Dmytro Zhluktenko es un ex ingeniero de software de 25 años que trabajó para Airbus y Boeing. Con el inicio de la invasión, Zhluktenko creo el fondo “Dzyga’s Paw” para ayudar al ejército, una iniciativa que creció rápidamente y se convirtió en una organización benéfica capaz de recaudar 100.000 dólares al mes y con un profundo impacto en el campo de batalla. Zhluktenko se casó en julio y posteriormente se alistó en el ejército ucraniano, compartiendo en redes sociales algunas de sus experiencias en el campo de instrucción. En esta entrevista hablamos de su motivación y su entrenamiento.

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Antes de alistarse, se dedicaba a conseguir fondos para apoyar al ejército ucraniano.

Sí, mi rol anterior fue la de recaudar apoyos para Ucrania. En 2022, cuando empezó la invasión, comencé a hacer muchas publicaciones en ingles en las redes sociales y empecé a donar mi dinero para ayudar a amigos que estaban combatiendo en el frente. Esto impresionó a mucha gente, que me pidió ayuda para hacer lo mismo. Así que empezó como algo personal y luego pude montarlo de un modo institucional, con una organización benéfica que hasta el momento ha conseguido tres millones de dólares en equipo tecnológico para el frente; un dinero recaudado en sesenta y cinco países, especialmente en Estados Unidos, Europa y Japón.

Este no es un conflicto local, es algo mucho más grande que hasta ahora está siendo contenido por los defensores de Ucrania. Si no mantenemos el frente, la guerra se acercará más y más, a Dnipro, a Kharkiv, a Kyiv, a Lviv, y finalmente a Varsovia

Era una labor muy importante, pero ha decidido servir en el ejército, ¿por qué?

Sí, y lo cierto es que no estaba obligado a hacerlo porque gracias a la organización que he creado estaba legalmente exento de prestar el servicio militar. El ministerio de Defensa concluyó que mi organización y otras veintiuna similares tenían una importancia crítica para la defensa de Ucrania, por lo que tanto yo como algunos de mis empleados no estamos obligados al servicio militar, pero decidí unirme a la lucha. He dejado resueltos mis asuntos y me he alistado en las fuerzas armadas porque creo que es la única fuerza capaz de detener la ideología rusa que están intentando imponer en Ucrania. He vivido esto desde 2014 y estoy profundamente tocado por toda esta guerra que me ha dejado muchas cicatrices: He perdido muchos amigos; he visto a amigos que han quedado mutilados; he visto lo que les ocurre a las ciudades cuando caen bajo la ocupación rusa y sé que, del mismo modo que han privado de libertad a los ucranianos en las zonas ocupadas, lo mismo nos pasará a nosotros. Para abreviar, no quiero ser ruso, quiero tener libertad, quiero tener autodeterminación, poder creer y decir lo que quiero, y no ser reclutado un día en una fuerza invasora que marche sobre Varsovia o cualquier otro lugar.

Se ha casado hace muy poco. Entiendo que su mujer le apoya en esta decisión.

Absolutamente. Hemos hablado de esta decisión durante mucho tiempo. Aun así, no ha sido fácil, pero soy yo quien debe luchar por ella. Por supuesto, mentalmente es difícil para ella ver que arriesgo mi vida y que estoy lejos; supongo que ese es el duro destino de las esposas de los soldados.

La libertad no es gratis. Cuando la guerra empezó en 2014 yo era un adolescente y no era capaz de entender todo lo que estaba pasando. Leí libros, empecé a comprender lo que significaba quitar la libertad a la gente y vi como convertían las zonas ocupadas en un estercolero, así que entendí que no quería la ocupación rusa. Cuando ves lugares como Bakhmut, totalmente devastados, entiendes que se necesitarán muchos años para reconstruirlo todo, pero lo peor no es el daño a las infraestructuras o los edificios. He conocido a personas del este de Ucrania, gente que tenía una vida que les ha sido arrebatada por completo, y que también han perdido la libertad.

En sus redes sociales publicaba que ya ha completado su instrucción militar básica. Hábleme de cómo ha sido esa formación.

Ha sido rápida, poco más de un mes, y me hubiera gustado que fuese más tiempo, pero ha sido una buena formación. En total, antes de ser enviado al frente, voy a tener tres meses de instrucción. Los rusos cuentan con recursos baratos, gente barata, incluso presos, y no se preocupan en absoluto por sus vidas o preparación. En Ucrania no tenemos esos lujos y tenemos que preocuparnos por cada vida, en primer lugar, porque el valor de la vida humana es uno de nuestros valores mas preciados, y, en segundo lugar, desde un punto de vista práctico y militar, no tenemos tanta gente como Rusia. Por esa razón invertimos tanto en el entrenamiento de nuestros soldados. En el ejército ucraniano es ahora obligatorio recibir ese entrenamiento básico de infantería para todo el personal militar, incluso los que realizan trabajos burocráticos a 1.000 kilómetros del frente de batalla, y aprender a cavar trincheras, a disparar un arma, etc. De aquí al invierno, el plan es doblar ese período de instrucción, pasando de un mes a dos meses.

Sus instructores eran veteranos, alguno de ellos incluso había sido prisionero de guerra, y creo que han recibido adiestramiento para esa situación.

Sí, uno de nuestros instructores fue un marine hecho prisionero en Azovstal y pasó diez meses en cautividad, y sí, hemos recibido adiestramiento para ello. Tanto yo como mis hermanos de armas hemos visto muchas imágenes de los prisioneros de guerra y se nos han enseñado tácticas en caso de ser capturados, por ejemplo, para escapar de nuestros captores. Incluso hemos hablado de la psicología de los que te torturan, creo que reforzar la resistencia mental también es muy necesario.

Las imágenes de los prisioneros de guerra ucranianos intercambiados muestran en muchos casos torturas y e inanición, y también han aparecido videos de la ejecución de prisioneros por parte de los rusos. ¿Qué se le pasa por la cabeza cuando ve estas imágenes?

Sabemos que los rusos no respetan ningún tipo de convención y que los tratados son una ficción para ellos, y puedes pensar que es injusto que nosotros sí respetemos a los prisioneros y ellos no, pero al mismo tiempo es una cuestión de dignidad. En ningún momento de mi vida quise matar o disparar a otra persona, pero ahora estoy en el ejército y eso es lo que debo hacer. Sin embargo, nunca querría torturar a otra persona porque eso se llevaría parte de mi alma y mi dignidad. Honestamente, no tengo ningún respeto ni simpatía por los invasores, pero sé que cada prisionero de guerra ruso es probablemente un prisionero de guerra ucraniano liberado. Mi instructor me habló mucho de lo que vivió en cautividad y es aterrador, por eso nuestra prioridad es liberar a todos nuestros prisioneros de guerra de esas condiciones insoportables.

Lo cierto es que el ejército ucraniano se ha comportado de un modo muy distinto al ruso, como también hemos podido ver en la operación sobre Kursk y el trato a los civiles rusos. ¿Se insiste en el adiestramiento en comportarse como parte de un ejército “civilizado”?

Absolutamente. Hay disciplina, hay reglas y decisiones racionales que debemos seguir. Creo que el sentimiento generalizado de los soldados del ejército ucraniano es que es más beneficioso tomar prisioneros que asesinarlos. Y lo mismo se aplica con los civiles, ¿qué sentido tiene matar, violar o saquear a la población civil como hicieron los rusos cuando intentaron asaltar Kyiv en 2022? No tiene ningún sentido, y el ejército ucraniano no está haciendo nada de eso en la región de Kursk porque nos comportamos como un ejército civilizado, y un ejército civilizado no se dedica a abusar de los inocentes. Es otra situación de blanco y negro, pero de nuevo, aunque no tengo ninguna simpatía por los civiles rusos, no voy a perder mi dignidad.

¿Por qué está compartiendo su historia, su entrenamiento, en las redes sociales?

Porque creo que mi ejemplo es una prueba de que la narrativa rusa de que los ucranianos no quieren luchar y están siendo obligados a alistarse es falsa. Yo no tenía que luchar al estar exento, pero no puedo quedarme al margen al ver lo que los rusos le están haciendo a mi gente; no quiero que mi familia vea lo que les ocurre a sus ciudades; no quiero que mis amigos sigan escondiéndose en refugios por culpa de los misiles rusos; no quiero una estúpida guerra en la puerta de mi casa…

Y así es como funciona, si no mantenemos el frente en Donestk la guerra se acercará más y más, a Dnipro, a Kharkiv, a Kyiv, a Lviv, y finalmente a Varsovia. En 2022 estuvimos a un paso del desastre, por eso tenemos que contener al enemigo y salvar la soberanía de Ucrania. Si Ucrania es derrotada muchos como yo serán alistados forzosamente en el ejército ruso, como ocurrió con las poblaciones “liberadas” en el Donbás, y obligados a ir a una nueva guerra con soldados chechenos a la espalda para que no puedan retirarse. Este no es un conflicto local, es algo mucho más grande que hasta ahora está siendo contenido por los defensores de Ucrania.

Foto: Japheth Mast.

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