En 1964, el escritor español Gonzalo Fernández de la Mora publicó su famoso ensayo El Crepúsculo de las Ideologías, donde sostenía que la creciente complejidad de la gestión pública exigía formas más racionales de organización política, más pragmáticas, basadas en criterios técnicos, no en la ideología, a la que consideraba un concepto arcaico destinado a desaparecer. En consecuencia, ideólogos y políticos profesionales serían paulatinamente desplazados por técnicos y expertos. El argumento parecía bastante plausible, pero la historia se encargó de quitarle la razón.
Las grandes crisis del siglo XXI han demostrado que la tecnocracia no sólo es inoperante, sino contraproducente. Se ha convertido en el hombre de paja de gobernantes y políticos inanes, esos comités de expertos que dan palos de ciego y en los que poder descargar toda la responsabilidad.
Hablar de tecnocracia, de centrarse en la gestión porque la política se ha radicalizado, suele ser el recurso de aquellos que, o bien se sienten más a gusto en un autoritarismo de cuello blanco, o bien poco o nada tienen que ofrecer como políticos, o bien ambas cosas al mismo tiempo.
PODCAST con José Luis González Quirós, filósofo, ensayista y analista político, y Javier Benegas, editor de Disidentia.
Foto: Luis García.