La teoría crítica racial (TCR) está imponiéndose poco a poco en las escuelas de los Estados Unidos. Cierto es que hay ciertas resistencias. Algunos padres, que consideran que la raza no es lo que define a la persona, que lo que debemos buscar en un individuo no es el color de su piel sino su comportamiento de acuerdo con unas normas comunes a todos, muestran aquí y allá su disconformidad con el racismo institucionalizado por la TCR.

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El fiscal general de Nueva York, Merrick Garland, sabe qué hacer con esos recalcitrantes. Su oficina ha elaborado un informe que contempla la movilización del FBI contra aquéllos padres que se hayan opuesto a la TCR. Lo suyo es “terrorismo doméstico”. Mencionan algunas “amenazas de violencia”, pero en términos genéricos. Lo que se califica como “amenazas” es la participación en los debates en la comunidad educativa por parte de quienes muestran su disconformidad. “Violencia” hace referencia a que alguno ha llegado a levantar la voz, pero el nombre sólo se refiere a los críticos. Las normas contra los delitos de odio y la Patriot Act amparan, entiende el fiscal general, que el FBI actúe contra los padres que se oponen a la ideología del momento.

La labor política de Black Lives Matter y sus socios en la coalición antidemocrática no se limita a publicar pasquines, cometer atentados e incendiar ciudades. También tienen la estrategia de infiltrarse en los actores políticos de los distintos países

Nueva York nos queda a un océano de distancia. Pero ya sabemos que todo lo que ocurre allí se refleja, de un modo u otro, en la ajada e intrascendente Europa. Precisamente un movimiento que debe su fuerza a la TCR lleva un tiempo pergeñando una estrategia de política exterior. Se trata de Black Lives Matter (BLM).

El asunto no es nuevo, aunque lo conozco por el aviso reciente de Dissent Magazine. Se trata de un artículo titulado The new black internationalism; por tanto, El nuevo internacionalismo negro, traducido a nuestro idioma.

M4BL es un paraguas que articula los esfuerzos de varias organizaciones basadas en la cuestión racial que incluye a BLM. Es una plataforma política para la que las fronteras de los Estados Unidos se le quedan pequeñas. No reconoce al país, ni a sus instituciones, ¿cómo iba a contenerse en sus límites geográficos?

No hay más nación que la raza, y M4BL ha observado que hay negros por todo el globo. Un documento titulado A vision for black lives, cuatro páginas, recoge su pensamiento. El núcleo está en este párrafo: “Como un pueblo oprimido que vive en los Estados Unidos, vientre de un imperio global, estamos en una posición crítica para construir las conexiones necesarias para crear un movimiento global de liberación. Mientras no seamos capaces de sobreponernos al imperialismo, el capitalismo y el supremacismo blanco de los Estados Unidos, nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo seguirán viviendo encadenados. Nuestra lucha se refuerza por nuestras conexiones a la resistencia de los pueblos en todo el mundo, en su lucha por su liberación”.

Este documento es del año 2015. Ese mismo año, las Naciones Unidas inició la Década Internacional para las Personas Descendientes de África, y en la fiesta inaugural la cofundadora de BLM, Opal Tometi, se refirió a “la lucha de Nicolás Maduro por la vindicación de los derechos de los pueblos”. “La justicia”, dijo entonces Tometi, “tiene que ver con el aspecto racial”. Una afirmación que no hubiera desentonado en la Alemania de los años 30.

Rafael Valera, en la información de El American, recoge un documento que es la memoria del segundo encuentro anual del Foro de Sao Paulo en Washington. Sí, en Washington. Ahí está BLM con el MAS, el partido del narcorégimen de Evo Morales, el Partido Comunista de los Estados Unidos, y grupos como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional o el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil.

En uno de los actos se hizo una exaltación a Fidel Castro. La nomenklatura de su régimen es blanca, y tiraniza a una población mayoritariamente negra. Es lo que Black Lives Matter llama “la liberación de los pueblos” y la lucha por romper las cadenas de “nuestros hermanos y hermanas”.

También tiene relación con Antifa, una organización que tiene ya importantes lazos con organizaciones de otros países, como el Partido de los Trabajadores del Kurdistán. El PKK estuvo instruyendo a Antifa en técnicas terroristas en Siria. Y, finalmente, cuenta con las simpatías del Word Economic Forum.

La labor política de Black Lives Matter y sus socios en la coalición antidemocrática no se limita a publicar pasquines, cometer atentados e incendiar ciudades. También tienen la estrategia de infiltrarse en los actores políticos de los distintos países. En el sarao racista patrocinado por Naciones Unidas también estaba la rama socialista del Partido Demócrata, que tiene una importancia cada vez mayor en el partido que fue, ¡Ay!, de Andrew Jackson. En España podrían tener relaciones con Podemos, si bien no he encontrado un vínculo claro. Sí sirve el ejemplo BLM como palanca para promover su propia agenda contraria a las instituciones democráticas.

Como no hay agenda antidemocrática que no cuente con el respaldo de los medios de comunicación, no debemos echar en saco roto la capacidad de un grupo como BLM de influir, de forma directa como en Brasil, o por instituciones interpuestas, en la política de los distintos países.

Foto: Oladimeji Odunsi.


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