“2120. La colección después del acontecimiento” es una compilación de obras de arte contemporáneo realizada por el historiador José María Parreño. Su misión es documentar el papel que el arte ha tenido en la representación de los excesos asociados a lo que el ecologismo y el llamado eco-socialismo catalogan como Antropoceno. Este es un concepto acuñado por el premio nobel de química Paul Crutzen para referirse al periodo en el que el uso de los combustibles fósiles modificó la manera de relacionarse del Homo Sapiens con la biosfera. Esta nueva forma de interacción habría supuesto un alarmante deterioro de la misma hasta el punto de poder poner en riesgo la propia supervivencia del planeta.

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Pablo Hasél, de sobra conocido por todos a raíz de su reciente ingreso en prisión, es un autodenominado artista vinculado a la escena hip-hop underground. Durante los últimos años se hizo famoso por sus hirientes e injuriosas letras que son expresión del catecismo revolucionario de la extrema izquierda contracultural. Valerie Solanas fue una artivista radical del movimiento feminista contracultural neoyorquino de los años 60. Hoy es básicamente más conocida por su tentativa de homicidio contra el artista plástico y cineasta Andy Warhol en 1968 que por sus manifestaciones “artísticas”. Fue autora de un conocido manifiesto de feminismo radical, el SCUM (Society for Cutting Up Men) donde postula una erradicación violenta de la mitad de la especie, los hombres, como única alternativa viable para conseguir la erradicación de lo que el feminismo conoce como el patriarcado, un estructura social, económica y política de dominación sistemática del varón sobre la mujer.

La autoría más que constituir un mecanismo liberalizador de los discursos en la sociedad es un mecanismo disciplinario ya que permite individualizar y controlar los discursos. El autor es alguien que asume como propio un discurso y que tiene que afrontar las consecuencias de aquello a lo que presta su firma

He puesto el ejemplo de tres formas de artivismo, es decir arte vinculado a la difusión de una agenda política radical (aunque podría haber enunciado muchos más ejemplos), para ejemplificar una forma de entender el arte teorizada por el filósofo del arte Boris Groys que se conoce como la Zeitgenössisch. Esta es una palabra alemana compuesta de dos términos. Zeit, que hace referencia al tiempo y Genosse, que alude a la noción de camarada o colega. Groys, un intelectual de la nueva izquierda posmarxista educado en la RDA y la URSS, pretende con dicho vocablo teorizar sobre una nueva forma de entender el papel del artista en la lucha contra el sistema capitalista hegemónico.

Autores como Gramsci en su célebres Cuadernos de la cárcel y Marcuse en La dimensión estética ya habían llamado la atención sobre el papel que los intelectuales y los artistas tienen en el cuestionamiento del marco ideológico capitalista. Frente a la postura del marxismo ortodoxo, representado por el llamado realismo socialista, que demandaba intelectuales y artistas subordinados directamente a las directrices del partido único, los llamados intelectuales de la nueva izquierda reclamaban un espacio de autonomía orgánica del intelectual y del artista. No lo hacían tanto porque pensaran que el terreno de la ideas o del arte debe ser autónomo respecto de la esfera política sino porque consideraban que desde el punto de vista estratégico resultaba más útil que al intelectual o al artista no se le vinculara con unas siglas sino con un sentir determinado, con una corriente de opinión.

Groys retoma esta idea. Para Groys el artista debe ser un camarada de su tiempo, es decir alguien que no solamente vive un tiempo determinado sino que sabe sintonizar con las demandas populares, alguien que pone su arte al servicio de aquellas opiniones que los grandes medios y las corrientes de opinión mayoritarias silencian. El verdadero artista debe poner sobre el tapete aquellos temas,  controversias y aspiraciones sociales que preocupan  a la sociedad y que no obtienen la exposición que demandarían a través de los cauces de difusión ordinarios. Inspirándose en la dialéctica del amo y del esclavo expuesta por Hegel en su Fenomenología del espíritu el arte reclama que el artista se convierta en esclavo de las demandas y expectativas del espectador que busca que le cuenten un relato diferente de aquel al que está acostumbrado habitualmente.

Si se analiza desde esta óptica el caso Hasél se entiende mucho mejor cómo es posible que un rapero mediocre y de dudoso gusto o como una desequilibrada mental como Valerie Solanas han podido tener la influencia que han tenido. El primero ha logrado incendiar las calles e instalar un nivel de violencia en las calles de España más propio de un estallido pre-revolucionario que no se justifica por el mero hecho de que un artista mediocre y poco conocido haya ingresado en prisión.  Especialmente en un país en el que una gestión negligente de una pandemia por parte del gobierno y una situación económica muy complicada apenas originan conflictividad social. La segunda ha conseguido ser tenida como referente de la lucha feminista y aparecer en diversos productos culturales (películas, series de TV, libros conmemorativos…). Probablemente si hubieran actuado a la manera tradicional de los intelectuales orgánicos la repercusión de sus obras, de sus manifiestos y de sus posicionamientos políticos habría sido escasa o directamente nula. Probablemente los partidos a los que hubieran prestado sus servicios habrían prescindido de  los mismos al encontrarlos inútiles o directamente contraproducentes para su causa. Sin embargo, el hecho de que hayan presentado sus obras, sus vidas y sus posicionamientos políticos como expresión de causas más nobles (la igualdad, la libertad de expresión…) ha contribuido sin duda a que sus verdaderas intenciones hayan quedado camufladas y hayan conseguido instalar un nivel de división y conflictividad social mucho mayor que la representada realmente por sus ideas radicales.

Lo primero que llama la atención de estos artivistas es su reivindicación de su autonomía y del carácter autoral de su obra. Algo que resulta contradictorio como vamos a exponer. La propicia noción de arte es problemática. Frente a la tentación esencialista de considerar al arte como una esencia intemporal nos advierte Larry Schiner en su obra La invención del arte. No existe una sola definición de arte intemporal sino que nuestra comprensión de lo artístico está vinculada al nacimiento de la noción de obra de arte, de autor y al surgimiento de la noción del desinterés estético en el siglo XVIII con el formalismo kantiano. Un autor como Foucault pone de manifiesto como el nacimiento de la propia noción de autor está muy vinculada al nacimiento de las sociedades disciplinarias. La autoría más que constituir un mecanismo liberalizador de los discursos en la sociedad es un mecanismo disciplinario ya que permite individualizar y controlar los discursos. El autor es alguien que asume como propio un discurso y que tiene que afrontar las consecuencias de aquello a lo que presta su firma. No es casual que obras de monarcómacos del siglo XVI como Vindiciae contra Tyrannos fueran anónimas en su tiempo. Hasél no puede exhibir su condición de artista, de autor para reclamar un estatus de inmunidad frente a su discurso. Esa idea es contradictoria con respecto a la propia noción de autoría.

Foto: Jove.


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