El socialismo a la española es una fábrica de convertir trabajadores en parásitos. Cualquier parecido con la realidad no es coincidencia; es lo que está pasando.

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Josecho es un empleado de un pequeño comercio en una provincia vasca, 55 años, contratado media jornada, gana quinientos euros por tres horas, cinco días y medio a la semana. Todos los derechos: 14 pagas, mes de vacaciones, seguridad social, etc.

Durante siete años ha trabajado satisfactoriamente en esa pequeña tienda. Su esposa tiene un sueldo a jornada completa de 1.200 euros y la vida es más barata en el pueblo comparado con una capital de provincia. Al matrimonio no le da para ahorrar, pero viven honrada y sobradamente de su trabajo a la espera de la jubilación.

Josecho se encuentra con Pachi, amigo de la cuadrilla, y le cuenta:

[Josecho] Chico, estoy encantado. He conseguido que mi jefe me despida. Le he hecho estos tres últimos meses la vida imposible y no me aguantaba más.

Me han tenido que dar siete mil euros de indemnización por despido improcedente; estaré en el paro año y medio ganando casi lo mismo sin ir a trabajar; después me engancho a «parado de larga duración», mayor de 52 años, por un importe superior a lo que ganaba antes trabajando y no tengo más que esperar llegar a los 65 que cobraré la jubilación.

[Pachi] Está muy bien Jóse, pero seguirás votando nacionalista, ¿no?

[Josecho] ¡Quiá! Pienso votar a Sánchez. Ahora que, si esto de los 52 años lo hubiera hecho la seguridad social del PNV, les votaría a ellos.

En el Reino Unido del Brexit si un parado no demuestra fehacientemente que porfía y busca trabajo, le retiran la subvención.

Los ingleses son tontos. No saben lo que se pierden con las leyes sociales del continente.

Foto: David Siglin


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Guillermo Gortázar
Nací en Vitoria en 1951. Estudios en San Sebastián, Madrid y en La Jolla, California. He sido “político” cuatro años contra el franquismo por las libertades, entre 1972 y 1975. Licenciado en derecho y Dr. en historia. Después de quince años en los que trabajé en banca, enseñanza media y universidad, retorné a la actividad política en 1990: fui diputado en tres legislaturas, hasta mi dimisión en 2001; inmediatamente después, volví a mi plaza de profesor de historia en la Universidad. El cesarismo en el PP y el nulo o escaso debate político terminaron por convencerme que aquello (esto) no terminaría bien. He dedicado buena parte de mi obra reciente a criticar la deriva partitocrática que, a mi juicio, es la base de la crisis política española. Para ampliar estos puntos de vista, publico un blog diario. Sugiero consultar libros y publicaciones en mi página web personal.