El 7 de octubre del año pasado, Hamás realizó un brutal atentado terrorista en Israel. No había terminado el mes, cuando se convocó en Londres, en ese contexto, una manifestación propalestina. Acudieron más de 100.000 personas. La inmensa mayoría eran musulmanes. Y entre los lemas coreados había uno que consistía en la repetición, como un mantra, de una sola palabra: “¡Yihad, yihad, yihad…!”.
Imaginemos que el Ku Klux Klan realiza en los años 20 del pasado siglo un atentado terrorista en una comunidad de negros. Y que pocos días después, en plena oleada de indignación, unos a favor de las víctimas, otros a favor de los asesinos, el KKK organiza una manifestación pro-blancos, en la que incluye lemas como “¡lucha contra los negros!”. Por algún motivo, si viéramos esto en los libros de historia nos indignaríamos, pero asumimos con normalidad las llamadas masivas a la Yihad como muestras de apoyo a un conspicuo grupo terrorista.
Hace poco, y también antes del ataque violento que ha desatado todo este revuelo, se habían producido varios actos de violencia en Whitechapel, al este de Londres. Varios musulmanes llevaron a ese barrio, donde viven y trabajan varios bangladeshíes, parte de la violencia que se está reproduciendo en ese país
En realidad no es normal; no es aceptable. No para cualquier persona que tenga conciencia, y no para una parte creciente de la sociedad británica. El cansancio, cuando no el temor, marcan la relación de muchos británicos con la presencia de una comunidad islámica en auge en suelo británico.
No es sólo el terrorismo, claro. Dice un artículo de ZeroHedge: “Un examen de los índices de delitos violentos en Inglaterra y Gales muestra una explosión de incidentes a partir de 2014; justo después de que se aplicaran normas abiertas sobre refugiados y asilo en toda la UE (incluido el Reino Unido en ese momento) para aumentar los inmigrantes procedentes de Oriente Medio y África”. En particular, y según la Oficina Nacional de Estadísticas, el crimen ha aumentado de 2014 a 2024 en un 65,3%. Este aumento supone un cambio en la tendencia del crimen, que era a reducirse. Si nos vamos de 2014 desde una década atrás, vemos que el crimen había caído en ese tiempo un 33,0%.
Estrictamente hablando, ese notable cambio de tendencia no me parece suficiente para demostrar que ese aumento de la criminalidad, que es indudable, se causa principalmente por el aumento del número de inmigrantes. Según el Observatorio de la Inmigración de la Universidad de Oxford, el 9% de la población del Reino Unido ha nacido fuera, mientras que el porcentaje de extranjeros en las cárceles del país es del 11%. Pero es una cuestión que preocupa. ¿Cuál es la relación entre la presencia de extranjeros y el espectacular aumento del crimen? El Gobierno no da una respuesta.
Pero una parte creciente de la sociedad británica está molesta. Días antes del triple asesinato en Southport se había producido un incidente en el Aeropuerto de Manchester. Unas imágenes mostraban a un policía dando patadas y pisotones a un musulmán que estaba postrado en el suelo. Se dijo, entonces, que esas imágenes mostraban la brutalidad policial y su deriva anti islam. Unas imágenes que se conocieron más tarde mostrarán que el hombre había herido antes a una agente. Hace poco, y también antes del ataque violento que ha desatado todo este revuelo, se habían producido varios actos de violencia en Whitechapel, al este de Londres. Varios musulmanes llevaron a ese barrio, donde viven y trabajan varios bangladeshíes, parte de la violencia que se está reproduciendo en ese país. Lo mismo ocurrió en Leeds. Este es el pan nuestro de cada día. Y los británicos están cansados.
La opinión pública está dividida sobre la cuestión de si la inmigración es positiva o negativa, pero cree muy mayoritariamente que debería reducirse. Un 37% dice que el número de inmigrantes debería reducirse “mucho”, a lo que se suma un 15% que cree debe reducirse en alguna medida; es poco más de la mitad de la población. Sólo un 14% cree que debería aumentar.
El Brexit no se entiende si no se tiene en cuenta la inmigración. De hecho, según recoge El Observatorio de Inmigración de la Universidad de Oxford, “la preocupación por la inmigración cayó tras el referéndum del Brexit, en 2016”. Pero, como reconoce la misma fuente, “vuelve a ser prominente”. Ha aumentado de forma significativa en los dos últimos años. ¿Qué quiere decir todo esto? Que las manifestaciones que se están produciendo por medio país no son sólo de la ultraderecha británica.
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