El Dr. Chad Pecknold se doctoró en la Universidad de Cambridge en 2005 y desde 2008 es profesor de Teología Histórica y Sistemática en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de América. Autor de varios libros relacionados con el pensamiento de San Agustín y el razonamiento filosófico y teológico moderno, es también colaborador habitual en debates públicos y escribe columnas semanales como editor colaborador en The Catholic Herald, además de escribir regularmente para otras publicaciones, como First Things, Wall Street Journal, New York Post y National Review. El Dr. Pecknold es también Presidente de la Academia de Teología Católica.
Tras la sentencia del Tribunal Supremo sobre el aborto, usted inició su discurso en una marcha pro-vida con la frase “Carthago Delenda est” (Cartago debe ser destruida). Lo cierto es que, a pesar de la sentencia, los seguidores de Cartago han aprobado leyes abortistas muy radicales en varios estados Demócratas.
Para los que intentamos defender al no nacido es una victoria parcial, porque la sentencia determina que el aborto no es un derecho, pero lo que no hace es el punto positivo, es decir, que la vida debe ser protegida por la ley. Algunos comentaristas estadounidenses, pro-vida pero un poco liberales, han dicho que se trata de una victoria de la democracia porque devuelve el poder de decisión a los Estados. En mi opinión, devolver a los Estados la decisión de si puedes matar a tu bebé o no, no es realmente una victoria de la democracia.
Cada Estado puede decidir si quiere ser Roma o Cartago.
Exactamente. Y esto no resuelve el mal fundamental porque el Tribunal Supremo ha tenido el largo hábito de evitar legislar sobre la moralidad. Si queremos destruir Cartago, que sacrificaba a sus propios hijos, si América quiere que cese el sacrificio de niños, el próximo gran objetivo es una declaración positiva de que todo ser humano debe estar protegido bajo la ley federal. Cómo decía, con la situación actual puedes encontrar treinta estados en los que no hay aborto y veinte en los que se permite el aborto hasta el nacimiento, y eso todavía es Cartago. La gran esperanza para el mundo y para los Estados Unidos llegará cuando el Tribunal Supremo, con un futuro presidente y congreso Republicano, diga que ya es suficiente y que si seguimos siendo Cartago, caeremos.
¿Ha variado el número de abortos después de esta sentencia?
Sí. El número de abortos ha descendido, pero no tanto como nos gustaría. Si mueren un millón de niños en las clínicas abortivas, ¿tenemos que celebrar que sólo hayan muerto 750.000, o cuando pasemos de medio millón a 300.000? No obstante, los abortos se han reducido y hay que celebrar cada vida humana salvada. Sólo en Texas hablamos de 10.000 vidas salvadas, ¿cuántas poblaciones tienen 10.000 habitantes? Hay que celebrarlo, pero hay cientos de miles asesinados cada año, y eso es Cartago.
¿Qué poder tiene la industria del aborto en los Estados Unidos?
Enorme, porque es una cuestión religiosa para el ethos liberal. La ilustración dio lugar al orden liberal que tenemos ahora, y la ilustración daba mucha importancia al individuo y su poder de decisión. El constitucionalismo liberal se centra en la soberanía del “yo”, no en la soberanía del país, y esto tiene importancia religiosa y política. Uno tiene el poder de decidir sobre todo lo que ocurre en su cuerpo: “mi cuerpo, mi decisión”. Mi poder para matar y que nadie pueda decirme lo contrario. Es una demanda política, pero al mismo tiempo también es religiosa y el aborto funciona como un sacramento, porque aunque seas una mujer que nunca has abortado, si eres liberal, estás comprometida con la idea de que otros puedan hacerlo. Tiene un carácter religioso y hay que defenderlo a toda costa. Hay mujeres que no tienen hijos y que presumen de sus abortos como algo bueno. Los viejos liberales hablaban del aborto como un mal necesario, pero los de ahora, los liberales religiosos, lo ven como un sacramento que hay que defender. Para ellos, el aborto no es sólo una batalla política, también lo es religiosa, y por eso no es posible una discusión racional. Están profundamente unidos a esa creencia en el aborto; lo aman y lo gritan a los cuatro vientos. Es una nueva religión cívica que no tiene muchos partidarios, pero sus seguidores son extremadamente poderosos.
Una minoría que controla los grandes medios.
Sí, pero los que se definen como no afiliados, agnósticos, ateos o woke, son una minoría frente a un 80% de estadounidenses que se declara cristiano. Además, los cristianos tienen una natalidad mucho mayor que los ateos, que casi no se reproducen, y por eso esta minoría necesita el poder y un método religioso completamente anticristiano y que pretende destruir la cristiandad. Por eso atacan a países como Hungría es porque se atreven a recordar su pasado cristiano, y ellos reaccionan de manera violenta contra la civilización occidental. Se oponen a los pilares de Occidente: la filosofía griega, el derecho romano, el gobierno de la ley, el orden y la religión cristiana. Esta religión minoritaria agnóstica, atea y woke, está desafiando a todos esos pilares. Es un conflicto civilizatorio, donde está poderosa minoría religiosa y política desafía al conjunto de normas de una civilización mucho más antigua. Por eso, lo más importante que podemos hacer es arrebatar su poder cívico y de mercado a esa minoría.
Planet Parenthood, la multinacional del aborto, se ha visto implicada en numerosos escándalos, pero parece gozar de una inmunidad ilimitada.
Sí, Planet Parenthood es una organización internacional muy vinculada al mundo de Soros, al mundo de Davos, al mundo en el que una oligarquía liberal muy pequeña dirige nuestras vidas bajo un pequeño número de tiranos que no podemos ver. Resulta irónico que continuamente defiendan algo llamado democracia, cuando no tienen interés en ninguna mayoría que no puedan manipular. Cuando una mayoría se resiste a su manipulación, no es democrática. Por eso Hungría nunca puede ser democrática, ningún partido de derechas puede ser democrático, Meloni no puede ser democrática, VOX no puede ser democrático… porque si la gente vota mal no puede ser democrático. Respecto a Planet Parenthood, como otros organismos internacionales y las redes sociales, parece no tener que responder ante nadie. No hay imputabilidad democrática para Planet Parenthood o para Facebook. Por eso, los países que quieren defender su soberanía deben mantener a estos organismos fuera de su país. Mantener a Planet Parenthood fuera de tu país es posible y es una decisión política. Creo que cada vez más gente se da cuenta de que si no luchan, van a perder su país, y que tienen que mantener el liberalismo a raya mediante leyes y decisiones políticas. Hay que decir “no” a Planet Parenthood, y sé que esto es difícil porque esta organización tiene una misión religiosa.
Cómo usted también afirma, para no perder tu país no puedes ceder en tus valores fundamentales.
Así es. Les das un dedo y ellos te cogen hasta el codo. No les puedes dar nada, no puede haber compromisos con ellos. Por ejemplo, con los católicos quieren mujeres sacerdote, luego mujeres obispo, y luego un Papa mujer, y no sólo quieren el matrimonio gay, quieren la celebración de la sodomía. Quieren derribarlo todo y nunca estarán satisfechos hasta que lo consigan. Por eso, el diálogo y el compromiso son una estupidez porque son el enemigo. Hemos olvidado que los enemigos existen y, en un plano civilizatorio, la cristiandad es un concepto político. Ser cristiano es algo personal, pero que en realidad también importa para el “nosotros”. Y por esa razón, también enfrenta amenazas, amenazas políticas. Los cristianos deben ser realistas políticamente y evaluar las amenazas, porque no es sólo una amenaza contra tu fe política, es una amenaza contra la fe de tus hijos y de tus vecinos, y contra la forma de vida de tu comunidad. A mis estudiantes les digo que el desarrollo de un realismo político católico está muy arraigado en las verdades de la fe y es importante para nuestras almas y nuestra salvación, pero también se toma en serio la defensa de la cristiandad como una visión de orden social y político.
Las democracias tienen que tomar decisiones sobre cómo queremos vivir en el futuro, decisiones políticas sobre si queremos una cosa y otra, y no veo como una persona razonable puede mirar a los actores de Hollywood haciendo “trans” a sus hijos y decir: “Queremos seguir ese camino; ese es nuestro futuro”. Es irracional, es mala religión. Creo que los países tienen que escoger una buena religión en lugar de la mala religión, porque lo que no pueden hacer es ser neutrales respecto a la religión. La máscara del mito liberal de la neutralidad ha caído y tenemos que elegir un camino, un camino verdadero, para el futuro de nuestra gente.
Foto: Volodymyr Hryshchenko.
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