El socialismo a la española es una fábrica de convertir trabajadores en parásitos. Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia; es lo que está pasando.
Josecho es un empleado de un pequeño comercio en una provincia vasca, 55 años, contratado media jornada, gana quinientos euros por tres horas, cinco días y medio a la semana. Todos los derechos: 14 pagas, mes de vacaciones, seguridad social, etc.
Durante siete años ha trabajado satisfactoriamente en esa pequeña tienda. Su esposa tiene un sueldo a jornada completa de 1.200 euros y la vida es más barata en el pueblo comparado con una capital de provincia. Al matrimonio no le da para ahorrar, pero viven honrada y sobradamente de su trabajo a la espera de la jubilación.
Josecho se encuentra con Pachi, amigo de la cuadrilla, y le cuenta:
[Josecho] Chico, estoy encantado. He conseguido que mi jefe me despida. Le he hecho estos tres últimos meses la vida imposible y no me aguantaba más.
Me han tenido que dar siete mil euros de indemnización por despido improcedente; estaré en el paro año y medio ganando casi lo mismo sin ir a trabajar; después me engancho a «parado de larga duración», mayor de 52 años, por un importe superior a lo que ganaba antes trabajando y no tengo más que esperar llegar a los 65 que cobraré la jubilación.
[Pachi] Está muy bien Jóse, pero seguirás votando nacionalista, ¿no?
[Josecho] ¡Quiá! Pienso votar a Sánchez. Ahora que, si esto de los 52 años lo hubiera hecho la seguridad social del PNV, les votaría a ellos.
En el Reino Unido del Brexit si un parado no demuestra fehacientemente que porfía y busca trabajo, le retiran la subvención.
Los ingleses son tontos. No saben lo que se pierden con las leyes sociales del continente.
Foto: David Siglin