Escribí en Disidentia que los cristianos perseguidos no son noticia. “En un mundo cada vez más preocupado por no ofender a la religión musulmana y judía, poco se dice de la religión cristiana con más de 2.200 millones de seguidores en todo el mundo, que es cada vez y cada día más perseguida”. Hoy estamos con Juan Yzuel, profesor, teólogo, ha escrito varios libros de religión y catequesis y edita desde hace varios años el blog “Al cierzo. El espíritu sopla donde quiere”.
[José Antonio Gabelas] Buenas tardes Juan, gracias por estar con nosotros, con Disidentia, para facilitar un análisis sosegado de la actualidad. 2020 es un año inédito en estas primeras décadas del siglo XXI, sacudido por una crisis que nos ha cogido a todos bastante desprevenidos, aunque teníamos el aviso de otros países que nos había marcado la dirección, hecho que los políticos que nos gobiernan no han querido ver, ni afrontar a tiempo. En una batalla la información siempre ha sido vital, en este caso, la desinformación ha sido el pan nuestro de cada día. En este contexto de desinformación, distorsión de la realidad, en definitiva mentiras, la religión en general, y de un modo destacado la religión católica en particular, ha sido y es frecuentemente maltratada por los medios de comunicación, ¿a crees que se debe esta circunstancia?
[Juan Yzuel] En general los medios tratan mal a todas las religiones, pues el hecho religioso no está hoy de moda. Mucha gente, entre ella muchos columnistas, se enfrentan al hecho religioso con un abanico de actitudes que abarca desde el ateísmo más militante hasta la chirigota o la simple búsqueda de una noticia estrambótica o pintoresca. Los medios, en general, tratan poco los temas realmente religiosos. No se le da importancia a la dimensión religiosa del ser humano. Occidente se está convirtiendo, poco a poco, en un analfabeto en cuestiones religiosas. Puedo decir, como profesor de Religión escolar en primaria y secundaria y autor de una decena de libros y materiales de texto, que el conocimiento de lo religioso es cada vez menor incluso entre los alumnos que escogen la opción de enseñanza religiosa escolar. ¡No digamos entre los que nunca se asoman a esta asignatura!
Lo que está de moda hoy es la “espiritualidad”, nombre con el que se conoce todo un conjunto de fenómenos y prácticas personales y sociales que van desde la “conciencia plena” o “mindfulness” hasta prácticas de tipo esotérico, nueva era o de influencia oriental. A todo ello se le da más eco, normalmente con poco análisis crítico.
Contestando a tu pregunta, yo me atrevería a decir que la “religión” católica no es tan maltratada en lo medios como la iglesia católica, dado que la religiosidad popular da de comer a mucha gente (véase, por ejemplo, las fiestas de los pueblos o las procesiones de Semana Santa). Se suele dar información de diversas festividades y prácticas religiosas tradicionales, a las que se mira siempre desde una perspectiva cultural, folclórica y económica.
[JAG] Como decía en la introducción, escribí en Disidentia que los cristianos perseguidos no son noticia. “En un mundo cada vez más preocupado por no ofender a la religión musulmana y judía, poco se dice de la religión cristiana con más de 2.200 millones de seguidores en todo el mundo, que es cada vez y cada día más perseguida.” Parece que como españoles vivimos amedrentados por nuestra historia y nuestro pasado, en el que la religión se muestra como un estigma: ¿a qué motivos crees que obedece esta actitud agresivamente secular contra el cristianismo?
[JY] Es interesante recordar que la católica es la religión más perseguida en el mundo. El último Informe de la Libertad Religiosa en el Mundo muestra que en 2018 perdieron la vida varios miles de cristianos, en su mayoría católicos, y que un 62% de países no respeta la libertad religiosa. Pero, a la vez, en Occidente crece también, junto al desprecio por el cristianismo, la tendencia a la islamofobia y el antisemitismo.
En los medios se identifica a la Iglesia católica española con la jerarquía católica, que es vista desde una larga tradición anticlerical española. Este anticlericalismo tiene raíces históricas muy profundas en nuestra memoria colectiva, y se debe a opciones y actitudes de la Iglesia Católica en el pasado que los cristianos de hoy en día todavía estamos pagando. No podemos olvidar un pasado eclesial marcado por la Inquisición y salpicado de intransigencia, colaboración con el poder, represión moral, opción por el viejo régimen, persecución de las minorías religiosas… Por otro lado, desde la transición, no siempre hemos contado con una jerarquía valiente, como fueron, en las últimas décadas, el Cardenal Tarancón, los obispos Iniesta y Osés, para sanar esas viejas heridas y separarse del poder político. Ya solo faltaba el gran escándalo de la pederastia encubierta…
Esta secular tradición anticlerical de la que hablas todavía colea hoy, por ejemplo, en la virulencia con la que se ha tratado el tema de las inmatriculaciones de los edificios religiosos por parte de las diócesis (refrendados normalmente por los jueces), la actual pretensión de cobrar el IBI a estos mismos edificios, el apoyo de los católicos a la Iglesia con el IRPF o el empeño casi enfermizo por quitar la clase de religión de las escuelas (a pesar de que se da algún tipo de enseñanza religiosa en el 93% de todos los centros educativos de Europa, exceptuando los de Francia (Véase: https://laicismo.org/data/docs/archivo_804.pdf). Todo esto se puede debatir, y yo mismo desearía hacerlo, pero desde un diálogo sosegado, respetuoso y constructivo, algo que frecuentemente no se da pues se mete todo bajo el paraguas de “los privilegios de la Iglesia”, que se terminan demonizando con el adjetivo “franquista”.
[JAG] Ciertamente existe un pasado histórico marcado por la Inquisición, que ha sido de modo recurrente calificado con acentuado tenebrismo, movido por intereses también religiosos desde algunos países con una mayor implantación protestante. ¿No le ha faltado a la Iglesia Católica una necesaria política de comunicación, tanto para relativizar este hecho como para explicar y hacer didáctica y catequesis en este sentido?
[JY] La Inquisición tiene razones de peso, evidentemente, desde el punto de vista político, cultural, religioso… Pero no desde el Evangelio.
¿En qué podría basarse una campaña de comunicación de la Iglesia Católica sobre la Inquisición? Simple y llanamente, en pedir perdón. ¿Qué es lo único creíble que puede hacer Alemania en Auswitch, Estados Unidos en Vietnam o con su población afroamericana, Japón en China, Israel en Palestina, España en el Sáhara o en tantos sitios, Europa en el resto de África? ¡Pedir perdón! Solo así se puede comenzar a sanar algo.
Pero no basta. Tras la confesión, viene la “penitencia”. ¿Qué podría hacer la Iglesia Católica para reparar el daño a los judíos y musulmanes españoles, a los protestantes europeos, a los creyentes en tradiciones ancestrales? Quizá, en este nuevo mundo que está amaneciendo, necesitamos una “comisión de la verdad”, conocer las profundidades de la Inquisición, sacar a la luz los archivos que todavía siguen en secreto, dar nombre a los abandonados en las cunetas de la Historia, confiar en las palabras de Jesús: “La verdad os hará libres” (Jn 8,32). Y, por qué no, igual que construimos iglesias para gloria de Dios, también podríamos elevar en Roma un gran monumento a la tolerancia religiosa, que preservara la memoria de las víctimas y nos recordara que no estamos nunca exentos de cometer los mismos pecados de nuestros padres y madres… (aunque, debo añadir, si hubiera habido más “madres” en todo este inmenso entramado patriarcal, quizá no hubiera habido tantas víctimas).
¿Y la mejor imagen para la campaña? Cristo en la cruz. Él fue también víctima de la intolerancia religiosa, la del Sanedrín. Ante Él no se puede justificar la Inquisición de ningún modo.
[JAG] Tú conoces perfectamente Taizé, Los que hemos estado en el campamento junto a ese pueblecito francés muy cerca de Lyon, hemos experimentado un encuentro en la diferencia y en la tolerancia, en el que la espiritualidad es movida por al ecumenismo, en esa búsqueda de la unidad de las distintas confesiones religiosas cristianas, que han sido históricas y que han estado separadas por profundos cismas. En España algunos rechazan y critican la unidad nacional y/o política, porque se asocia a tiempos pretéritos, una percepción que describe la losa de una pequeña parte de su historia, con esa España dividida y enfrentada, pero que desecha y/o ignora nuestra riqueza cultural e histórica, su expansión y esplendor, con más de tres siglos de Monarquía Hispánica en su patrimonio cultural. ¿Podemos hablar de un paralelismo entre el rechazo a esta unidad de España, con claros tintes políticos, y la unidad que defiende y sostiene la espiritualidad ecuménica de la Iglesia?
[JY] Taizé ha sido, para millones de jóvenes europeos durante decenios, una experiencia transformante que nos ha hecho creer no solo en la posibilidad de la unidad sin uniformismo entre cristianos, y la deseable creación de un orden mundial más fraterno. Todo esto ha ido impregnando a la Iglesia Católica. Han sido los últimos papas los que, como representantes religiosos más importantes del mundo, han convocado en Asís y otros lugares al resto de líderes de todas las religiones para hacer gestos concretos de respeto mutuo.
El problema de España, y el rebrote del nacionalismo separatista en Cataluña, no se debe solo al fomento de esa ideología en la escuela desde los ochenta, sino, sobretodo, a cuestiones económicas y políticas, al interés de la clase política catalana de alimentar una revolución para su propio provecho. Y no hablo desde fuera: mi propio abuelo materno era barcelonés y mi madre nació en L’Estartit, Gerona, durante la guerra. En una de las entradas de mi blog, “¿Qué haría Jesús en Cataluña”, hablo de que Jesús no fue un nacionalista. Para mí es una afirmación de fe, profundamente basada en el evangelio. Las ideologías nacionalistas tienen poco de cristianas. La Iglesia, sin embargo, se ha servido secularmente cuando le ha interesado del nacionalismo para sus propios intereses. No estamos exentos de pecado. Recordemos que el nacionalismo catalán, vasco y españolista se alentó y se fomentó en los seminarios desde el siglo XIX. Pero también el polaco, el irlandés o el húngaro. Muchos de los líderes catalanistas actuales (Junqueras, Torra, Santi Vila…) se confiesan abiertamente católicos. Por el otro lado, el clero catalán es, en su mayoría, abiertamente nacionalista. Roma, hasta ahora, mantiene el tipo y evita dejarse manipular por sus pretensiones eclesio-secesionistas, pero les da mucha cancha. Véase, si no, el caso de Sijena y los bienes de las parroquias del Aragón oriental. El Vaticano ha resuelto en 26 sentencias de tribunales eclesiásticos que estos bienes volvieran a Aragón, pero no ha sido capaz de obligar a Lérida a esta devolución. El obispo de Barbastro tuvo que emprender el año pasado un pleito civil contra el de Lérida, caso inédito en la historia de la Iglesia. Véase mi “Carta abierta al Obispo de Lérida” para más datos sobre todo esto.
¿Y cómo se compagina todo esto con el ecumenismo, con una visión del mundo fraterna y sin fronteras? Con grandes dificultades, torciendo mucho el brazo al evangelio, como siempre se ha hecho para defender cualquier ideología.
[JAG] Ya se han producido varias revoluciones en la historia de la humanidad, desde el neolítico hasta la tecnológica. El filósofo Javier Echeverría describe la evolución del ser humano desde tres entornos donde se construye su espacio social. El primero gira alrededor de la naturaleza, lo compone su propio cuerpo, su familia, clan, con sus costumbres y ritos. El segundo se abre socialmente a la ciudad, un entorno urbano, cultural e industrial, en el que el contacto directo con la naturaleza no es prioritario. Y anota un tercero, básicamente artificial, mediado por la tecnologías, un nuevo espacio social que ha transformado el primer y el segundo entorno. Con esta crisis el contexto de incertidumbre es inquietante, ¿crees que se abre una puerta para la oportunidad de conocer una nueva revolución, una revolución que muchos perciben como necesaria, la espiritual?
[JY] Sí, desde luego que estamos en un espacio social nuevo. Creo que ya no nos encontramos en la Edad Contemporánea, sino en un momento distinto de la Historia al que todavía no sabemos darle un adjetivo. ¿Podrías ser la Edad Digital? ¿La Edad de la Conciencia Global? Hay pocos cambios que hayan supuesto en la historia un achicamiento del planeta y una creación de una conciencia planetaria como la llegada de internet. Estamos aún en sus inicios, pero va a suponer un cambio radical en todos los aspectos.
El ser humano del futuro o cultiva su dimensión espiritual o no será humano
¿Una revolución espiritual? Absolutamente necesaria. Ya afirmaba el teólogo católico más importante del siglo XX, Karl Rahner: “Cabría decir que el cristiano del futuro o será un ‘místico’, es decir, una persona que ha ‘experimentado’ algo o no será cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyará ya en una convicción unánime, evidente y pública, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la experiencia y a la decisión personales”. Pienso que se puede extrapolar aún más: el ser humano del futuro o cultiva su dimensión espiritual o no será humano. Véanse todas las distopías que circulan por el cine y la literatura. Imposible explicar esto a fondo, en tan poco espacio, pero ahí lo dejo para que cada cual lo rumie.
[JAG] Escribías en tu blog, el pasado 15 de marzo, que cuando las iglesias estaban cerradas, el domingo escuchaste la misa con tu familia desde casa. Y lo hacías con tristeza porque la liturgia había sido muy pobre, la homilía llena de frases hechas; en fin, una oportunidad perdida para expresar la esperanza a una audiencia de dos millones de católicos españoles que seguían la celebración en RTVE. ¿Crees que con esta Semana Santa la Iglesia Católica será capaz de adaptarse a una celebración sin contacto físico, sin espacios abiertos donde no podamos escuchar ni ver en vivo los tambores, oler el paso de los los cofrades a nuestro lado, sentir sus plegarias, o recibir el abrazo en la Pascua?
[JY] Como misionero que he sido durante 14 años, debo decir que la Iglesia Católica, a nivel global, puede perfectamente celebrar la Semana Santa sin procesiones, ni capirotes ni tambores porque estos son exclusivos de España. La gran pregunta es: ¿de qué Semana Santa estamos hablando? La Semana Santa es una construcción litúrgica que se fue fraguando a lo largo de muchos siglos. Su esencia es la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Junto con el domingo, fueron las primeras fiestas cristianas.
No es difícil de celebrar en el salón de cada familia cristiana, iglesia doméstica. Basta el silencio, un canto, una lectura del evangelio, incluso una comida compartida o un ayuno. Hasta la televisión sobra. Quizá estemos ante una oportunidad histórica de que el laicado reivindique su ser “pueblo sacerdotal”. Yo soy la iglesia, tú eres la iglesia… “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo” (Mt 18,20). La comunidad entera de bautizados es “la raza escogida, el sacerdocio real, la nación santa, el pueblo de Dios” (1 Pe 2,9). En esta Semana Santa somos especialmente convocados a interiorizar nuestra identidad cristiana en profunda comunión con Jesús.
Pero no solo de pan vive el hombre… Hay muchos que necesitan apoyarse en la religiosidad popular compartida: desfiles, procesiones, tambores, imágenes… Su fomento, especialmente en las últimas décadas, ha tenido también mucha motivación turística, económica, identitaria… “¡A mí que no me toquen la cofradía!”, exclamaban muchos que, durante todo el año, no pisaban la iglesia. Todos ellos están invitados este año a plantearse si “La Cofradía” no es una especie de religión en sí misma… Repensemos una vuelta al Señor Jesús, el de verdad. Aún así, para quienes lo necesiten, los que de veras tienen en procesiones y tambores una mediación religiosa con Dios, para quienes todo esto les lleva a una experiencia religiosa emocionante, se pueden retransmitir procesiones del año pasado, igual que se está haciendo con partidos de fútbol históricos para quienes son aficionados a ver este deporte.
[JAG] Fernando de Haro describe en su libro “Cristianos y leones”, que se produce una constante instrumentalización de la experiencia religiosa. Europa Occidental ha cristalizado un mundo secularizado, donde lo sagrado y lo religioso han sido ocupados por lo civil, y lo privado por lo público. Sin embargo, en el resto del mundo lo religioso sigue estando muy presente. Parece que desde esta mentalidad secular es complicado entender que para millones de personas el cristianismo no es un reglamento, sino una experiencia plena y vital a la que no se quiere renunciar. A estos europeos les cuesta entender que incluso muchos creyentes estén dispuestos a perder su vida antes que a renunciar a su religión. Chesterton decía con su característico tono irónico que cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa. Esa muerte de Dios, de la que Lipovetsky también observaba en la conciencia del hombre occidental, que según él no importaría a casi nadie. ¿Cuáles son los sustitutos que vende hoy la posmodernidad, cuáles son la nuevas religiones, esos modernos becerros de oro?
[JY] Te faltaba ya solo citar a Marx: “la religión es el opio del pueblo”… Y lo sigue siendo. Volvamos a lo esencial: Jesús no vino a predicar una nueva religión. Él era un hombre laico, un judío que arremete contra la religión establecida, contra el statu quo de su tiempo: una casta sacerdotal que vive de lo religioso gracias a un pueblo dominado por sus dogmas. Jesús denuncia la religiosidad de fachada, de cumplimiento (cumplo+miento) que seguían los más religiosos, en su tiempo los fariseos. Como alternativa propone volver los ojos al Padre, a la conciencia plena de ser amados incondicionalmente, un amor que transforma y nos hace ser hermanos y trabajar por un mundo mejor. Quien llega a esa experiencia profunda de Dios, le sobra todo. “Ama, y haz lo que quieras”, decía San Agustín. El amor no nos puede llevar a nada malo. No necesitamos reglamentos, ni leyes. La vida entera se torna sagrada, cada acción individual es una liturgia de culto a Dios y de amor al prójimo.
Cuando no tenemos religión, nos queda el Dinero (el ídolo más antiguo de la historia), la Ciencia (convertida en otra forma de religión) o los cultos menores: Apple, Linux, Ferrari, la Constitución, la Nación, el Barcelona, Greenpeace
Quién así lo entiende puede vivir religiosamente, es decir, caminando en la presencia de Dios. Quien no lo ha experimentado, seguirá viendo la religión como una superestructura social para controlar a la gente -que también lo es, por cierto-. Pero, para el cristiano, el musulmán o el judío de corazón, Dios está vivo. No es un invento. No es una leyenda neolítica para mantener el orden social. Para el verdadero creyente, la presencia de Dios es tan evidente como explicar la diferencia entre el color rojo y el azul. Para quien no tiene fe, como para el ciego de nacimiento que nunca ha visto los colores, es algo imposible de distinguir. Y es fácil rebatir al creyente: “Me estás hablando de algo que no existe”. ¡Pero los colores están allí, aunque yo no te los pueda explicar!
Es imposible “no creer en nada”. Toda persona necesita una universo compartido de valores y leyendas. Cuando no tenemos religión, nos queda el Dinero (el ídolo más antiguo de la historia), la Ciencia (convertida en otra forma de religión) o los cultos menores: Apple, Linux, Ferrari, la Constitución, la Nación, el Barcelona, Greenpeace, el periódico “ABC” o “El País”… ¡Siempre nos quedará el Rock and roll! Pero no todos estos “becerros de oro” con los que montamos nuestro particular panteón son inocuos. No es lo mismo creer en la Madre Tierra que en la superioridad de la raza blanca. A la par que la globalización crecen hoy nuevas tribus urbanas con sus leyendas y sus ritos. Algunas creencias acaban siendo “dios”. Y muchos dioses exigen sacrificios humanos…
[JAG] Estos días hemos comprobado que la tecnología suple en cierta medida el trabajo de muchos sectores. En unos casos con más o menos destrezas, con más o menos carencias formativas, pero las evidencias muestran que la presencialidad puede ser prescindible en muchos casos. Y en otros, se convierte en acciones creativas. Tú mismo, todos los días, tras la tanda vecinal de aplausos a todos los que cuidan a los enfermos, animas a la gente en sus balcones con una jota. Palmas, ceniza, aceite, agua, cruz, pan, sangre, luz… la liturgia cristiana es enormemente rica en sus texturas, colores, materiales, espacios físicos, y también es enormemente simbólica. ¿crees que la tecnología también es capaz de expresar, transmitir, comunicar y compartir la vivencia religiosa de la Semana Santa?
[JY] Dios se manifiesta de muchas maneras: en una puesta de sol, en el misterio de los agujeros negros, en la mirada enamorada de una persona, en la palabra sabia de una anciana, en el gesto solidario de un hombre pobre que comparte lo poco que tiene, en la poesía de León Felipe, en una película que nos emociona, en una canción de Labordeta o de Sabina… ¿Por qué no va a hablarnos a través de los medios de comunicación? Lo hace todos los días.
Surge, además, la realidad salvadora de Dios a través de los sacramentos, mediados a través de un sacerdote. No veo ningún problema teológico, por ejemplo, en la absolución a través de una videoconferencia.
Pero no podemos reducir todo a imágenes, pantallas, estímulos externos. Es necesario también el silencio, la soledad, el desierto… para encontrar a Dios en el inmenso continente que es nuestro corazón, nuestro mundo interior. Y allí encontramos la urgencia de volver a la vida, a abrazar al que nos ama, a perdonar al que nos hiere, a servir al que sufre.
[JAG] Muy pronto comienza la Semana Santa ¿qué les dirías a esos millones de creyentes que esperan en parte con el corazón encogido la celebración de la Pascua?
[JY] Jesús sigue allí, en plena crisis del coronavirus, donde siempre ha estado: en la cruz, siendo uno con nosotros, asumiendo todos nuestros sufrimientos. No está callado: habla por mucha gente, en las palabras elocuentes del amor generoso de los médicos y enfermeras que se entregan hasta la extenuación, en las cajeras asustadas que siguen sirviendo, en tantos empleados de la limpieza anónimos, en los voluntarios de una parroquia que visitan a los ancianos, en los que están haciendo donaciones telemáticas a quienes se quedan sin dinero, en los científicos que trabajan horas sin cuento para hallar una cura, en las familias de todo el mundo que cuidan a sus pequeños y sus ancianos… Donde hay amor, allí está Dios. ¡Celebremos la Pascua! Este año, más que nunca.