Lamentablemente, no hace falta ser profeta para aventurar que de esta pandemia surgirá un estertor político que abundará en el error, en esa idea del Estado como organismo, no como organización. Tendrá un recorrido muy corto, posiblemente, pero quizá el suficiente para dar un último paso y precipitarnos definitivamente en el abismo. El pavor a una recesión extraordinariamente profunda y prolongada, que arroje una cifra de desempleados inimaginable, podría animar esta ofensiva estatalista, cuyo santo y seña sería la defensa numantina de “lo público” frente a la necesidad de la transformación………