Desde el año 1979, fecha en que regresa el ayatola Jomeini a Irán, este país viene de manera ininterrumpida identificando “Estado” con “Religión”. La forzada islamización de Irán, catalogada como “revolucionaria” por aquel desnortado Paul-Michel Foucault, ha conllevado un efecto terrible: reprimir cualquier reivindicación democrática. Ello explica los muchos estallidos de descontento de los iraníes.
A los niveles de corrupción que lastran el funcionamiento de sus instituciones se unen la precarización de sus infraestructuras, las bolsas de pobreza con tasas muy elevadas de desempleo. Solo en 2017, el paro golpeó hasta un 28% a los más jóvenes. Entretanto, y de puertas afuera, Irán destina enormes cantidades de recursos financieros a pagar las fiestas de su expansionismo bélico.
Con salidas naturales al Mar Caspio y al Golfo Pérsico, Irán ha logrado acceder estratégicamente a la franja mediterránea a través de Siria y Líbano, al tiempo que lucha en Yemen por llegar a los mares Arábigo y Rojo. Este ejercicio de fuerza no sorprende en absoluto, habida cuenta de que Irán interviene en Beirut (Líbano), tiene control en la capital de Siria, Damasco; está presente en la capital de Irak, Bagdad. Y ejerce influencia en la ciudad yemení de Saná. Todo lo cual es un éxito internacional y sin precedentes para los líderes de Irán.
Un secreto a voces
En Líbano, y mucho antes del estallido de la guerra civil siria (2011-), el ayatola Jomeini ya daba apoyo financiero y militar a la organización terrorista de Hezbolá. “Hezbolá”, que en árabe significa el “partido de Alá”, ha cercenado la libertad de culto de minorías libanesas integradas por judíos, por sunitas y cristiano-maronitas. Además, está desestabilizando, bajo batuta iraní, la estructura democrática del Estado libanés. Recuérdese el asesinato del ex Primer Ministro libanés, de nacionalidad saudí y de confesión suní, Rafik Hariri, y cuya autoría recae sobre Hezbolá.
En Siria, país limítrofe con Líbano, las autoridades de Irán llevan años manteniendo en el poder a Bashar al-Assad
En Siria, país limítrofe con Líbano, las autoridades de Irán llevan años manteniendo en el poder a Bashar al-Assad. ¿Cómo? Ayudando a mercenarios sirios pro al-Assad a luchar contra los sirios de origen kurdo que ni apoyan a chiíta al-Assad ni aplauden en Siria la continuidad de un régimen dictatorial, cualquiera que sea este.
Infiltrado Irán en Estados que padecen crisis institucional y/o están en fase de descomposición, a este país se le acusa de levantar fábricas de misiles en territorios limítrofes a Israel, como Líbano y Siria. No podía ser de otro modo, pues Irán que significa “tierra de arios” desea infringir daños a Israel. De ahí nace la agresión militar que sufrió meses atrás Israel y que provenía, desde suelo sirio, de la Guardia Revolucionaria iraní al-Quds, un cuerpo de élite que en su día fundó Jomeini.
Por otro lado, en Palestina Irán favorece a la Yihad Islámica Palestina, grupo que persigue con dinero iraní el fin de Israel. ¿Y qué decir de Hamas, rama palestina de los Hermanos Musulmanes, que mantiene abierto el conflicto con la autoridad palestina, en especial a partir del resultado de las elecciones del año 2006? La guerra civil (2006-2014) entre los partidarios de al-Fatah y los seguidores de Hamas condujo a la separación entre palestinos laicos de al-Fatah (Cisjordania) y palestinos islamistas de la franja de Gaza (Hamás).
Con concepciones distintas de la política parece no haber un punto de retorno. La ideología antisemita que define a los terroristas de “Hamás”, nombre que significa “fervor” religioso, es patrocinada por el feroz antisemitismo de la élite iraní que, no es casual, adora al Heidegger “nazi”. Por ello, y en contra del laicismo de al-Fatah, en los estatutos de Hamas se nombra en más de 100 ocasiones a “Alá”, junto al proyecto de destrucción de Israel. Léase el preámbulo de dichos estatutos.
Los musulmanes mueren a manos de musulmanes
A raíz del asesinato del tirano Gadafi († 2011), en Libia se han ido haciendo visibles las milicias ultrarreligiosas. De manera similar, una vez ejecutado el dictador Sadam Hussein († 2006), los habitantes de Irak verán cómo es despedazado su país, primero, por las guerras religiosas entre chiítas y sunitas. Luego, por el azote de los de Isis, brazo escindido de los Hermanos Musulmanes que ansía fundar un califato islámico “sirio-iraquí”.
Ante el caos imperante, Irak pasó a ser tutelada por Irán. En concreto a partir de 2013 cuando 30.000 soldados iraquíes huyeron en menos de 48 horas de los terroristas “sunitas” de Isis que, sufragados por el Estado de Catar, se acercaban a la ciudad de Mosul. Así, aprovechando el enorme desconcierto iraquí, el ejército iraní hizo su aparición en Irak rodeado por las fuerzas pro iraníes de Irak. Y gracias a su indiscutible hegemonía, Irán no ha tenido dificultad en atacar hace unos días la sede iraquí del Partido Democrático del Kurdistán Iraní.
Pero no nos olvidemos de Yemen. Hace años, egipcios y sauditas se enfrentaron en Yemen creando una larga guerra civil (1962-1970). Hace solo 36 meses batallan en Yemen Irán y Arabia Saudí. Y mientras los herederos de Jomeini proporcionan dinero y asistencia militar a los yemeníes hutíes, la monarquía saudí auxilia a su vez a los yemeníes wahabitas. El desenlace de esta nueva guerra civil (2015-) es impredecible. No lo es, en cambio, el cruel y ultrarreaccionario ideario que anima a las petrodictaduras a planificar hambrunas, con víctimas mayoritariamente musulmanas.
La escalada nuclear
Los cambios migratorios que arrastra la balcanización de Oriente Medio afectan de lleno al rumbo de los países europeos, influyendo en la percepción de (peligro de) la ciudadanía europea que da pábulo a partidos xenófobos. Y ante la política que promueve Irán en Oriente Medio, Arabia Saudita, su eterno rival, ha afirmado que Irán engaña a la comunidad internacional acerca del uso de la energía nuclear.
Los cambios migratorios que arrastra la balcanización de Oriente Medio afectan de lleno al rumbo de los países europeos
Desde luego, Arabia Saudita no es una hermanita de la caridad. De hecho, ha contribuido y contribuye a avivar el terrorismo de al-Qaeda en África, Europa, América… Y no está dispuesta a perder cotas de influjo sobre los destinos de Oriente Medio, tampoco a creer en los comunicados de la Organización de la Energía Atómica de Irán cuyo portavoz, Behrouz Kamalvandi, ya en 2014 aseguraba que su país iniciaba suspender los altos niveles de enriquecimiento de uranio. La monarquía alauita sospecha lo contrario. Y sentencia que va a construir plantas nucleares si Irán desarrolla la bomba nuclear.
En esta escalada de provocaciones, ¿será Arabia Saudita una futura nación nuclear o, por el contrario, será antes Irán la Corea del Norte de Oriente Medio? En cualquier caso, existen motivos para temer una conflagración mundial árabe y más cuando gran parte del arsenal armamentístico que alimenta los fuegos de estos avisperos es vendida por Rusia, China……… y por Occidente. Eso incluye no solo al Gobierno español que preside “el doctor” Pedro Sánchez, sino también a su ministra portavoz, la socialista Isabel, para quien las bombas vendidas a Oriente, como “son de alta precisión, no se van a equivocar matando yemeníes”.
Foto: Toa Heftiba