Se acaba de cumplir un siglo del memorable viaje de Fernando de los Rios “A la Rusia Sovietista” entre el 17 de octubre y el 13 de diciembre de 1920 que dio lugar al libro que con dicho título salió a la luz a mediados de 1921.
En él, su autor da cuenta de la entrevista que tuvo con Lenin en la que le preguntó ¿para cuando la libertad en la URSS?, a lo que el líder comunista le contestó la famosa frase: ¿libertad para qué? Pues bien, cien años más tarde y con motivo de las recientes elecciones de la comunidad de Madrid, hemos tenido la respuesta con el principal leit motiv del extraordinario triunfo de Ayuso.
Frente a las ridículas descalificaciones estalinistas de los partidos de izquierdas y sus intelectuales -münzenbergianos- tachando de fascistas a todos –sin excepción posible– los partidos de centro derecha y sus muchos y muy mayoritarios votantes, coronadas con la despreciativa definición de tabernarios por el insigne intelectual orgánico -a cuenta de los impuestos de los fascistas- del PSOE e ilegítimo responsable del CIS, se han alzado mayoritariamente los votantes dando respuesta en la urnas a la ¿libertad para qué? leninista.
El mayor acierto de Ayuso en estas elecciones ha sido hablar de libertad con minúsculas, en contra de las falsas apelaciones de la izquierda a un concepto sagrado que cuando gobiernan siempre –sin excepción- terminan devaluando, ya sea por restringirlo o utilizarlo en contra de la ley.
El ridículo supremacismo intelectual de la izquierda tachando -totalitariamente– de fascistas a la gran mayoría de madrileños y además -despreciativamente- de tabernarios, se ha enfrentado a las libertades concretas –de letra pequeña- que hacen de la comunidad de Madrid una de las sociedades más abiertas –popperianamente– del mundo y, como consecuencia, más admiradas por el singular éxito de la política de su gobierno.
He aquí una letanía anti-leninista de libertades:
- Para venir a vivir y buscarse la vida y también marcharse; con saldo abrumadoramente favorable a los que se quedan.
- Para que los niños vayan al colegio, y también los jóvenes a sus centros educativos, con la pandemia.
- Para ir o no a: misa, los toros, las verbenas, el boxeo cuando había, al flamenco, al jazz, al futbol, el circo, el teatro, los conciertos, la ópera, la zarzuela, y un sinfín de actividades que han permanecido mayormente abiertas -con las debidas limitaciones y cuidados- con el COVID para admiración mundial.
- Para ganarse dignamente la vida trabajando en prácticamente todos los sectores económicos -en plena pandemia- incluso cobrando solo 800€, en vez de vivir miserablemente subvencionado como en la Venezuela que propugna Monedero.
- Para, en la dicotomía salud-economía, conciliar ambas para beneficio de la inmensa mayoría; un éxito ampliamente reconocido fuera de nuestras fronteras que nuestros leninistas se niegan a admitir
- Para crear empleo y riqueza en plena pandemia, mientras que las demás regiones generaban desempleo y decadencia económica.
- Para que las familias dispongan legítimamente de sus ahorros como libremente les plazca en vez de dejarlos en manos de los enemigos de la libertad para despilfarrarlos.
- Para que los padres eduquen a sus hijos, si así lo desean, según el orden moral que profesen, libres de adoctrinamientos políticos totalitarios y en centros de enseñanza exigentes.
- Para hablar la lengua oficial del Estado, sin restricciones de ningún tipo.
- Para ir a las tabernas –aún despreciados por el “sabio Tezanos”– a tomar cañas con berberechos sin permiso de la vicepresidenta del gobierno.
- Para disfrutar, sin que lo encarezcan y deterioren los enemigos de la sociedad abierta, de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo por resultados y eficiencia en la gestión.
- Para seguir siendo alegres y bulliciosos, incluso si ello sigue molestando al número dos del PSOE.
Las respuestas madrileñas a la pregunta de Lenin, significan algo más que un triunfo electoral: son la quintaesencia del liberalismo, la única filosofía política que a diferencia de sus alternativas paradigmáticas siempre tuvo claro que la libertad, bajo la ley -no contra ella-, no admite otra restricción que la de los demás.
Es cosa muy curiosa que en la conclusión de su libro, De los Ríos señalara “los tres enemigos que el hombre debe combatir: 1º la jactancia comunista, 2º la ignorancia y 3º la venalidad”.
Sobre lo primero, cabe señalar que el manifiesto “Ahora sí” que el mundo de la cultura firmó para “cortar en seco el avance del fascismo” fue una tan perfecta como ridícula jactancia, vistos los resultados obtenidos.
Sobre lo segundo, la ignorancia social-comunista de la realidad social madrileña ha resultado ser enciclopédica.
Finalmente, la venalidad -sobre todo socialista- atribuyendo el clamoroso fracaso del líder supremo –que no puede equivocarse- a quienes, cumpliendo sus órdenes, seguramente en contra de su propia voluntad, han terminado siendo defenestrados, no puede ser mas evidente.
¿Habrán leído alguna vez los dirigentes socialistas de hoy al Fernando de los Ríos de hace un siglo?; falta les haría.
Foto: Engin Akyurt.