Con Italia y la política italiana sucede algo parecido respecto a la lengua, al idioma italiano: todo el mundo cree que sabe y lo entiende… y con Silvio Berlusconi sucede algo parecido: todo el mundo cree conocer su figura mediante el personaje que han creado, sobre todo sus enemigos políticos, caricaturizándolo, ridiculizándolo, poniendo hipócritamente el foco en cuestiones personales, morales, de su vida privada, mediante falsedades y medias verdades carentes de todo peso político.
La figura de Silvio Berlusconi ha sido banalizada por el puritanismo de lo políticamente correcto que intentó, e intenta aún, negar algunos de sus valores más importantes como su origen humilde, su personalidad enraizada en lo más profundo de la idiosincrasia italiana, su cercanía con la gente, su popularidad, su éxito como emprendedor y magnate, su desparpajo, su humor, su encanto personal y también su inteligencia y visión política. Berlusconi fue un sinónimo de éxito y liderazgo en todo sentido y eso molesta a los mediocres.
A pesar de la banalización de su figura, el Berlusconi político fue clave e indispensable en la transformación de la Italia sumida en el desprestigio, decadencia y corrupción de fines del siglo XX
Para bien o para mal, Silvio Berlusconi fue el hombre que más ha representado a Italia y al italiano en los últimos treinta años. A pesar de la banalización de su figura, el Berlusconi político fue clave e indispensable en la transformación de la Italia sumida en el desprestigio, decadencia y corrupción de fines del siglo XX. Después de Mani Pulite y Tangentopolis, que culminó con caída de la Primera República y en la impensable extinción de los poderosos partidos políticos de la posguerra -como la DC, el PCI y el PSI- y con el nacimiento de Forza Italia en 1994 seguido del triunfo electoral de la mano de la Lega Nord y el MSI en coalición, se abrió una era política. Muchos afirman que lo que allí se inició, continua en la actual Revolución Conservadora del siglo XXI. Sin esa visión política de entonces y esa osadía de Berlusconi hoy no estaríamos hablando del Gobierno Meloni.
La persecución sufrida por Il Cavaliere durante tres décadas ha sido brutal y siempre consiguió superar la adversidad. Dejó en el camino a aliados y cercanos poco leales como Gianfranco Fini o Angelino Alfano, y a enconados rivales como Romano Prodi y Massimo D’Alema. Hoy todos ellos están definitivamente derrotados y fuera de la política. Es indudable que el fallecimiento de Silvio Berlusconi marca el fin de una era. Como afirma Marcello Veneziani “Berlusconi fue un león, reinó en la selva italiana, luchó hasta el final contra enemigos, enfermedades, tribunales. Fue la única persona viva que dio nombre a una época: la era berlusconiana”.
Italia hoy avanza en reformas de calado y recupera el liderazgo internacional. El gobierno italiano, surgido de las elecciones de septiembre de 2022, es el resultado de acuerdos tomados por diferentes partidos políticos del área del centro a la derecha, previos al triunfo electoral, con un programa en común para llevar adelante el compromiso demandado por una mayoría de la ciudadanía. Las diferencias políticas han quedado a un lado para alcanzar objetivos compartidos y prioritarios. Las fuerzas políticas de la coalición, sin resignar sus identidades, han conseguido aunar fuerzas por un bien superior y esa es la clave a tener en cuenta para entender su éxito. Si hoy el llamado centro-destra, la centroderecha que une a conservadores, patriotas, soberanistas, liberales, e identitarios en la figura en torno Giorgia Meloni como Presidente del Consejo de Ministros, es también gracias al trabajo de este hombre que ha sido cuatro veces primer ministro de la República y elegido democráticamente. Berlusconi ya lo había hecho antes. Teniendo en cuenta esto, cabe recordar que Italia es una nación clave en Occidente, fundadora de la OTAN, de la UE, segunda potencia industrial de Europa y miembro del G7, por lo cual un cambio de rumbo hacia políticas conservadoras tiene una gran trascendencia internacional.
El legado político y social de Berlusconi es lo insoportable para las izquierdas cada día más a la deriva y alejadas de las necesidades de la gente. Como dijo Matteo Salvini, Berlusconi “deja una enseñanza a los más jóvenes: nunca te rindas, nunca uses la palabra imposible”. Giorgia Meloni afirmó que “Berlusconi era ante todo un luchador. Era un hombre que nunca tuvo miedo de defender sus convicciones, y fue precisamente ese coraje y esa determinación lo que le convirtieron en uno de los hombres más influyentes de la historia de Italia, lo que le permitió hacer verdaderos avances en el mundo de la política, en el mundo de la comunicación, en el mundo de los negocios. Con él, Italia aprendió que nunca debía imponerse límites. Aprendió que nunca debía rendirse. Con él luchamos, ganamos, perdimos muchas batallas, y también por él llevaremos a casa los objetivos que nos propusimos juntos”. La lucha, las convicciones, el coraje, el riesgo y el éxito individual y en común de la Italia sensata, es lo que la desnortada izquierda no tolera. Por eso también detestan a Berlusconi, a su modelo y su forma de hacer política.
Mucho antes de su discesa in campo, “bajar al campo de juego” de 1994, Silvio Berlusconi comenzó su carrera empresarial hace más de medio siglo. Con solo 27 años, fundó la empresa Edilnord y abrió una obra en Brugherio, para construir una pequeña ciudad de 4.000 habitantes. En 1968 fundó Edlnord 2, compró un gran terreno en Segrate, y allí construyó Milán 2, donde en 1975 se levantó la sede de Mondadori. Dos años mas tarde Berlusconi fue nombrado Cavaliere, La Orden al Mérito de la República Italiana, Caballero del Trabajo, la distinción honorifica más alta otorgada por el presidente de la República a aquellos que realizan servicios destacados a lo largo de su carrera civil o militar. En 1978 fundó Fininvest: el holding que coordinaba todas sus actividades empresariales. De ahí el salto a la televisión privada (que prácticamente no existía entonces) con Canale 5, su mayor éxito comercial y su expansión hacia otras áreas de negocio, como la compra del grupo Standa de supermercados, las editoriales Mondadori y Einaudi Editore y otra joya de su corona como el club de fútbol AC Milan.
Berlusconi ante el desafío de la política decidió abandonar todos los cargos que ocupaba en el Grupo Fininvest y el 26 de enero de 1994, en un mensaje de vídeo de nueve minutos que haría historia, anunció que se presentaría para liderar un nuevo partido, Forza Italia. A partir de entonces su vida personal y la de los italianos quedó marcada por el llamado berlusconismo, anticipándose en muchos aspectos a lo que en el 2016 apareció en la política norteamericana con el fenómeno Donald Trump. También en ese “populismo de derechas” Il Cavaliere ha sido un pionero.
Berlusconi consiguió unir lo kitsch con lo clásico, la audacia con la prudencia, el exceso con la responsabilidad en todas las facetas de su vida. Eso es posible solamente cuando un italiano no tiene complejo de serlo y la audacia de vivir la vida. Como dice la canción de Toto Cutugno, Silvio Berlusconi fue un italiano vero. Nada más y nada menos.
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