“Escribir estas cosas es una falta. Es una falta pensar palabras en las que nadie más piensa, y escribirlas en un papel que nadie más ha de ver. Es una acción mezquina y mala cual si habláramos solos, para nuestros oídos únicamente. Y sabemos muy bien que no existe mayor transgresión que el obrar y el pensar solos. Hemos infringido las leyes. Las leyes que dicen que los hombres no deben escribir como no se lo haya permitido el Consejo de las Vocaciones. ¡Qué nos perdonen!”

Publicidad

De esta manera comienza “Himno” de Ayn Rand, una de las novelas que, trasladada al presente, bien puede ejemplificar muchos aspectos de un país que comienza a vivir bajo la “Gran Verdad”, es decir, bajo eso que se llama (en la novela) “El Gran Renacimiento” o mejor dicho, en el caso de ese país real, “La Cuarta Transformación”.

Esta novela, “Himno”, refleja además una realidad vivida por muchos: esa que indica que esmerarte de más, intentar ser mejor que otros, obtener logros y pensar por uno mismo, tan solo eso será motivo para hacerte merecedor de etiquetas despectivas: sabelotodo, arrogante, déspota, presumido, burgués, mamón… Con esto, ellos, los que integran la gris medianía, pretenden lograr que te sientas avergonzado por ser diferente a ellos, por tener intereses diferentes, fuera de lo que algunos definen como lo “moralmente correcto”.

“Es un gran pecado nacer con una inteligencia demasiado despierta. No está bien ser distinto de los demás hermanos, pero está mal ser superior a ellos. Los Maestros nos lo decían y fruncían el ceño al mirarnos.”

He pensado: ¿Qué pasaría si esas personas que creen que el ser diferente, el ser mejor, conlleva un valor despectivo, y tuvieran el poder de castigarte? ¿Qué pasaría si esas personas que se sienten ofendidas porque en alguien hay un mayor desarrollo intelectual y un conocimiento más amplio, o al menos el deseo de tenerlo, pudieran por ley, prohibirte desarrollar todas tus capacidades o explotarlas al máximo para materializar tus fines?

La imposición estatal y la tiranía personalista son posibilidades reales hoy en México

La respuesta la podemos encontrar en esos sistemas totalitarios donde el poder de las masas, por más irracional que sea, puede decidir por encima de la razón y la misma ética individual, tan sólo por su mayor número. Y es así como Ayn Rand nos muestra por medio de la ficción, qué es lo que pasa cuando ese tipo de cuestiones (castigar al desigual, reducir al superior al nivel de la medianía) se convierte en parte de un discurso de odio que pretende castigar y controlar cualquier indicio de desarrollo personal. Pero aun es peor cuando a las masas le dan la fuerza necesaria para hacer ley de tal propósito y así, lograr que el “monopolio de la violencia legítima” se encargue de castigarte si acaso osas obstaculizar su fórmula especial que lleva a la vida “ideal”.

El personaje 7-2521 de “Himno”, nos refleja a algunos de nosotros que, creo, fuimos muy despiertos, que buscamos siempre respuestas a cada vez más dudas y que queríamos ir avanzando, pero que igualmente fuimos limitados y etiquetados por darle otro sentido al aprendizaje y por intentar buscar la competencia de ideas, eso que para la sociedad inculta era casi un pecado capital. Porque “¿cómo puedes creerte más que los demás?”, “¿por qué quieres tener siempre la razón?”, “¿por qué te sientes un sabelotodo?”, “¿por qué eres tan arrogante?”… Y un sinfín de otras etiquetas que la gente usa para diferenciarte de la “igualdad”.

“Los Maestros eran justos, porque habían sido designados por los Consejos, y los Consejos son la voz de la justicia, porque son la voz de todos los hombres. El mundo de los hombres es sólo benevolencia y amor.”

Y aquí recuerdo a muchos maestros que tuve en la vida, esos maestros revestidos de autoridad y protegidos por el poder estatal, el cual se adueña y representa la parte más importante de la sociedad: la educación. Esa educación que debería ser en beneficio de explotar el conocimiento individual de quienes participan en tal comunidad, en realidad parece haber sido poseída por el adoctrinamiento. Así, ¿cómo cuestionarlos? ¿Cómo poner en cuestión sus métodos, sus tratos? ¿Cómo osar creer que ellos podrían estar equivocados si no están ahí por capricho o competencia: están ahí por el poder más grande antes visto, por la bondad y el amor representado en el Consejo de los sabios, el Consejo de lo incorrompible, de lo moralmente correcto, de los poseedores de la única y verdadera Ética y, para resumirlo, cómo dudar de la capacidad de aquellos que fueron designados por quienes lograron “el Gran Renacimiento”?

En este punto, llegué a confundirme un poco al escribir. No sabía si estaba hablando de la novela aún o de lo que en México se llama “La Cuarta Transformación”. La cultura en México ha sido autoritaria, vertical. No sorprenda, por ello, ahora, a un Andrés Manuel López Obrador y a su gobierno imponiendo sus decisiones, su “Gran Verdad”, mediante la humillación y el desmantelamiento de otras instancias y controles. Pero viene en camino otro tipo de autoritarismo, que “Himno” prefiguro y que es el autoritarismo del derroche y la soberbia, el de la imposición ciega y anti económica, el de la corrupción en supuesto beneficio de los desposeídos y el del populismo que multiplica pobres, posibles por simple arrogancia y adoctrinamiento.

Parece inconcebible considerar cómo la izquierda, el estatismo, la centralización y sus agentes, llevan años en México imponiendo la idea de una Verdad Única, y que el poseedor de ese gran tesoro para la sociedad, es Andrés Manuel López Obrador. Pero sucedió. Y vivimos sus consecuencias. Para ellos, López Obrador santifica, perdona y representa ante el pueblo a ese equipo de sabios buenos, sin más interés que el bien de la sociedad y sin posibilidad natural alguna de ser corruptibles, y que vienen a sustituir la coherencia y la razón individual por la maravilla y la magia del colectivismo.

¿Eso es real en México o puede serlo? Es tan real como cuando esa gente viene a decirme “no lo hagas”, “no estudies más”, “no viajes”, “no investigues”, “no cuestiones”. ¿Pero por qué? No lo sé, pero lo claro es que no debes de hacerlo. Así, la imposición estatal y la tiranía personalista son posibilidades reales hoy en México. El castigo a los “ricos” y su disminución para “beneficiar” a los “pobres”, son también posibilidades concretas. Mi pregunta es entonces: ¿qué puedes esperar de eso? ¿Qué puede alguien esperar si no es una rebeldía desenfrenada tras el deseo de sentirte libre? Que nadie se sorprenda por lo que pueda sobrevenir.

“Y mientras estoy aquí en el umbral de la gloria, miro por última vez hacia atrás. Miro la historia de los hombres que he aprendido en los libros y me quedo asombrado. Es una larga historia y el que la dictaba era el espíritu de la libertad humana. Pero ¿qué es la libertad? ¿Libertad de qué? No hay nada que pueda arrebatar la libertad a un hombre que no sean otros hombres. De modo que, que para ser libre, un hombre debe liberarse de sus hermanos. Esta es la Libertad. Ésta y sólo ésta.”

No puedo explicar la sensación que provocan estas palabras en mi estómago, en cada uno de los vellos de mi piel, erizados al leer estas últimas frases. Y me doy cuenta de que quiero defender mi libertad, quiero vivir para ser libre. No quiero esa Gran Verdad, no quiero un Gran Renacimiento ni una Cuarta Transformación en México. Solamente quiero, quiero poder decir y añoro se me permita ser libre, fabricar mis propios proyectos de vida en la búsqueda de mi mejora individual. Solo quiero darle de una manera personal, individual, sentido a mi felicidad.

Solo quiero:

“Aquí, en esta montaña, yo, mis hijos y mis amigos escogidos, construiremos nuestro país y nuestro fuerte. Y éste se transformará en corazón de la tierra, perdido y oculto en los primeros momentos, pero que latiendo, latiendo, latiendo más fuerte cada día. Y la noticia llegará a todos los rincones de la tierra. Y los caminos del mundo serán como venas que llevarán la sangre mejor a mi puerta. Y todos mis hermanos, y los Consejos de mis hermanos oirán hablar de ello, pero nada podrán contra mí. Y llegará el día en que quebraré las cadenas de la tierra, arrasaré las ciudades de los esclavos y mi hogar se convertirá en la capital de un mundo donde cada hombre será libre de existir para sí mismo.

Por la llegada de ese día lucharé Yo, mis hijos y mis amigos. Por la libertad del hombre. Por sus derechos. Por su honor.»

Foto: ProtoplasmaKid