Hasta no hace mucho, en los mentideros políticos se consideraba imposible que España terminara siendo gobernada por una coalición de socialistas, comunistas y separatistas. Eran los días en los que Pedro Sánchez habia sido desalojado de Ferraz y se descontaba que su carrera política había terminado.

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Pero el doctor Sánchez volvió por sus fueros. Y quien fue obligado a abandonar la política fue Mariano Rajoy, que se vio sorprendido como un primerizo por una moción de censura. Y lo impensable sucedió. Los peores enemigos de España se hicieron con el gobierno ante el pasmo de todos.

Desde hace tiempo se cree que todo cuanto ocurre constituye una fase coyuntural y transitoria que terminará en cualquier momento. Pero lo cierto es que desde hace tiempo las cosas, lejos de mejorar, empeoran cada día. La «nueva izquierda» poco a poco sigue ocupando espacios. Ayuntamientos tan importantes como el de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Pamplona… ya están en sus manos. Y de facto, también ocupan el gobierno.

Uno empieza a ver demasiados paralelismos entre este caos «transitorio» en el que se ha instalado España y lo sucedido en Venezuela

Se dice que con unas elecciones todo se arreglará. Pero ya se pensaba lo mismo cuando en Cataluña los partidos contitucionalistas prefirieron recurrir a las urnas que desalojar a los golpistas con la ley en mano. A día de hoy, en Cataluña poco o nada a ha cambiado, los protagonistas de la rebelión siguen por donde solían como si nada hubiera pasado.

Podría suceder los mismo tras unas elecciones generales, porque si bien entre facciones tal vez se produzcan fluctuaciones, entre bloques es muy posible que las diferencias se mantengan como están. O incluso que la combinación de izquierdas y secesionistas sume una mayoría suficiente como para reeditar un gobierno similar al que ahora mismo tenemos.

Puede resultar alarmista, pero uno empieza a ver demasiados paralelismos entre este caos «transitorio» en el que se ha instalado España y lo sucedido en Venezuela. Dicen que son países muy distintos. Pero aún recuerdo cuando a Venezuela se la conocía como la Suiza de América. Entonces, allí, al igual que aquí ahora, nadie imaginaba la magnitud del desastre que se avecinaba.

Foto: Amadalvarez

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