Un tweet de Francisco José Contreras, Catedrático de la Universidad de Sevilla y Diputado de Vox, me hizo recuperar la película Yo acuso, en mi opinión la mejor película, por su calidad, sobre la eutanasia.
El argumento de Yo acuso es simple, a la joven y bella esposa de un reconocido médico se le diagnostica esclerosis múltiple, a pesar de los intentos del esposo y de otro médico, amigo de la familia, la enfermedad avanza rápidamente y los dolores llegan a ser tan insoportables que ella le pide a su esposo que, si realmente la quiere, la libre de ese sufrimiento, así que él la envenena motivo por el cual es acusado de asesinato y juzgado.
«Yo acuso», o Ich Klage An, se estrenó en Alemania en 1941 y se realizó por encargo del Ministerio para la Ilustración Pública y Propaganda, que dirigía Joseph Goebbels
Además de la eutanasia a adultos que lo solicitan, la película trata, en un segundo plano, de otros temas como la eutanasia a niños que sufren enfermedades que pueden dejarles secuelas graves y si es conveniente o no la institución del matrimonio.
Pero la mejor parte de la película se encuentra en las escenas que se dedican al juicio por asesinato a que se somete al protagonista, del que no sabremos la sentencia, y en las deliberaciones y dudas del juez entre hacer cumplir la legalidad vigente o si, por el contrario, actuar de acuerdo a la moralidad aceptada por la sociedad.
Como se puede ver es una película muy actual, sobre todo si tenemos en cuenta que Yo acuso, o Ich Klage An, se estrenó en Alemania en 1941 y se realizó por encargo del Ministerio para la Ilustración Pública y Propaganda, que dirigía Joseph Goebbels, con el objetivo de normalizar la aplicación de la eutanasia en la población alemana el mismo año que se suspendían oficialmente, que no en la práctica, las actividades del programa Aktion T4.
Pero más interesante que la película en sí es la obra de ingeniería social de la que forma parte, veamos en qué consiste este mecanismo:
En primer lugar, el Gobierno patrocina novelas y largometrajes que tienen como tema central, planteando casos extremos, los temas polémicos que pretende implantar pero que no son aceptados por la sociedad ya que suponen una ruptura con sus principios morales.
A continuación, se desarrolla un debate social, supuestamente espontaneo, alrededor de la obra que desemboca en un, supuesto, clamor social favorable a las propuestas que ha patrocinado el propio Gobierno.
Por último, el Gobierno cede a las peticiones mayoritarias de la sociedad, legalizando y regulando estos temas polémicos bajo el argumento de que no tiene la legitimidad de prohibir algo aceptado ampliamente por la sociedad ¿Acaso las leyes no tienen como objetivo último que las personas actúen de forma moralmente digna?* Entonces estas no deben ser condenadas si actúan de acuerdo a la moral que acepta una amplia mayoría de la población.
Este último paso se muestra perfectamente en la película en las deliberaciones del juez, en las que se afirma que hay casos en los que matar es un acto humanitario* o incluso que matar es un acto de amor*, destacando la reflexión del juez cuando dice que el derecho a morir no tiene que decidirlo un médico, no, sino que tiene que decidirlo el Estado*. (Al final todo acaba en el Estado).
(*) Tomado directamente de los diálogos de la película Yo acuso.
Foto: Olga Kononenko