Entrevista con Vladyslav Kovalchuk, analista político, máster en Estudios de Seguridad por la Universidad Maria Curie-Skłodowska de Lublin y fundador del think tank Ximera. Antes de unirse al ejército ucraniano como médico de combate, Vladyslav combatió la desinformación rusa y participo en diversas actividades de ayuda humanitaria como parte del grupo de apoyo Intermarium.

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Usted conoce bien la propaganda rusa, ¿por qué se empleó la “desnazificación” como excusa de la invasión?   

Porque el eje principal de la propaganda rusa es la Gran Guerra Patriótica, la segunda guerra mundial, de ahí viene todo este esfuerzo por llamar “nazis” a los ucranianos y justificar la invasión con el pretexto de “desnazificar y desmilitarizar Ucrania”. Su objetivo eran las personas del espacio postsoviético y lo cierto es que la propaganda funcionó, ya que hay que tener en cuenta que en las escuelas y universidades se sigue hablando de las bondades del Ejército Rojo y de Stalin como el arquitecto de la victoria.

La narrativa según el grupo al que iba destinada: para los musulmanes se presenta como una yihad, como repite el checheno Kadyrov; para los ortodoxos se presenta como una Cruzada contra el satanismo y para salvar a la Iglesia Ortodoxa en Ucrania; para los occidentales se presenta como una guerra contra la OTAN y los EEUU. Una propaganda adecuada para cada público

Esta guerra se presentó como la culminación de lo que Stalin había empezado. Sin embargo, si se analiza desde el principio la operación militar especial, vemos que primero se presentó como una lucha contra el nazismo, pero después se ha ido cambiando la narrativa según el grupo al que iba destinada: Para los musulmanes se presenta como una yihad, como repite el checheno Kadyrov; para los ortodoxos se presenta como una Cruzada contra el satanismo y para salvar a la Iglesia Ortodoxa en Ucrania; para los occidentales se presenta como una guerra contra la OTAN y los EEUU. Una propaganda adecuada para cada público.

Un elemento fundamental de esa propaganda es el regimiento Azov. Sin embargo, después de la defensa de Mariupol se ha producido un importante cambio de opinión con respecto a esta unidad.

Sí, la opinión general ha cambiado después de su heroica defensa durante más de 80 días, pero aún hay mucha gente que sigue haciendo oídos a esa propaganda. Por ejemplo, el gobierno de Japón se disculpó con Azov y saco a la unidad de su lista de grupos extremistas, pero Estados Unidos no lo ha hecho aún. Debido a su inclusión en esa lista el regimiento Azov no pudo recibir entrenamiento ni armamento estadounidense en 2015. La opinión pública internacional ha cambiado y los defensores de Azovstal han sido invitados a diferentes países: Polonia, Estados Unidos, Israel, etc. El enfoque es totalmente distinto, pero ha habido que pagar un precio por esa propaganda.

¿Qué piensa de la propuesta de tregua de Navidad que hizo Putin? ¿Más propaganda?

Sí, manipulan absolutamente todo. Este año Ucrania ha empezado a celebrar la Navidad el 25 de diciembre, aunque la mayoría de los ucranianos celebran las dos fechas, el 25 de diciembre y el 6 de enero, y con esta tregua Rusia intentó apelar a la parte ortodoxa de la población ucraniana. Por supuesto, también había un trasfondo bélico, para reorganizar o desplazar unidades en el frente, y diplomático, para plantear unas negociaciones con las que ganar tiempo para formar nuevas unidades con los reclutas movilizados.

Lo cierto es que hay que ser muy cínico para hablar de tregua de Navidad mientras se bombardean objetivos civiles.

Desde luego, pero al final esta campaña contra la población civil y las infraestructuras ucranianas sólo ha conseguido que Rusia haya sido designada como un estado patrocinador del terrorismo y que la Unión Europea y Estados Unidos nos entreguen más armas y ayuda.

Antes de alistarse ha estado colaborando en tareas de ayuda humanitaria. Algunos lugares han quedado arrasados o los ocupantes los han saqueado, pero la gente vuelve a sus casas o a lo que queda de ellas.

Se está haciendo un enorme trabajo de reconstrucción de los edificios y sí, la gente vuelve porque no quieren abandonar sus hogares.  La reconstrucción no es tan rápida como desearíamos, pero afortunadamente hay varios países que están invirtiendo dinero en esto. El objetivo es levantar todo lo que han derribado.

¿Qué ha significado para Ucrania la reconquista de Kherson?

Para Ucrania es un punto de inflexión, un símbolo de que recuperaremos todos los territorios perdidos. Para Rusia es un desastre sin paliativos. El mensaje principal de la propaganda rusa cuando tomaron Kherson fue: “Rusia está aquí para siempre”, “No nos vamos a ir nunca”, “No nos retiraremos”. Después del fracaso en Kyiv y luego en Kharkiv, la retirada de Kherson ha supuesto un duro golpe para los rusos e incluso algunos de sus corresponsales de guerra han empezado desde entonces a criticar a Putin y al liderazgo del ejército. Ahora mismo están empeñados en Bakhmut, donde han sufrido muchísimas bajas para sólo avanzar unos metros.

Su unidad parte al frente en apenas unos días, ¿disponen de un equipo adecuado para aguantar el invierno?

Sí, estamos bien preparados para el invierno, aunque está siendo un invierno más cálido de lo habitual. Por otro lado, los rusos han movilizado a muchos reclutas y no disponen del equipo necesario para todos sus soldados. Cuando oigo hablar del “general invierno” como un aliado de los rusos, me recuerda a la guerra contra Finlandia en 1940. Esa campaña fue un desastre absoluto para los rusos y el “general invierno” jugó en su contra. Creo que en Ucrania va a pasar lo mismo.

¿Cuánto tiempo ha durado su instrucción?

En total han sido casi seis meses. He recibido formación militar en distintas áreas: tiro, tácticas, combate urbano, etc. Y luego mi entrenamiento como médico de combate. Nuestra unidad iba a ser enviada al frente unos meses antes, pero los cambios en la situación de la guerra nos han permitido realizar más entrenamiento y mejorar nuestras habilidades.

¿Conoce a los médicos de combate polacos Witold Dobrowolski y Damian Duda? Sus misiones en el frente se están haciendo muy populares en Polonia.

Sí, los dos son buenos amigos. Duda está ahora mismo en Bakhmut, después de haber participado en la liberación de Kherson, y está haciendo un gran trabajo evacuando a civiles y soldados heridos en los combates.

¿Cuál es el nivel de preparación de los médicos de combate ucranianos?

Es difícil decirlo, pero desde luego es muy superior al nivel que teníamos en 2014. En estos ocho años se ha incorporado nuevo material y la experiencia acumulada desde 2014, y también hemos adaptado los protocolos del ejército estadounidense a nuestra situación. Por ejemplo, hemos fabricado una versión ucraniana del torniquete CAT (Combat Application Tourniquet) estadounidense que es igual de eficaz, pero mucho más barato. Los instructores médicos de la OTAN nos decían: “Ahora os enseñamos cómo salvar vidas, pero en un año seréis vosotros los que nos enseñaréis por la experiencia que habréis adquirido en la guerra con Rusia”.

¿Cree que Rusia podrá revertir los éxitos ucranianos con los nuevos soldados movilizados?

Un soldado sin preparación es un soldado de un solo uso y probablemente morirá en la primera batalla en la que participe porque no tiene la instrucción ni el equipo adecuado, no sabe usar equipo médico de combate y no dispone de un armamento moderno como el que tiene nuestro ejército. Ucrania tiene un enfoque mucho más profesional y tecnológico en esta guerra, usamos drones y satélites, tenemos la inteligencia proporcionada por Gran Bretaña y Estados Unidos, y esto hace que la situación sea muy complicada para los rusos.

Algunos de esos nuevos soldados movilizados han muerto en Ucrania apenas dos semanas después de ser reclutados. ¿No parece que al ejército ruso le importe mucho la vida de sus hombres?

En Rusia la vida humana vale muy poco. En Año Nuevo perdieron 600 hombres en un bombardeo con HIMARS sobre Makiivka, pero los comentarios de personas comunes en las redes sociales rusas le restaban importancia porque era un número muy bajo teniendo en cuenta la enorme población de Rusia. Es una mentalidad más propia de la Segunda Guerra Mundial.


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