Algo más de 200 preparados vacunales contra la Covid-19 avanzan a una velocidad nunca vista a través del especializado y complicado proceso que antecede la bendición de las agencias reguladoras. Una docena de ellas ya la han recibido en forma de autorización de emergencia o limitada. Además, hay 250 antivíricos y 400 fármacos en distintas etapas de estudio para determinar su eficacia frente al coronavirus[1].
A pesar de este esfuerzo sin precedentes, que comenzó tímidamente en diciembre de 2019 y dio un acelerón en marzo, es probable que, de acuerdo con las predicciones que generan los modelos matemáticos y las opiniones de los “expertos”, aún se necesite más de un año para inmunizar a los 50 millones de sanitarios que hay en el mundo, y no sea hasta otoño de 2023 cuando dispongamos de las dosis necesarias para alcanzar la “inmunidad colectiva”[2]. Estamos hablando de estimaciones que pueden variar para bien o para mal.
concurren actualmente más de 850 iniciativas privadas, públicas y filantrópicas, actuando de forma independiente o en asociación, atareadas en descubrir y desarrollar vacunas, medicamentos y antivirales que hagan frente al virus. Y eso sucede porque existe un hábitat en el que se asume el fracaso y se recompensa el éxito. Conmover ese hábitat es decirles a sus moradores: en la próxima crisis no se la jueguen, no intenten nada, ya que si logran una patente se la suspenderemos
Si asumimos que las vacunas disponibles exigen dos inoculaciones (solo las de Janssen y Convidecia requieren uno), necesitaríamos alrededor de 11.000 millones de dosis para vacunar al 70% de la población mundial. Porcentaje que ya está en cuestión, pues ha crecido hasta una cifra cercana a cien. O, como ha dicho Marc Lipsitch, profesor de Epidemiología en Harvard, carecemos de datos robustos que permitan dar una respuesta precisa[3]. Tenemos que admitirlo, ignoramos aún muchas cosas sobre el virus.
Globalmente, la campaña de vacunación no está yendo bien. Mientras que en Israel más del 60% de la población ha recibido al menos una dosis, en África solo el 1%, en Sudamérica apenas el 13% y en la India -el mayor productor de vacunas del mundo- roza el 10% (solo el 2,8% ha recibido dos pinchazos). De los 1.400 millones de dosis administradas en el mundo, casi 750 millones se han concentrado en China (370 millones), EEUU (266) y la India (180)[4]. En España está completamente vacunado el 14% de nuestra población.
Por otro lado, en las últimas semanas el virus se está propagando con más rapidez que nunca, observándose medias diarias mundiales que superan los 800.000 casos, a lo que ha contribuido sobremanera los incrementos registrados en la India y Sudamérica. En parte, la campaña mundial de vacunación se está ralentizando por la enorme demanda doméstica que hay en la India y China. Ambos países comparten el mismo desafío: abastecer con suficiencia a 2.700 millones de personas que habitan sus territorios, al tiempo que atienden sus compromisos internacionales.
Para comprender mejor la situación, baste con decir que el Serum Institute of India (ubicado en la ciudad india de Pune), el mayor productor de vacunas del mundo (antes de la pandemia vendía más de 1.500 millones de dosis al año), acordó con AstraZeneca fabricar, en 2021, 1.000 millones de dosis de su vacuna contra la Covid-19 (Vaxzevria)[5], rebautizada como Covishield en ese país asiático. Una parte de ellas estarían destinadas a países pobres, mediante el programa Covax, con un precio inferior a tres dólares por dosis[6]. Pero hasta ahora, el laboratorio indio solo ha exportado 60 millones de dosis, la mitad de ellas para Covax. Y su presidente, Adar Poonawalla, ha achacado los retrasos -probablemente con razón- a la carencia de ciertos componentes que proceden de EEUU[7] y que son necesarios para la manufactura del producto.
Estos desajustes tienen consecuencias mundiales. Por lo que no puede extrañar que la UE haya anunciado que no renovará el contrato a AstraZeneca, además de emprender acciones legales contra la compañía, ya que tenía que haber aprovisionado a los países miembros con 120 millones de dosis durante el primer trimestre del año en curso y solo liberó 30 millones.
A pesar de estos incumplimientos, el laboratorio estadounidense Novavax firmó la semana pasada un acuerdo con Serum para la producción de su vacuna contra la Covid-19, que acaba de presentar a registro y que también tiene como destino los países pobres[8]. Dato que devela la situación en las que se halla la producción de vacunas en el mundo por causa de la pandemia.
Detrás de una vacuna, como de otras terapias biológicas, hay un enmarañado proceso industrial que se apoya en una extensa cartera de proveedores repartidos por todo el planeta. Por ejemplo, la vacuna de Pfizer-BioNTech requiere alrededor de 280 ingredientes que son surtidos por 86 proveedores ubicados en 19 países. En su fábrica de Puurs (Bélgica), uno de los centros donde se realizan los últimos pasos de la producción de esta vacuna, trabajan más de 3.000 personas y la actividad no cesa en las 24 horas del día. No entro en los intríngulis de la distribución. Solo apunto el dato de que CARE -una ONG fundada en 1945- ha estimado que, por cada dólar gastado en vacunas, son necesarios otros cinco más para garantizar su periplo desde el aeropuerto a los brazos que tienen que recibirlas[9].
Como solución al lentísimo ritmo de inoculaciones, en especial en los países en desarrollo, desde diferentes ámbitos, incluida la administración Biden, se ha pedido la suspensión de las patentes de las vacunas contra el coronavirus, arguyendo que así aumentaría la oferta y mejoraría la distribución, al permitir que los laboratorios locales las fabriquen. Este bálsamo como remedio para un problema real, grave y complejo hay que ponerlo cuando menos en cuarentena. Existen varios motivos para ello. Algunos ya han sido expuestos en diversos medios (p. e., el artículo de Feás y Steinberg[10]), por lo que voy a centrarme en un par de aspectos, tras reiterar que la seguridad individual es inalcanzable sin lograr la de todos. Meta a la que solo se puede llegar con el apoyo de los países más desarrollados y los tenedores de las patentes. A los que no nos queda otra, si de verdad queremos llegar a todo el planeta, que incentivarlos para que escalen su capacidad de producción. Voy ahora a los dos aspectos que deseo explayar.
Primero. Después de lo visto con la conducción de la pandemia y la inconsistencia de los datos oficiales, imaginémonos a los gobiernos del mundo asumiendo -de hoy para mañana- la tarea que realizan laboratorios como Serum o Pfizer, fundados en 1964 y 1849, respectivamente. La suspensión de las patentes, aparte de constituir una forma de evadir responsabilidades trasmitiendo a la ciudadanía el espejismo de una solución para el desenlace de la pandemia o de hacer cierto aquello de que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, viene a ser algo así como poner a disposición de las naciones los planos del Boeing 747 para que lo construyan localmente. Cuando la realidad es que no existen patentes, ni planos, que incluyan el acervo de las organizaciones que trabajosamente han consolidado a lo largo de décadas, cuando no centurias. La suerte que corrió el satélite español “Ingenio” en noviembre del año pasado o el desarrollo del submarino español S-80 recientemente botado, cada uno con sus singularidades, son ricas lecciones a este respecto. Especialmente, porque no hay tiempo para gatillazos. Si bien países -hay que decirlo- como China o Rusia serían los grandes beneficiarios de esta solución.
Y segundo. La opinión actual de los “expertos” es que el coronavirus no va a desaparecer a medio plazo, ni está claro que las vacunas -de primera generación- que nos están pinchando liquiden la pandemia. Como he anotado al principio, concurren actualmente más de 850 iniciativas privadas, públicas y filantrópicas, actuando de forma independiente o en asociación, atareadas en descubrir y desarrollar vacunas, medicamentos y antivirales que hagan frente al virus. Y eso sucede porque existe un hábitat en el que se asume el fracaso y se recompensa el éxito. Conmover ese hábitat es decirles a sus moradores: en la próxima crisis no se la jueguen, no intenten nada, ya que si logran una patente se la suspenderemos.
Quizá, los bardos de las bondades de semejante efugio podrían proponer a los gobiernos, habida cuenta de lo visto y vivido, afanes que estén más al alcance de su mano, tales como la detección temprana de epidemias y pandemias, o la producción estratégica -subrayo lo de estratégica- de equipos de protección individual (EPI), gases medicinales, ventiladores mecánicos, determinados medicamentos de uso en las ICU o la capacitación de médicos y enfermeras en terapias respiratorias. Sin descuidar la aprobación de leyes que desenmarañen la gestión de las pandemias.
[1] https://www.bio.org/policy/human-health/vaccines-biodefense/coronavirus/pipeline-tracker.
[2] COVID-19 Vaccine Predictions: Using Mathematical Modelling and Expert Opinions to Estimate Timelines and Probabilities of Success of COVID-19 Vaccines. https://www.cgdev.org/sites/default/files/COVID-19-Vaccine-Predictions-Full.pdf
[3] Apoorva Mandavilli. Reaching ‘Herd Immunity’ Is Unlikely in the U.S., Experts Now Believe. https://www.nytimes.com/2021/05/03/health/covid-herd-immunity-vaccine.html
[4] Our World in Data. Coronavirus (COVID-19) Vaccinations. https://ourworldindata.org/covid-vaccinations#source-information-country-by-country
[5] We will make 1 billion vaccines by end of 2021. BBC News. https://www.bbc.com/news/av/world-asia-india-5509189.
[6] Serum Institute of India to provide Covid-19 vaccines through COVAX at Rs 225 a dose. The Indian Express. 7.8.2020.
[7] S. Menon. India coronavirus: Can it make enough vaccines to meet demand? BBC. 29.4.2021. https://www.bbc.com/news/world-asia-india-55571793
[8] E Schmall, KD Singh. India and Its Vaccine Maker Stumble Over Their Pandemic Promises. The New York Times, 7.5.2021. https://www.nytimes.com/2021/05/07/world/india-serum-institute-covid19.html
[9] CARE. Policy Report. Our Best Shot: Our Best Shot: Women Frontline Health Workers in other countries are keeping you safe from COVID-19. March 2021, p 2. https://www.care.org/wp-content/uploads/2021/03/FLHW_Final_3.24.21.pdf
[10] E Feás, F Steinberg ¿Liberar las patentes de las vacunas? El País, 7.5.2021. https://elpais.com/opinion/2021-05-07/liberar-las-patentes-de-las-vacunas.html
Foto: Bill Oxford.