El humorista David Guapo (nombre artístico) tiene un gag en el que habla de las preguntas que le lanza la novia al volver de una fiesta con amigos: “¿Qué? ¡Qué horas son estas de venir!, ¿eh?”. Y dice: “Ni te pregunta ni te afirma, te pregufirma”. Hay que tener mucho cuidado con las pregufirmas, sí. Ahora las hay hasta en los libros de texto. El periodista Carmelo Jordá ha recogido un texto de la asignatura “valores éticos” de 4º de la ESO, editado por SM, que contiene las siguientes pregufirmas: “¿Es justo un modelo económico que no logra erradicar la pobreza de gran parte del mundo?”. Antes de que reprendamos al socialismo, la siguiente mezcla de afirmación y pregunta nos sitúa en la economía capitalista: “¿Favorece el modelo económico actual la distribución de la riqueza?”.

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Sigue: “¿Es posible que la riqueza de muchos individuos se consiga empobreciendo a otros? ¿Es el sistema económico capitalista compatible con el respeto universal de los derechos humanos? ¿Son compatibles el modo y el ritmo de producción actuales con la sostenibilidad del planeta?”.

No puedo dejar de preguntarme cómo se puede enseñar una ideología que ha conducido a decenas de millones de muertos en su nombre bajo la rúbrica “valores éticos”

Aunque las frases estén entre signos de interrogación, aunque formen parte de una supuesta invitación a la reflexión o al debate, muestran ya el camino que conduce a la condena de las economías libres, y al socialismo como forma de redención de nuestros pecados capitalistas. No puedo dejar de preguntarme cómo se puede enseñar una ideología que ha conducido a decenas de millones de muertos en su nombre bajo la rúbrica “valores éticos”.

El texto es actual. No forma parte, por tanto, de los nuevos libros que responden a las exigencias ideológicas de la Ley Celaá, que son las de siempre, pero ahora adaptadas a las exigencias intelectuales del sanchismo.

A estos nuevos libros se refiere la polémica que, otra vez, lleva el nombre de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha anunciado que presentará un recurso ante el Tribunal Supremo contra el currículo de Bachillerato que ha elaborado el Ministerio de Educación, del que cuelgan una serie de publicaciones que pronto envenenarán las mentes de decenas de miles de púberes.

Una noticia de Libertad Digital recoge uno de los nuevos manuales, con estas palabras: “Entre las aportaciones que cree que puede hacer la filosofía a la empresa destaca la ‘elaboración de códigos éticos’: ‘Cada vez es más evidente que las empresas deben dotarse de un código ético que oriente su actividad. La sociedad demanda comportamientos éticos a las empresas’. También habla de los ‘problemas éticos del desarrollo tecnológico’ que afectan, señala, ‘a la deshumanización del trabajo o a los riesgos que determinadas tecnologías entrañan para la salud y el medio natural’”.

Otro texto recoge esta idea: “Tiene sentido concebir a la humanidad como un virus para el planeta”. El lector sabe qué hay que hacer con los virus. Por el momento, estos libros forman parte de la vacuna.

Otra información del mismo medio recoge la opinión de varios filósofos sobre los nuevos textos. Al parecer no ven con buenos ojos que lo que tengamos que aprender de Platón es si era un machista o no. Para el lector de hoy es fácil llegar a esa conclusión con sólo leer los deliciosos diálogos de El banquete, en los que hace ver que los hombres pueden aspirar a un amor completo, que anteponga los valores más elevados sobre las recompensas de la carne, si lo buscan en otros hombres. Conclusión que, a la luz de los cánones woke de hoy, resulta ambivalente.

En cualquier caso, el Julián Marías y el resto de manuales de historia de la filosofía no nos sirven ya, porque nos ocultan lo único que satisface las inquietudes que nos presta el Gobierno de Sánchez. Como la de saber si la vida personal de los filósofos es asumible según las nuevas exigencias éticas.

Los textos sobre filosofía se escriben con la vocación de caer en el anacronismo. ¿Qué importancia puede tener ello cuando los de historia prescinden de las exposiciones cronológicas? Es lógico. La cronología sugiere una cierta relación entre hechos independiente de las exigencias ideológicas del Gobierno.

El gobierno regional de Díaz Ayuso quiere impedir que la historia de la manipulación ideológica de la educación se repita como farsa. Bien está. Hubiera agradecido que su partido hubiera hecho algo más durante los años que estuvo en el Gobierno, pero ¿qué podemos esperar del Partido Popular?

Esta manía por programar cabecitas tiernas ha llegado a la izquierda desde John Locke. El inglés formuló la teoría de que todo pensamiento procede de una sensación anterior. La mente es como una tabla rasa, sobre la que van dejando sus muescas la percepción de lo que nos rodea. Helvetius extrajo el corolario de que, si esa era la situación, podríamos programar los pensamientos de las personas por medio de la educación. Si creamos hombres nuevos, ¿no podríamos crear una nueva sociedad?

Rousseau, por su parte, pensaba que el hombre es un ser prístino, límpido de corrupciones y pecados, y que decae en contacto con la civilización. Esto ha llevado a muchos a repudiar lo que hay y sustituirlo por una ensoñación.

Y ahí seguimos, con un sistema educativo que aplasta a la persona, al individuo, en el que sólo ve una palanca para la transformación social. Una transformación que es necesaria, perentoria, porque la civilización se nos hace muy pesada. Viejas ideas que nos siguen amargando la vida.

Foto: Marco Bianchetti.


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