Me sorprende que te sorprenda el desánimo que me causa la victoria de Gustavo Petro. ¿Es que acaso no has aprendido nada acerca de lo que te he enseñado? Para muchos el miedo se ha hecho fuerte en su corazón. Esto quizá te sorprenda porque desde España el candidato del “cambio” parece la opción más agradable. Ha puesto sus palabras del lado de la desigualdad, inunda sus discursos acelerando la preocupación por el medioambiente, invita poner rumbo hacia un capitalismo humano. ¿Qué puede haber de malo en todo ello?

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Mi querido Sempronio, debes saber que el bien para ser bueno no le basta los buenos deseos, también necesita de unos buenos zapatos. Petro pretende que el bien vaya descalzo y que sea la realidad la que se acomode a su calzado. Para ello reconducirá la felicidad del país a su entero interés. Y para conseguirlo te hará creer que lo que necesitas no es de un administrador que gestione tus intereses sino de un salvador que los alivie.

Para que los desaciertos del líder no pongan en riesgo su dominio será fundamental afianzar la fe alrededor suyo. Para ello será necesario que el pueblo renuncie a su estatus de ciudadanía. Esto será más fácil si se le persuade con el rol de víctima

Lo primero es retrasar tanto como sea posible el momento en el que el colombiano se dé cuenta de que el infierno está lleno de buenas intenciones. Para ello deberá aceptar la idea de que los males tienen remedio y su cura es simple y unívoca. ¿Y qué mejor modo para conseguirlo que dotarlo de un “chivo expiatorio”? Como les será imposible imaginar que queriendo el bien inunden el país de males, te convencerán de que la falta de rumbo de sus políticas responde a la intromisión de un espíritu maléfico (un día USA, otro el capitalismo atroz). Si eso no fuera posible o no diera los frutos deseados explotarán el miedo persuadiéndote de que el enemigo lo tienes metido en casa. Con ello les será muy fácil ganarse tu aprobación y así suspender el acceso a la libre información, y luego, a la libre expresión. Una vez que han desviado tu rabia hacia un lugar indeterminado la pondrán a su servicio. Para ello harán que te sientas culpable de todos tus males pero responsable de ninguno. Y así aunque Colombia no tenga un problema medioambiental celebrarán el día sin auto como si la contaminación no viniera acelerada por eso mismo. Te empujarán a creer que la desigualdad es la causa de todos los males del país cuando en realidad es la consecuencia de una mala forma de hacer economía. Así, habrán conseguido confundirte para poder gastar ingentes cantidades de dinero público sin que te apercibas. Una vez aquí tendrán vía libre para suspender los más elementales mecanismos democráticos mientras que tú crees que trabajan por tu bienestar. Solo así se puede explicar que las personas se vean usurpadas del más elemental sentido de la crítica sin dejar, por ello, de sentirse inteligentes. No creas que con esto el uribismo habrá muerto, Sempronio ¡Con Petro estará más vivo que nunca¡ o ¿a quién culparán del fiasco de sus malos resultados? No vacilarán en mudar la retórica tantas veces le sea necesario. Si su victoria se justificaba con que el país no podría estar peor, su corrupción será acreditada apelando a que el país podría estar peor.

Para que los desaciertos del líder no pongan en riesgo su dominio será fundamental afianzar la fe alrededor suyo. Para ello será necesario que el pueblo renuncie a su estatus de ciudadanía. Esto será más fácil si se le persuade con el rol de víctima. Es fundamental, Sempronio, que el gobierno alimente siempre que le sea posible esta relación de dependencia. Así podrá hacer pasar todas sus tropelías sin que el pueblo se aperciba. Siempre que puedan elegir entre bajar impuestos o incrementar las subvenciones no dudes que harán lo segundo. Conceder autonomía al pueblo pondría en peligro el plan de acción alimentando los poderes de la resistencia. Conviene un estado de ánimo apático, casi abatido. Sin embargo, no olvides Sempronio que tal estado también es peligroso pues podría volverse en contra de los dirigentes al despertar entre las masas un deseo de libertad perdida. Por eso el ataque tendrá más posibilidades de éxito cuando las ganas de libertad se vean superadas por el entusiasmo de una masa jadeante ayudada por una publicidad invasiva. No olvides que cuando se manipulan emociones es imprescindible abrir la ventana a los placeres. El gobierno hará todo lo posible para legalizar cualquier tipo de drogas apelando a la libre soberanía individual cuando su verdadera intención es adormecer el inusual descontento de la gente. Todas las luchas con las que pretenden entretenerte no son más que subterfugios para minar tu ánimo. Pondrán todos los medios a su alcance para que te preocupes de las cosas que no son preocupantes con tal de que no tengas que preocuparte de las que sí lo son. Te persuadirán para que reconozcas un conflicto entre hombres y mujeres para así deconstruir tu masculinidad. De esta manera harán reinar la confusión entre los sexos. Los hombres, aturdidos, no sabrán como relacionarse con las mujeres, y estas no encontrarán entre ellos nada de valor ¡Que todo sirva, para que unos y otros, se rindan al funcionario de turno! Si esto no llegara a ser suficiente o sospecharan de sus verdaderas intenciones te aturdirán con nuevos pasatiempos. Para esto viene de perlas la agenda de Naciones Unidas. Con objetivos cada vez más rocambolescos la tarea descansa en llenar de insatisfacción a un pueblo que nunca los vea del todo cumplidos. A esto ayudará que en la plaza central ondee junto a las banderas patrias, alguna que enaltezca la dignidad de sus reclamos. Así se infectará el espíritu de la gente de un espíritu perezoso que contenga sus rebeliones internas. El poder de la resistencia será arrancado y sustituido por el de la resiliencia y así con todo. De esta manera se convencerá al pueblo de que los problemas le son cada vez más grandes y la fortaleza para enfrentarlos cada vez más pequeña. El negocio es perfecto, Sempronio: la cuestión no es otra que confundir sus objetivos y luego hacer mella en su ánimo para que no puedan reconducirlos.

Foto: Media LabCo.

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Antonini de Jiménez
Soy Doctor en Economía, pero antes tuve que hacer una maestría en Political Economy en la London School of Economics (LSE) por invitación obligada de mi amado padre. Autodidacta, trotamundos empedernido. He dado clases en la Pannasastra University of Cambodia, Royal University of Laws and Economics, El Colegio de la Frontera Norte de México, o la Universidad Católica de Pereira donde actualmente ejerzo como docente-investigador. Escribo artículos científicos que nadie lee pero que las universidades se congratulan. Quiero conocer el mundo corroborando lo que leo con lo que experimento. Por eso he renunciado a todo lo que no sea aprender en mayúsculas. A veces juego al ajedrez, y siempre me acuesto después del ocaso y antes del alba.