Jeffrey Epstein, ‘madame’ de la élite política y económica de los Estados Unidos, ha aparecido colgado en su celda antes de que pudiese testificar en el juicio en su contra. Las circunstancias de su muerte alimentan la idea de que ha sido víctima de una conspiración. Pero lo más interesante del caso es cómo Epstein retrata al poder, su ideología, sus apoyos sociales, sus mecanismos.

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Jeffrey Epstein era profesor de matemáticas y física en Manhattan. Entre sus alumnas se encontraba la hija de Alan Greenberg, CEO de Bear Stearns. Epstein trabajó en el banco de inversión de 1976 a 1981, cuando la empresa le expulsó por violar la política de la empresa. Comenzó entonces una carrera en solitario que le convirtió en una de las grandes fortunas de los Estados Unidos.

En 2005, una mujer denunció a Epstein de conducir a su hija de 14 años, por medio de una chica mayor de edad, a su mansión. Allí le pagaron 300 dólares por verla desnuda. También proveía de favores sexuales a personalidades importantes, a las que grababa cuando realizaban actos sexuales. En 2006 le investigó el FBI, pero Alexander Acosta, entonces Fiscal del distrito sur de Florida, llegó a un “acuerdo de no persecución” que prácticamente le libraba de los crímenes de ámbito federal. Pero en 2008 Epstein se declaró culpable de traficar con menores de 18, y fue condenado a año y medio de prisión, pero a los tres meses y medio se le concedió estar fuera de la cárcel 12 horas al día, 6 días a la semana.

Jeffrey Epstein es la historia de la relación entre el poder y el dinero, entre los servidores públicos y los vicios privados

En los últimos años se han acumulado varias acusaciones en el mismo sentido, que son las que le han vuelto a conducir a la cárcel, donde ha fallecido. Todas las pruebas encontradas en su mansión podrían suponer más de un millón de folios.

Transhumanismo

Decía Chesterton que en cuanto la gente deja de creer en Dios, cree enseguida cualquier cosa. Un ejemplo de ello es el transhumanismo, una religión de la élite estadounidense, que entre otras cosas propone que puede haber un control científico de la evolución humana. Y que algunos privilegiados pueden acceder a la inmortalidad, merced a la ingeniería genética y a la inteligencia artificial.

El transhumanismo recupera las aspiraciones progresistas de realizar un programa eugenésico. Se habla mucho de “darwinismo social”, sin saber cuáles son las ideas darwinistas más extendidas. No se trata sólo de esperar a que la sociedad se auto limpie de inadaptados y seres inferiores, sino de controlar el proceso de forma científica y con el apoyo del poder político y sus ingentes recursos coactivos. El núcleo del darwinismo social es que el hombre, a diferencia del resto de animales, puede cambiar las condiciones de su propia evolución, y por esa vía puede conducir al progreso social y racial, que van de la mano.

En una visita a la Universidad de Harvard, Epstein mostró su disconformidad con que tantos programas estuviesen destinados a aliviar el hambre y los problemas de salud de la población más pobre, pues ello conduce a la superpoblación y al consumo de recursos. Steven Pinker le rebatió sus ideas, pero la respuesta que obtuvo el intelectual es la de ser “expulsado de la isla”, en referencia a un programa de televisión que tiene una réplica en España.

Epstein quería crear una “granja de niños” en la que él pudiese inseminar a 20 mujeres cada vez, según informa The New York Times. Se inspiró en el Banco de Elección Genética de Robert Klark Graham, otro entusiasta de la eugenesia, y que recogería esperma de grandes atletas y premios Nobel. Pero no hay evidencias de que pudiera llevar a cabo sus planes. También estaba interesado en la criogenia, y estaba interesado en que el frío conservase su cabeza y su pene.

Cadena de favores

Tenía una estrecha relación con Leslie Wexner, director de L Brands, que controla Victoria’s Secret. Epstein presumía de que él fichaba a modelos para la marca de lencería, aunque no cobraba ni tenía relación contractual alguna con la empresa, y lo utilizaba para capturar a las jóvenes. Maria Farmer, que trabajaba en la mansión de Epstein, preguntó por qué entraban tantas jovencitas, y le informaron que hacía castings para Victoria’s Secret. Aunque Wexner y Epstein cortaron la relación, Victoria’s Secret contaba con los servicios de la agencia de modelos MC2, que proveía también de escorts a hombres muy ricos, entre los que se encontraba Epstein.

Epstein pudo eliminar de su mansión todos los ordenadores antes de que la Policía la registrase. Pero se le han encontrado fotos de niñas desnudas. Maria Farmer dijo que entre las jóvenes que entraban en la mansión, algunas llevaban el uniforme del colegio.

Virginia Giuffre ha acusado a varias personalidades importantes de los Estados Unidos de haber contratado sus servicios por medio de Epstein. Es el caso de George Mitchell, exsenador, o de Bill Richardson, exgobernador de Nuevo México y una de las figuras más importantes del Partido Demócrata durante la pasada década. Giuffre también acusa de haber contratado a Epstein al Príncipe Andrew, a “otro príncipe”, a “un presidente extranjero”, quizás en referencia a Ehid Barak, que ha sido visto en varias ocasiones en la mansión de Epstein. Todos han rechazado estas acusaciones.

Pero donde apuntan todas las miradas es a Bill Clinton, conspicuo amigo de Epstein y a quien los documentos señalan como un visitante habitual de la “isla de pedofilia” propiedad de Epstein.

Una conspiración

No es cierto que todas las conspiraciones sean falsas por el simple hecho de que alguien las formule. Las conspiraciones existen, y si esta es una de ellas es algo que deberíamos conocer.

El 29 de julio, Jeffrey Epstein fue encontrado en su celda, tendido sobre el suelo, en posición fetal y con el rostro azul. Tenía marcas en el cuello. Se había intentado ahorcar, según parece, aunque según una información de The Washington Post, Epstein había denunciado a las autoridades que le habían intentado matar. Spencer Kuvin, que representa a tres de las personas que acusan a Epstein de tráfico sexual, dijo: “Yo pongo es cuestión si es de verdad un intento de suicidio”, en referencia al primero, “o si hay gente poderosa que, simplemente, no quiere que hable”.

Pese a estas circunstancias, y según The Washington Post, Epstein manteía un buen espíritu antes de su muerte, pero otras informaciones apuntan a un comportamiento muy extraño. Después del primer intento de suicidio, se condujo a Epstein a una celda de máxima seguridad en el Centro Correccional de Manhattan, con un protocolo anti suicidio.

Pero tres horas antes de que se encontrase su cadáver, se le retiró la custodia de los guardias que le controlaban. Con todo, teniendo en cuenta los elementos que hay en esas celdas, según un antiguo preso, es imposible que nadie se suicide. El techo está a más de dos metros y medio y no hay ningún elemento que permita acercarse a él. La ropa es de fuerza. La cama está anclada. No hay barrotes. No hay metal ni elementos duros. Y cada nueve minutos pasa un guardia por tu celda, estés o no en un protocolo anti suicidio. Su círculo más íntimo cree que ha sido asesinado. Si fuera así, no veo viable ocultarlo mucho tiempo. Por ejemplo, hay cámaras grabando a los internos, y esas imágenes (si no es falso que las cámaras fallaron justo cuando se suicidó), aclararán qué es lo que pasó.

Este segundo intento de suicidio llega un día después de que se hiciesen públicos 2.000 folios de la investigación, que detallan las acusaciones de prostitución de menores.

Lo interesante de todo ello es comprobar cómo se trazan relaciones entre el poder y el dinero, cómo los servidores públicos caen en vicios privados, cómo hay ideologías, e incluso religiones pensadas para los poderosos, y cómo reaccionan los poderosos cuando se ven amenazados.

Foto: Donald Martinez


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