La industria de la censura, explicaba en el anterior artículo, tiene dos pilares fundamentales: los delitos de odio y los verificadores (Fact Checkers). La proposición de que expresar unas ideas debe convertirse en delito es antigua como el habla o, más bien, como la emergencia de las normas de vida en común. Pero la idea de que ciertos discursos constituyen la expresión de odio hacia ciertos sectores y de que deben perseguirse penalmente es muy reciente. Y tiene un origen muy específico: la Unión Soviética.

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La URSS presionó durante la redacción de la Carta de Derechos Humanos de 1948 para que no triunfara la visión de absoluta libertad de expresión que promovían, entre otras naciones, los Estados Unidos. La URSS no logró entonces su objetivo, pero lo fue colando en sucesivos certámenes internacionales en los años 60, hasta su triunfo definitivo en los últimos años. Es decir, que los delitos de odio tienen un origen totalitario y de izquierdas.

No hay ningún “experto en desinformación” que esté “bastante” o “muy” a la derecha. El 5% está “ligeramente” a la derecha, el 10% en el centro, y el resto a la izquierda

El pilar de los verificadores no tenía por qué tener una inclinación a izquierda o derecha, si su función es la de limpiar los medios de comunicación de sus errores o mentiras. Pero la realidad es clara. Si el problema que subyace es la voluntad de control de las democracias de masas, como señalaba en mi anterior artículo, y el izquierdismo ofrece una ideología de control, es normal que sea la que se imponga.

En el primer artículo repasábamos el papel en la industria de las agencias de publicidad. Anegan en dinero a algunos medios de comunicación, pero sobre todo proyectan sobre otros una gélida sombra, que merma la capacidad de influencia o, en ocasiones, condena a la irrelevancia, o al cierre. Varias de ellas participaron en la creación de un verificador: NewsWard. Y podemos preguntarnos: ¿Es una empresa de comunicación imparcial, o tiene algún tipo de sesgo?

La respuesta nos la da The Media Research Center, y en concreto su proyecto NewsBusters. No es a su vez un verificador. A lo que se dedica es a valorar el sesgo ideológico de los medios de comunicación. Para ello han creado una herramienta, llamada AllSides. Y ésta se basa, por un lado, en la opinión de numerosos expertos de todas las ideologías políticas, y por otro en encuestas “ciegas”, según explica la propia web. Así, pueden calibrar si un medio está más a la izquierda o más a la derecha. Así, The New York Post estaría a la derecha, Reason al centro-derecha, The Wall Street Journal o Newsweek en el centro, Politico en el centro izquierda, y The New Yorker a la izquierda, por poner un ejemplo.

NewsBusters explica que las valoraciones de NewsWard son un 93% positivas para los medios de comunicación de izquierdas, mientras que para los medios a la derecha es sólo del 66%. Casi 30 puntos de diferencia. Esa diferencia, ¿se explica porque la ideología de izquierda fuerza a los periodistas a ser más cuidadosos con la información, o porque lo que muestra es el sesgo del propio verificador?

Un estudio realizado por Thomas A. Colicchio trata esta cuestión. Parte de los datos de PolitiFact, que es uno de los verificadores más importantes de los Estados Unidos. Y su conclusión casi la podríamos haber escrito todos antes de alcanzarla: hay un sesgo prodemócrata y antirrepublicano. Ese sesgo, además, es mayor en los medios nacionales, quizás más imbuidos en una estrategia nacional y más ideológica, que en los estatales; incluso dentro de la misma empresa periodística.

Para España no tenemos un estudio que nos aclare las ideas. Cuatro autores se han planteado la cuestión en un cuidado análisis titulado Can we detect bias in political fact-checking? Evidence from a Spanish case study. Se trata de Alejandro Fernández-Roldán, Carlos Elías, Carlos Santiago-Caballero, y David Teira. El análisis, digo, está pulcra y cuidadosamente hecho. Se basa en 313 verificaciones realizadas por Newtral durante su primer año de funcionamiento. Su conclusión puede parecer decepcionante, pero no lo es. Los autores observan que no pueden llegar a un resultado concluyente: “Nuestro estudio cualitativo muestra que los métodos de verificación de estas agencias son probablemente demasiado laxos para admitir un análisis estricto, y esto afectaría no sólo a nuestro método, sino a cualquiera de los enfoques alternativos de coherencia o detección de sesgos examinados en nuestra revisión bibliográfica”.

Con todo, sí pueden afirmar que “hay prima facie signos de sesgo en el protocolo de verificación de Newtral, dado que hay una notable diferencia entre las probabilidades de obtener una valoración positiva o negativa, en función de la ideología del partido analizado”.

Hay otro estudio realizado para la Misinformation Review, pero que no obtiene este resultado… quizás porque ha evitado planteárselo como hipótesis. Pero la revista elabora un informe basándose en 150 “expertos en desinformación”, que como le dijo Rafael Gómez Ortega, “el gallo”, a José Ortega y Gasset, “hay gente pa tó”. El propio informe (en la página 15) recoge cuál es el sesgo ideológico de los expertos, y el resultado es concluyente. El informe divide el sesgo en siete categorías. Una está en el centro. Tres a la derecha y tres a la izquierda, según tres grados de tendencia hacia uno u otro lado: “ligeramente” “bastante” y “muy”. Pues bien, no hay ningún “experto en desinformación” que esté “bastante” o “muy” a la derecha. El 5% está “ligeramente” a la derecha, el 10% en el centro, y el resto a la izquierda. Hay casi el triple de desinformólogos que se definen “muy” a la izquierda que los que se dicen “ligeramente” a la derecha. Se puede ver gráficamente en este tuit de Bjorn Lomborg.

La conclusión no es sorprendente, pero casi podemos darla por segura. Hay un claro sesgo a la izquierda de los autoproclamados verificadores.

Foto: Daniil Zameshaev.

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