En el artículo titulado Derogar, pero no el sanchismo, sino los abusos, publicado en Disidentia, su autor, José Luis González Quirós, se formulaba a sí mismo y, en consecuencia, a los lectores, una pregunta muy inquietante: “¿Cómo es que nadie puede entrar en mi domicilio, salvo que sea un okupa, sin un mandato judicial mientras que Hacienda y similares pueden entrar en mi cuenta corriente y llevarse lo que estime oportuno?”.
Cada vez más ciudadanos tienen una percepción del Estado bastante poco halagüeña. Estos ciudadanos, entre los que quizá se incluya usted, querido mecenas, hace tiempo que no perciben tanto las bondades del Estado de bienestar como sus abusos y una maléfica tendencia a que quienes lo administran se erijan en autoridad, en nuestros jefes, en vez de nuestros servidores. Con el tiempo y la costumbre, este abuso está provocando que el Estado sea percibido por un número creciente de personas como su enemigo número uno.
Sin embargo, esta grave anomalía, más allá de prometer acabar con algunos chiringuitos o una mejor administración, está sospechosamente ausente del debate electoral de las elecciones generales del 23 de julio. Diríase que en esto los partidos ha elegido ser la representación fáctica de ese Estado abusador. En definitiva, que los partidos, amparados en una discutible idea del bien común, y la no menos discutible de que el Estado encarna esa idea, se guardan mucho de desafiar un perverso statu quo, según el cual, en la práctica, no somos ciudadanos, sino súbditos.
PODCAST con José Luis González Quirós, filósofo, ensayista y analista político, y Javier Benegas, editor de Disidentia.