Mi lucha por la mujer tiene comienzo en 1978. Los códigos civiles y penales otorgaban a la mujer una situación de dependencia que técnicamente requería la aprobación de un tutor para cualquier cometido que desempeñara pese a tener mayoría de edad.

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Esto es: suponiendo que existiera una separación, una viudedad, los hijos tendrían que tener un tutor: la madre no era considerada “capaz”: tendría la tutela pero rara vez la patria potestad. Esto no significaba que el tutor se hiciera cargo de ellos… en última instancia, si el padre no existía o no satisfacía las necesidades de la prole, la madre costearía su manutención aunque el tutor tomaba decisiones: cambio de colegios, incluso para pedir un teléfono en un domicilio, cosas así, lo que a las mujeres de hoy día les sonará a chiste o irrisorio.

De ninguna manera puede atribuirse tal mérito el PSOE o no en exclusiva tal como pretende afirmar Carmen Calvo. ¡Ni mucho menos! Ya que fue una labor comprometida y conjunta

Habitualmente esa misión la desempeñaba un familiar directo de la mujer: padre, hermano, tío. Había que reformar las leyes. Sólo recordar que hasta el año 80 no existe el divorcio en España. Se forman los partidos políticos y con ellos el largo camino de creación de la Constitución del 1978. Comienza el “murmullo”. El ansia política del conocer lo que siempre tuvimos vedado y debimos investigar.

Tengo la impresión de que Carmen Calvo está en un formidable error. ¿El feminismo y la incidencia del PSOE en su creación y lanzamiento? Con todos mis respetos, tuvieron mucho que ver otras circunstancias. Está claro que el PSOE estaba entre los primeros gobiernos ya demócratas del país pero aún no había movido ficha o no del todo. UCD (Unión de Centro Democrático) toma las riendas del gobierno en la transición con un importante problema sobrevenido: la crisis del petróleo y ajustar los cientos de miles de problemas paralelos.

En las sedes de los partidos hubo Secretarías de la Mujer (incipientes); más bien “reuniones de la mujer”, poco más. Era mucho más activo el Partido Comunista en estos temas; sobre todo desde su legalización por Adolfo Suárez. El “murmullo femenino” comienza a dejarse oír en todas las sedes de todos los partidos y puedo aportar numerosas anécdotas que sirvieron para convencer a los más reticentes de la necesidad de que la mujer estuviera representada y tuviera razón de ser en la política.

¿Alguien recuerda a Soledad Becerril? Pues fue la primera ministra de cultura desde la II República en España y por un partido de Centro: UCD; ocupando distintas responsabilidades sucesivas. ¿Alguien recuerda a Isabel Tocino? Esta mujer fue Vicepresidente del Partido Popular con Fraga (entonces Alianza Popular). Altos cargos, sin duda, no ocupados en los partidos que se llaman “feministas” de la época y que algunos comienzan a incluir con posterioridad.

¿No es curioso que estos puestos de responsabilidad fueran ofrecidos por partidos que (hoy) llamarían de “derechas”? [y que en aquella época, los que la vivimos, quisimos denominar “conservadores” para liberarnos de la marca del franquismo… y casi se consigue, hasta que llegó Zp y volvió a configurar el estigma de las heridas y antiguas denominaciones].

En honor a la verdad, en el Partido Comunista existían personas como Cristina Almeida y creo que también Lidia Falcón a quienes conocí con posterioridad por algo que voy a relatar.

¿Carmen Calvo? Sinceramente, de ella no tenía conocimiento. Tal vez sea más joven que yo o al menos en esto. Si Carmen Calvo hubiese ido a los orígenes del feminismo y su relación con el socialismo no haría manifestaciones como que fue el socialismo quien promovió el feminismo porque no fue así, y en todo caso el socialismo en España asumió el resultado de una lucha conjunta entre varias formaciones políticas, cuando al término de las labores preparatorias gobernaba el PSOE, por lo que no cabía más que su implantación logística, pero el trabajo fue previo, consensuado, y no cabía otra posición ni para el PSOE ni para ningún otro partido.

Precisamente y con anterioridad, el socialismo no contribuyó mucho con las reivindicaciones feministas y aún menos respecto al sufragio: ¡el derecho al voto! El motivo era su creencia de que la mujer, se dejaría llevar por la familia e iglesia hacia un voto más conservador. Eso, en los orígenes; y más o menos todos conocemos la pugna histórica entre Victoria Kent (socialista) y Clara Campoamor (conservadora –o lo que hoy llaman “de derechas”—, aunque fuera republicana) y ahí tenemos otro de los grandes errores y equivocaciones. Victoria Kent (socialista) denegó el voto a la mujer y fue la conservadora Clara Campoamor la que después de grandes luchas y enfrentamientos lo consigue para la mujer española y es a ella a quien se debe este hito.

Sólo después de la Constitución de 1978 se movilizó el PSOE y doy fe porque estuve en esos debates dentro de las distintas Secretarías de la Mujer de los distintos partidos que había en España con implantación nacional (por lo que yo conozco): Partido Comunista, CDS (que emerge con Adolfo Suárez después de la debacle de UCD), PSOE y Alianza Popular (que después se llamaría Partido Popular).

Con la llegada en 1982 el PSOE y ya hechas una mayoría de las reformas, propició la creación del Instituto de la Mujer con Carlota Bustelo y tuve mucha relación con muchas mujeres del momento aunque no fueran de ese partido; como dije no recuerdo a Carmen Calvo, aunque sí a muchas otras, y por supuesto a Cristina Almeida, que tampoco era del PSOE. De hecho varias reuniones tuvieron lugar en Tirso de Molina, sede del antiguo PCE.

Al margen de mi implicación feminista con el tema de la modificación de los códigos civil y penal para acomodarlos a la Constitución, me movió la situación de la doblemente discriminada mujer gitana en su día y ahí tuve una estrecha relación con Almeida. Fue un hallazgo fortuito pues en aquel momento luchaba por la discriminación femenina en el seno del CDS, donde alegaba que la mujer, entonces, más que discriminada legalmente, estaba “difcriminada” (por difícil) siendo una de las ponencias que se presentaron en el Partido CDS al respecto, haciendo alusión a la dificultad que encontrábamos para alcanzar nuestra cota en la sociedad, cuanto más una mujer gitana implicándome en el impulso a su asociacionismo a través de distintas acciones. Hoy veo que todo lo que se hizo tuvo su fruto incipiente entonces y hoy bastante maduro: la escolarización fue la premisa. Recuerdo una frase que me impactó mucho de una de mis compañeras del grupo CDS: «Mujer, que no te recorten» y el diseño del cartel era un antiguo juego que en mi generación conocíamos como “recortables” donde poníamos distintos vestidos de papel a los muñecos. No puedo citar su nombre ni el cartel que presentó, parecido al de la imagen pues pasaron muchos años; una pena pero sí añado que la idea no fue mía.

Del PSOE sí recuerdo y muy bien, a Cristina Alberdi, Matilde Fernández, a Mª Patrocinio de las Heras (que inicia una gran labor social desde la creación del Instituto de Bienestar social y Servicios Sociales) y todas ellas son de mi generación. No quiero pecar de engreída pero que a estas alturas de mi vida y con mi trayectoria me vengan a hablar de feminismo  me molesta profundamente.

Realmente dan palos de ciego, porque todo cuanto hacen es basándose en subvenciones alegando ideas peregrinas que no resuelven los problemas reales referidos a la mujer, para quienes teóricamente trabajan. En nuestro caso, todo cuanto hacíamos tenía un objetivo definido y claro, incluso antes de tomar forma en los partidos. Se hacía con aportaciones voluntarias, mucha decisión y compromiso personal. Sobre todo hasta la formación del Instituto de la Mujer y el Instituto Nacional de Bienestar Social antes mencionados.

Digamos que a las actuales «se les dio hecho» todo el trabajo y a mi juicio no están dando la talla y bien lo siento. Nuestra primera gran tarea fue acomodar los códigos civil y penal a la nueva situación planteada con la democracia y la incipiente movilización que supuso el divorcio en nuestro país. Todo eso llevó años, sin que ninguna de nosotras percibiera ni un plus ni un salario pues todo era voluntario con cesión de nuestro tiempo personal, movidas por la ilusión de llevar a cabo una meta.

En todo el conjunto de la modificación de los códigos se eliminaron muchas incongruencias y recibimos el decidido soporte de los hombres que, una vez conscientes de las repercusiones de las antiguas leyes, nos brindaron su apoyo al comprobar que había graves desatinos en los Códigos, tanto civil como penal. Y eso no puede ni debe olvidarse. Es por ello que las antiguas feministas no aceptamos ni aceptaremos la criminalización del hombre por el hecho de serlo. Nuestro propósito era claro: conseguir la igualdad de derechos y oportunidades, pero no se pretendía convertirnos en hombres ni actuar como tales. No se pretendía sustituir la digna lucha por un “machismo de mujeres”.

El resto de las acciones, en aquel momento, se llevaron a cabo por una mayoría de nosotras, muy concienciadas respecto al futuro, y procedentes de distintas formaciones políticas en las que todas hablamos como una sola voz. En consecuencia, de ninguna manera puede atribuirse tal mérito el PSOE o no en exclusiva tal como pretende afirmar Carmen Calvo. ¡Ni mucho menos! Ya que fue una labor comprometida y conjunta.

Hay una mujer a la que debo mencionar aunque no llegué a conocerla y sin duda, habrá muchas otras, me refiero a María Belén Landáburu González; a ella debemos la equiparación de la mayoría legal de la mujer a la del hombre a los 21 años y no a los 25 y fue la única mujer que formó parte en la ponencia de la Ley para la Reforma Política de 1977.


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