“Yo antes me emociono y luego, pienso. Primero siento y luego, decido”, sentenciaba no hace mucho un conocido gurú español, al que muchos consideran un demonio con superpoderes. Su fórmula del éxito en la arena política es tan simple como alucinante: si dominas los sentimientos de la gente, dominarás sus decisiones. Es decir, podrás orientar su voto, aunque éste vaya en contra de sus creencias más arraigadas.
¿Qué hay de cierto en esta fórmula mágica? ¿Es verdad que la mayoría de las personas pueden ser manipuladas para que tomen decisiones políticas que, en la práctica, pueden incluso resultar perjudiciales para ellas?
Con Javier Benegas y Dante Augusto Palma.