De la misma manera que algunos de los teóricos, por llamarlos de algún modo, del progresismo populista y de las nuevas izquierdas han hecho suyo el magisterio de Carl Schmitt, que puede considerarse, sin duda alguna, el mejor exponente de la doctrina política del nazismo, los más avezados propagandistas del PSOE bajo el mandato de Sánchez, empezando por Sánchez mismo, se están haciendo unos expertos consumados en el seguimiento de las técnicas de Goebbels, el avispado ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, nada menos.
Es interesante preguntarse hasta qué punto podrán seguir funcionando estas estrategias de manipulación de la opinión pública
No se crean que se limitan a tener una gran propensión y destreza para mentir, que la tienen, es que además se entrenan y ejercitan a fondo con el manual goebbelsiano. Verán cómo es así y no invento nada. Escogeremos algunas de las ideas del gran agitador del nazismo para ver cómo se aplican a la letra en las campañas de opinión que promueven y ejercitan los que se dedican a ensalzar las incontables hazañas del presidente:
- Goebbels llamó la atención sobre lo importante que era el principio de exageración con el que se trata de presentar como algo gravísimo cualquier anécdota irrelevante que pueda servir para convertir al adversario en un enemigo peligroso. El caso que prefiero en esta categoría es el de la viejísima y muy manida foto de un joven Feijóo en la cubierta de una lancha que al parecer pertenecía a un narco.
- El genio de la mentira enseñó a convertir cualquier amenaza a las propias posiciones en un ataque inmisericorde contra el adversario al que se dibuja como afectado por ese mismo problema, pero de forma todavía más grave. Así, si se hace patente una sospechosa actividad conseguidora en la esposa del presidente, que aparece por las inmediaciones de algunas empresas poco antes de que estas compañías obtengan sustanciosas e inexplicadas subvenciones, la Agencia Tributaria es obligada a quebrantar sus obligaciones para revelar que el novio de Isabel Ayuso tiene un problema con Hacienda. La ministra desveladora nos toma por tontos y afirma, además, que lo ha oído en la radio, aunque un pequeño desfase horario haga ver que es ella, o alguno de sus muchos servidores, quien se lo ha contado a la radio, pequeños detalles que le traen al pairo a tan folclórica hacendista.
- Goebbels fue el inventor y primer usuario de las técnicas de orquestación que permiten reducir la propaganda a un pequeño núcleo de consignas que se repetirán una y mil veces y en distintos tonos por los encargados del caso. El PSOE controla un numeroso grupo de opinión sincronizada que se encarga a las mil maravillas de diversificar los tonos y los estilos para la difusión y comentario de cualquier mendacidad. Hay muchos ejemplos, pero el que prefiero es el tratamiento de cuanto rodeó a la pandemia, todo lo que se le ocurría a Sánchez servía para salvar vidas y no dejar a nadie atrás, estaba avalado por un consejo científico infalible, aunque según se ha terminado por saber, el supuesto consejo no ha existido nunca, ha sido un invento más. Cualquiera que objetase medidas tan absurdas e inútiles como el interminable encierro y el latazo de las mascarillas era inmediatamente motejado de criminal, porque con la salud no se juega.
- La técnica de considerar a cualquier discrepante como miembro de una falange disciplinada a la que se identifica como enemigo único, como adversario radical produce un efecto minimizador pues no son varios y distintos los que opinan de otra manera sino el único y verdadero enemigo del pueblo. Todos los que se han opuesto, por ejemplo, a la amnistía que Sánchez pretende otorgar a cambio de los siete votos que necesitaba para obtener una mayoría simple en la investidura son presentados como personas pura y simplemente enemigas de la reconciliación, contrarios a la democracia y a la soberanía popular, además de anti catalanistas furibundos. Da igual los motivos que hayan podido esgrimir para objetar semejante bodrio legislativo y político, porque según el PSOE de Pedro Sánchez las razones de unos y otros son meros argumentos para tratar de acabar con su legítimo e irrestricto poder.
- Goebbels enseñó también a guardar silencio sobre aquello que podía desfavorecer a la causa, a no hablar de lo que no conviene. En el caso de Sánchez es ejemplar su capacidad para ocultar que al aliarse con Junts se ha puesto en manos de uno de los partidos más a la derecha de toda Europa. Sánchez piensa que, y en esto sigue a Orwell más que al alemán, su progresismo es de tal intensidad y tiene un atractivo tan fuerte que sirve perfectamente para ocultar los vectores de insolidaridad, aristocratismo y racismo presentes en los proyectos y en las acciones de Puigdemont y sus secuaces.
- Las enseñanzas del ministro de propaganda de Hitler recomiendan utilizar lo que se podría llamar el principio de unanimidad que invita a que la comunicación sugiera que lo que se defiende es idéntico a lo que todo el mundo cree y da por verdadero. Son abundantes los casos en los que la comunicación del PSOE y del gobierno de Sánchez se refugian tras el trampantojo de una pretendida unanimidad como, por ejemplo, considerar a sus rivales enemigos de la mujer o suponer que la más leve crítica a sus planes energéticos y medioambientales, por necios que sean, se debe al negacionismo, mezcla de todos los males sin sombra de bien alguno.
- Para terminar con este breve análisis, que se podría prolongar con muchísimos más ejemplos, me referiré al principio que invita a enlazar con sentimientos primitivos, con actitudes que predisponen a aceptar odios y prejuicios tradicionales. El PSOE de Sánchez es enemigo de cualquier forma de pluralismo porque somete las opiniones discrepantes a un contraste perverso con sentimientos muy primitivos; así, por ejemplo, utiliza con enorme frecuencia el recurso a tachar de franquista cualquier actitud que se oponga a sus intereses políticos o electorales. Para Sánchez son franquistas los agricultores que protestan de la desatención al campo o los propietarios que se sienten desamparados frente a la amenaza de que les ocupen sus viviendas.
Es interesante preguntarse hasta qué punto podrán seguir funcionando estas estrategias de manipulación de la opinión pública. De hecho, me parece que ya no convencen sino a los muy fanáticos y resulta evidente que el partido de Sánchez está muy lejos de poder recuperar los electores que en otros momentos ha podido tener el PSOE. Lo que seguramente ocurre es que eso no preocupa demasiado a quien ha sabido encontrar unos aliados de ocasión que nos resultan muy caros y difíciles de soportar a una buena mayoría de españoles pero que permiten a Sánchez seguir usando los colchones de la Moncloa, aunque sea al precio de mentir cada día más, cosa en la que no parece conocer límites.
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