El diario El País desgrana para sus ilustrados lectores la última obra del Gobierno, historiador: lo que habrán de aprender los alumnos de Bachillerato del pasado de España.
Los méritos de la obra no se los podemos adjudicar al presidente. Pedro Sánchez ignora con progresista igualdad todas las disciplinas del saber. Ciencias, Letras, Artes, no hay pozo del conocimiento con el que se haya mojado. Todo el apetito que tiene por el poder se contrapone con una sed nula por el conocimiento. No leyó ni su propia tesis. Pablo Iglesias parece un gigante a su lado, como un garbanzo cabe a la semilla de una mostaza.
No. Desconozco quién es el muñidor de este enjuague, pero deja claras sus intenciones, si la información del diario El País es correcta, y yo no dudo que así sea. Pero antes de entrar en materia, creo que es preceptivo hacer dos consideraciones.
La asignatura de Historia también enseñará a los estudiantes a ser buenos anticapitalistas. Se les inoculará “una mirada crítica al progreso”. La historia que se enseñará se centrará en los dos últimos siglos, el último minuto de la gran Historia del hombre, en el que el capitalismo le ha salvado de su eterna condena a la pobreza
En primer lugar, el Gobierno historiador no actúa en el vacío. Le antecede el intento del New York Times de reescribir la historia de los Estados Unidos con la furia woke. 1619. El proyecto goza de mucha salud. El prestigio de la vieja dama y el dinero de otras fuentes están llevando a las escuelas públicas de los Estados Unidos una versión torticera del pasado, rabiosamente destructiva, que desprecia todo lo que pueda considerarse verdadera Historia, y que mira al pasado como quien juega al frontón: sólo para que la bola vuelva a la posición de salida, que es el presente.
En segundo lugar, es obligado recordar que el Gobierno tiene ya un proyecto de ley de memoria democrática, así llamado, cuyo objetivo es sustituir la labor de los historiadores por la de los ideólogos del PSOE.
El borrador no oculta que el objetivo es ideológico. El alumno estudiará “los mecanismos de dominación, control, subordinación y sumisión” de las mujeres. Una situación de inferioridad que habrían sufrido desde el origen de los tiempos y hasta las próximas elecciones, (cuando Sánchez instituya la igualdad entre hombres y mujeres), y sobre la cual no tendrían responsabilidad alguna. Eso ya se enseña en las escuelas, dentro y fuera del curriculum, y su éxito es relativo, al menos entre los niños.
La asignatura de Historia también enseñará a los estudiantes a ser buenos anticapitalistas. Se les inoculará “una mirada crítica al progreso”. La historia que se enseñará se centrará en los dos últimos siglos, el último minuto de la gran Historia del hombre, en el que el capitalismo le ha salvado de su eterna condena a la pobreza. En nuestras escuelas se enseñará que nada de ello es positivo, trucando pobreza por desigualdad, y bienestar por polución.
Como leer es cansado, y ver una peli es diver, el proyecto del Gobierno prevé diseminar la ideología del PSOE por medio del cine. Material no le va a faltar.
No voy a entrar en el capítulo de la II República, la Guerra Civil y el franquismo. Para qué. Lo interesante no es que el borrador diga que los elementos antidemocráticos sólo estaban del lado rebelde. Lo interesante es lo que se refiere al mismo ser de España.
Parece que el borrador sea parte del pago de Sánchez a los nacionalistas para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. El estudiante de 10 debe dejar el Bachillerato convencido de que en España hay un carajal de nacionalismos, no más válidos unos que otros, siempre que a la cola esté “el nacionalismo español” creado en el siglo XIX. Ese nacionalismo es el que explica las instituciones actuales; es el responsable de “la construcción del Estado nacional”. Junto a él, comparecen en el teatro estatal, ya que no nacional, los “nacionalismos y regionalismos subestatales”. La nación española no existe, es un invento de última hora impuesto a las identidades verdaderas, alojadas en tal o cual desgajo del territorio “estatal”.
Esta visión absurda del pasado de España es difícil de mantener si se estudia en profundidad el paso de Roma por la península, el período visigótico, la reconquista, la unión de los distintos reinos con los Reyes Católicos, o la extensión del territorio español por América. Pedro Sánchez quizás no, pero otro alumno podría darse cuenta de que, quizás, la palabra España tiene mayor contenido histórico que el invento de unos nacionalistas en el siglo XIX.
Por eso, el borrador prevé que sobre el período anterior a la Guerra de la Independencia, por lo demás un hito de la Historia de España, los alumnos pasen sobre una delgada línea. Una línea que continúa brillantemente con Pedro Sánchez en el poder.
Foto: Nik Shuliahin.