Son muchas las ocasiones en las que he pedido públicamente y por privado al presidente de mi partido, Albert Rivera, retirar el apoyo parlamentario a Mariano Rajoy para forzar la convocatoria de elecciones anticipadas, todas ellas basadas en hechos objetivos y nunca en juicios de valor.

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Hasta el pasado 25 de mayo, todos mis intentos habían sido en vano. Sin embargo, al día siguiente de publicarse una sentencia de las diferentes causas que componen el caso Gürtel, donde la Audiencia Nacional suscribe algo que todos los españoles ya sabíamos desde hace mucho tiempo, que no es otra cosa que el Partido Popular es un nido de corrupción sin remedio (igual que el PSOE) y que Rajoy mentía cuando afirmaba no saber nada ni ser responsable de nada, de repente, todo cambia y Albert Rivera decide que Rajoy debe irse y hay que convocar elecciones anticipadas.

De repente, todo cambia y Albert Rivera decide que Rajoy debe irse y hay que convocar elecciones anticipadas

¿Qué ha cambiado? Nada, salvo que el PSOE ha presentado una moción de censura “inesperada” a Mariano Rajoy y ello ha trastocado los planes de Rivera, que eran crear una candidatura poderosa para los comicios generales que antes hubiera sido consolidada en las elecciones municipales y autonómicas de 2019.

Estos planes de mi presidente, que son totalmente lícitos porque tiene la facultad para hacer lo que crea conveniente, han demostrado ser equivocados, ya que Ciudadanos ha perdido la posibilidad de tomar la iniciativa, esa que la gran mayoría de los ciudadanos nos viene demandando desde hace meses. Y la primera prueba de ello fue el resultado de las elecciones catalanas. Las razones de no haber tomado esa iniciativa y el error que ha supuesto, será objeto de debate y aprendizaje para el futuro.

Sin embargo, ahora nos toca jugar a la defensiva, apoyándonos en la única posición lógica que había desde el principio para echar a los corruptos del poder, la convocatoria de elecciones, esa posición que nos negamos a liderar cuando los ciudadanos nos lo demandaban y a la que ahora nos obliga a posicionarnos la decisión de un tercero, el PSOE, que, para colmo, es parte integrante de esa inmensa corrupción y a la que no está dispuesto renunciar bajo ningún concepto, al igual que el Partido Popular.

Desde el primer momento, y como rúbrica a mi opinión ya suficientemente expuesta, me posicioné públicamente en apoyar una moción de censura única y exclusivamente si el nuevo presidente (ya sea Sánchez, Rivera o una persona independiente) al minuto siguiente de ser elegido disuelve las Cámaras y convoca elecciones, instando a PSOE, Podemos y Ciudadanos a llegar a un acuerdo para que esto fuera así. Algunos periodistas cronistas y parlamentarios me respondieron por privado “Así debería ser Juan Carlos, pero no te van a hacer caso”.

La moción de censura es una farsa montada por PSOE y PP para contrarrestar el peligro que suponen los partidos emergentes

Han transcurrido 72 horas desde que el PSOE registrara la moción de censura, y los hechos demuestran, sin lugar a dudas, que la moción de censura es una farsa montada por PSOE y PP para contrarrestar el peligro que suponen los partidos emergentes, seguir repartiéndose los órganos de poder en las instituciones y, en definitiva, mantener instaladas las redes de corrupción que los alimentan con el apoyo de sus aliados naturales, los nacionalistas. Es bastante fácil llegar a esta conclusión si se analizan los acontecimientos.

En primer lugar, debemos referirnos a la reunión mantenida el 15 de mayo en La Moncloa entre Rajoy y Sánchez, en un más que agradable clima de cordialidad donde ambos parecían irreconocibles. Ambos líderes trasladaron a la opinión pública que el objeto de la reunión era unificar criterios para mantener la aplicación (de broma) del Artículo 155 en Cataluña.

Sin embargo, lo cierto y verdad es que el objeto real de la reunión no era otro que sellar la estrategia para acabar con la grave amenaza que para ellos supone que Ciudadanos lidere las encuestas y que gran parte de la opinión pública española lo respalde. Naturalmente, sin olvidarse de la importante influencia que todavía conserva Podemos, a pesar de los graves errores cometidos.

Esto he podido saberlo por la indiscreción, durante una cena, de un alto cargo de La Moncloa, que declaró abiertamente que Rajoy y Sánchez habían llegado a un acuerdo para confeccionar una gran coalición “a la alemana” que aflorará en su momento con el lema “por la salvación de España” y que ya anuncié hace meses en este artículo.

Rajoy y Sánchez habrían llegado a un acuerdo para confeccionar una gran coalición “a la alemana” que aflorará en su momento con el lema “por la salvación de España”

En esa reunión, ambos sellaron el acuerdo de crear un escenario a corto plazo que pusiera a Ciudadanos en una situación complicada para revertir esa peligrosa tendencia y a medio plazo “de las cloacas” emergería información sensible que sembraría el caos entre sus principales líderes. Paralelamente, a Podemos, las cloacas del Gobierno se encargarían de desorganizar a las bases sacando información de comportamientos irresponsables por parte de sus líderes. Estos hechos no son otros que el asunto del chalé de Galapagar y la presentación de la moción de censura.

¿Por qué la moción de censura es una farsa? En política, las casualidades son mínimas. La sentencia del caso Gürtel fue pública un día después de que se aprobaran los PGE, no antes. El contenido de la sentencia, repito, previsible para todos los españoles, era ya bien sabido tanto por Rajoy como por Sánchez. Si Sánchez fuera honesto en sus intenciones de desalojar a Rajoy de La Moncloa tuvo tiempo más que suficiente para negociar a priori con los actores clave (Ciudadanos y Podemos) el contenido y resultado de la moción antes de la fecha de publicación de la sentencia, o por qué no, sin necesidad de esperar dicha publicación. El resultado de esa negociación, si fuera honesto, no podía ser otro que la convocatoria de elecciones, ya que pretender ser el presidente del Gobierno en solitario con 84 escaños es ridículo.

Las declaraciones de los líderes del PSOE no dejan ninguna sombra de duda sobre el fracaso premeditado de la moción, ya que no están dispuestos a negociar el contenido de la misma alegando que gobernarán en solitario, que no atenderán exigencias de nacionalistas y argumentan que sólo necesitan “unos meses” para realizar labores de “limpieza democrática” antes de convocar elecciones.

Estos argumentos son absurdos. En primer lugar, cualquiera que quiera obtener el apoyo para una investidura tiene que negociar antes el contenido con los grupos de los que espera apoyo, cosa que no ha sucedido ni va a suceder. En segundo lugar, el PSOE, al igual que el PP, siempre se ha plegado a las exigencias nacionalistas para llegar al poder y ahora no sería una excepción si ese fuera el objetivo real y en tercer lugar es imposible realizar reformas de calado en unos meses. Por lo tanto, Sánchez está jugando un papel, sabe perfectamente que la moción fracasará porque no la apoyará ni PNV ni Ciudadanos, y el mensaje con tono exaltado y grandilocuente sólo constituye una coartada ante sus electores.

¿Qué gana el PSOE? Recuperar la notoriedad perdida, especialmente ante el electorado fugado a otros partidos

¿Qué gana el PSOE? Recuperar la notoriedad perdida, especialmente ante el electorado fugado a otros partidos, tratando Sánchez de dar una imagen de liderazgo “regenerador” que le permita reconstruir las bases y llegar con ciertas garantías de éxito a las elecciones andaluzas y a las municipales y autonómicas, donde el PSOE se juega el todo o la nada.

¿Qué gana el PP? Una moción de censura constituye un acto de hostilidad, por lo que los simpatizantes y afines tenderán a cerrar filas tras la muralla de las ideas conservadoras ante la amenaza de “desorden e inestabilidad”, con lo que, tras el fracaso de la moción, Rajoy gozará de total libertad, una vez salvado el escoyo de los PGE (grave error de Ciudadanos haberlos apoyado) para llegar a las elecciones de 2019 con esperanzas de conservar el cupo del que dispone el partido y una buena lanzadera para la reelección de Rajoy.

¿Qué hay además detrás de todo esto? Ofrecer a los separatistas catalanes primero, y luego a los vascos, un Estatuto político privilegiado

¿Qué ganan ambos? Robar el protagonismo a Ciudadanos con la esperanza de que los votantes que ahora se declaran abiertamente dispuestos al cambio regresen a sus lugares de origen y que eso se traduzca en que vuelvan a ser los partidos más votados para conservar las redes clientelares y de poder.

¿Qué hay además detrás de todo esto? Ofrecer a los separatistas catalanes primero, y luego a los vascos, un Estatuto político/económico/jurídico privilegiado a cambio de lealtad institucional, algo que sin Rajoy o sin Sánchez en La Moncloa, sería imposible.

Escrito esto, reto a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez, especialmente a este último, a que me demuestre que estoy equivocado, y eso sería así si Sánchez aceptara la propuesta de Ciudadanos de condicionar la moción de censura a la convocatoria inmediata de elecciones, que es lo que la inmensa mayoría de los españoles está pidiendo.

PD: Hoy les dedico el tema “Run To You” de Bryan Adams


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