ha sido siempre de respeto a los derechos de los pueblos indígenas y sus descendientes, pero eso no permite un trato privilegiado, porque la Constitución argentina dice que no hay privilegios de sangre, y no puede haber distinciones raciales, religiosas o de ningún tipo. Sin embargo, lo que se encontró el gobierno fue una serie de chiringuitos donde el sesgo ideológico no era la pobreza, sino el origen étnico. Hay negocios de tierras enormes, con organizaciones pseudo mapuches que iban por delante de los anuncios de las exploraciones de pozos de petróleo y de gas, ocupaban esos terrenos y decían que eran sus tierras ancestrales. En realidad, es como un caso de especulación inmobiliaria, pero todo eso ha sido desmantelado y con la ayuda de la justicia se han desocupado territorios en el sur argentino que estaban copados por estos delincuentes, e incluso se dieron casos en los que cobraban peajes por atravesar las tierras ocupadas. Lo más curioso es que no ha habido grandes movilizaciones de protesta, lo que demuestra que son grupos minoritarios y que detrás de ellos no hay nada.

El otro gran logro de Javier Milei es su proyección internacional.

A mí me llena de orgullo ver que mi presidente ha puesto a Argentina en un lugar que antes no tenía y que ocupa un lugar entre los líderes más influyentes del mundo porque está marcando el camino a seguir. Fue al Foro de Davos y les habló del socialismo del siglo XXI y de lo que representan sus políticas, y luego fue a Naciones Unidas y denunció qué habían olvidado de sus objetivos primigenios. Plantarse frente a la Agenda 2030 y el wokismo, que están asfixiando a los pueblos e impidiendo su verdadero desarrollo, era necesario y, junto a presidentes como Donald Trump o Giorgia Meloni, está dando forma a una nueva corriente que se opone al globalismo. Globalismo no es lo mismo que globalización y, gracias a Javier Milei, cada vez más gente en Argentina es consciente de su significado; eso es una parte muy importante de la batalla cultural.

Hablando de la batalla cultural, usted participo en la cumbre organizada por la Political Network for Values en Madrid. ¿Qué importancia tiene la defensa de valores como la vida o la familia para La Libertad Avanza?

El derecho a la vida es fundamental dentro de la batalla cultural, porque sin ese derecho no existe ningún otro y de él derivan el derecho a la libertad o a la propiedad. La familia es la base de la organización social y es el modelo que hay que recuperar frente a la ingeniería social de la izquierda que busca individuos aislados y separados del núcleo familiar. Esos experimentos nunca han funcionado y tenemos que volver a la protección de la familia, que es el lugar donde se forma el ser humano, teje sus habilidades y recibe todo lo que necesita para desempeñarse con libertad e independencia en su vida adulta. Hay que hacer políticas profamilia y alentar a las parejas a casarse y tener hijos. De ahí la importancia de la economía, porque una economía sana ofrece estabilidad y anima a los jóvenes a formar una familia, mientras que una economía en crisis lleva a postergar esa decisión.

Hace unos meses entrevisté, junto con José Papparelli, a Marcelo Duclos y a Nicolás Márquez, autores de un libro sobre “la revolución que no vieron venir”. Márquez dijo que Milei es un milagro, ¿cree que Milei era el milagro que necesitaba Argentina?

Creo que es una buena palabra para definirlo, no en términos espirituales, pero sí coloquialmente. Milei llega a Argentina en un tiempo de crisis, la más profunda de los últimos cien años, en materia económica, pero también una crisis política, moral y social, con un 60% de pobres. Podría haber aparecido otro liderazgo que hubiera seguido la misma mentira, pero vendiendo ser capaz de solucionar los problemas y que, manteniendo lo de siempre, hubiera podido hacer algunos ajustes en lo económico. Sin embargo, aparece Milei, que defiende la bandera de la libertad y está convencido de ella. Sí, podríamos decir que fue un verdadero milagro.

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