En uno de los primeros programas del show televisivo Monty Python’s Flying Circus, estrenado hacia fines de los años 60 en la BBC, hay un sketch muy particular en el que todos los miembros de una comunidad son Superman y están vestidos con el traje característico tal como lo hemos visto en los comics y en las películas.

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La trama comienza a desplegarse cuando un grupo de Superman aguarda su turno en la lavandería a la cual han arribado en transporte público y un niño Superman les avisa que, en uno de los parques londinenses, un Superman se ha caído de la bicicleta y que ésta se ha averiado. El hecho genera una enorme zozobra pues evidentemente estos superhéroes eran capaces de hacer justicia y ocuparse de los grandes temas del mundo pero no eran capaces de arreglar una bicicleta. Sin embargo, en ese momento, uno de los Superman revela su identidad oculta: además de superhéroe él es un “Reparador de Bicicletas”. Todos los Superman observan con asombro a su nuevo héroe y se sorprenden cuando éste muda su clásica ropa azul y roja con la “S” en el pecho para vestirse con el overol manchado de grasa típico de los mecánicos. Y así se traslada hasta el lugar del accidente, donde lo esperaba un Superman incapaz de arreglar la bicicleta, para resolver el inconveniente con la frialdad de un técnico y el sentido del deber de todo hombre de bien.

El siglo XX fue un siglo de líderes Superman, líderes omnipresentes, infalibles y omniscientes con los que el pueblo mantenía un vínculo emocional

En lo personal, creo que este sketch se puede utilizar como metáfora para describir el paso de los liderazgos políticos modernos a los de la posmodernidad. Pues como indican algunos gurúes, se habrían acabado los liderazgos clásicos del siglo XX, esos hombres que llegaban al poder siendo grandes oradores, aparentaban saberlo todo y construían sobre sí una épica y un gran relato. En este sentido, el siglo XX fue un siglo de líderes Superman, líderes omnipresentes, infalibles y omniscientes con los que el pueblo mantenía un vínculo emocional.

Pero el siglo XXI, -al menos eso nos dijeron y en parte se ha cumplido-, dio lugar a otro tipo de líderes. Son aquellos técnicos presuntamente pragmáticos, jóvenes, con cierto desprecio por la historia y las tradiciones políticas, que dicen que las discusiones son parte del siglo pasado y que aquí lo único que importa son los problemas de la gente. Son los “Reparadores de Bicicletas”, aquellos que ejercen un liderazgo horizontal, saben delegar y entienden que ya no hacen falta héroes sino hombres y mujeres que sepan trabajar en grupo y sean capaces de resolverles a los ciudadanos los asuntos de “todos los días”.

Es que, aparentemente, la política de hoy ya no es la de las derechas y las izquierdas sino la de los temas pequeños, las microhistorias, como el arreglo de una bicicleta. Y puede que tengan razón. Sin embargo, del mismo modo que algunos se apresuraron a sentenciar el fin de la historia, a la luz de los últimos acontecimientos, los liderazgos políticos de los Reparadores de Bicicleta están siendo puestos en duda y enfrentan graves crisis en los países en los que les toca administrar. Asimismo, los liderazgos fuertes, al estilo Superman, tan propios del siglo XX, no han cesado si bien, por supuesto, es difícil encontrar en la actualidad líderes de la estatura y la potencia que tuvieron los grandes políticos del siglo XX, más allá de que éstos hubieran sido de izquierda, de derecha, de centro o que incluso hubieran llegado a la cima del poder a través de un golpe de Estado.

A poco de cumplirse 30 años de la caída del Muro de Berlín, nadie puede plantear la existencia de un mundo unipolar en el que han triunfado las instituciones de la democracia liberal

Entonces cabe subrayar que, del mismo modo que a poco de cumplirse 30 años de la caída del Muro de Berlín, nadie puede plantear la existencia de un mundo unipolar en el que han triunfado las instituciones de la democracia liberal, tampoco es posible afirmar que nos encontramos ante la hegemonía de este nuevo tipo de liderazgos por más que los gurúes de la comunicación política nos los quieran seguir vendiendo y aun cuando, efectivamente, en muchos países, ese tipo de perfiles ha obtenido buenos resultados electorales.

Así, parece que los Superman han vuelto y eso no es necesariamente malo, más allá de que habrá que estar atentos a la deriva autoritaria que pudiera tener alguno de ellos. En todo caso, habrá que evaluar caso por caso y quitarse el prejuicio aquel que indica que todo liderazgo fuerte deviene antidemocrático. Mientras tanto, lo que resulta claro, es que hay una importante porción de la ciudadanía en el mundo occidental a la que, evidentemente, ya no le alcanza con que le arreglen la bicicleta.


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