A nadie se le escapa la increíble facilidad con que la clase política dominante ha sabido aprovechar la crisis sanitaria y económica provocada por el Coronavirus para consolidar aún más su posición de poder y desprecio por las libertades individuales. Tampoco es difícil ver cómo la inmensa mayoría de nuestros contemporáneos no ha dudado un minuto en arrojarse en brazos del estado salvador, única instancia -pudiera parecer- capaz de proteger nuestras vidas frente a todo tipo de enemigos. La consecuencia lógica es sencilla: abundar en el miedo de las personas les convierte en dóciles, incluso cómplices, con tal facilidad que no aprovechar esa “oportunidad” para consolidar y aumentar el grado de poder por parte de los diseñadores de vidas ajenas sería una indolencia imperdonable. No es nuevo esto que les cuento. Siempre ha sido así. Han vuelto a probar -experimentar- lo bien que funciona el manual de “gane poder con el miedo de los otros” y persistirán ello. ¿Las nuevas amenazas? Las imaginables y las inimaginables. Ahí tenemos el Cambio Climático y sus consecuencias.
Vamos a ir al grano. ¿Qué dice la ciencia sobre el amenazante aumento del nivel del mar debido al cambio climático? ¿Dónde nos encontramos después de 150 años de calentamiento global? ¿Cuánta tierra firme se ha perdido?
Hasta 2015, 115.000 kilómetros cuadrados habían quedado cubiertos por agua en todo el mundo, donde 30 años antes había suelo firme. Alrededor de 16 millones de campos de fútbol se han inundado. Una cifra enorme, pensarán. Pero ese mismo año se midieron 173.000 kilómetros cuadrados de tierra donde 30 años antes había agua. Ello significa una ganancia de 58.000 kilómetros cuadrados, que es aproximadamente el tamaño de Croacia.
Ningún atolón ha perdido suelo firme y el 88.6 por ciento de las islas permanecieron estables o aumentaron en área, mientras que solo 11,4 por ciento perdieron terreno
La mayoría de las ganancias y pérdidas de suelo firme ocurrieron tierra adentro, es decir, en riberas de lagos y ríos. Pero incluso en las costas, el saldo fue positivo con una ganancia neta de unos 13.000 kilómetros cuadrados. Las cifras provienen de un estudio publicado en Nature Climate Change en 2016. La mayor recuperación de tierras ocurrió en Dubai, Singapur y China.
¿Y qué pasa con los pequeños grupos de islas de los que siempre escuchamos y leemos en medios que van a hundirse en el mar? Un análisis reciente de los datos disponibles, que abarca 30 atolones en los océanos Pacífico e Índico con un total de 709 islas, muestra que ningún atolón ha perdido suelo firme y que el 88.6 por ciento de las islas permanecieron estables o aumentaron en área, mientras que solo 11,4 por ciento perdieron terreno.
Por ejemplo, según otro estudio, el área de tierra de Tuvalu creció 73 hectáreas o un 2.9 por ciento de 1971 a 2014. Y eso a pesar del hecho de que el nivel del mar alrededor de Tuvalu aumentó en 3.9 milímetros por año en ese período de tiempo, cifra que está por encima del promedio global.
¿Y Kiribati? En 2015, el presidente del pequeño país anunció que la población debería ser evacuada en 2020. Estamos llegando al ecuador del 2020 y, según un estudio, la parte sur de Tarawa, donde vive más de la mitad de los habitantes de Kiribati, ha ganado superficie y ha crecido en casi un 20 por ciento en 30 años. Según ese estudio, el norte del atolón, en su mayoría deshabitado, no se han producido variaciones de ningún tipo en su área total.
Los resultados de estos y muchos otros trabajos científicos no son realmente sorprendentes. Por un lado, los atolones se adaptan (crecen) al nivel del mar. Científicos del Centro Leibniz de Ecología Marina Tropical (ZMT) han investigado este fenómeno en el atolón de Takuu. «Nuestros datos no permiten concluir que un aumento del nivel del mar en las islas Takuu haya tenido un impacto negativo en los últimos 70 años», dice el geólogo Thomas Mann. La razón: “Las islas están bordeadas de corales vivos, que, por así decirlo, están en una carrera contra el nivel del mar. Los corales pueden crecer hasta 20 cm por año, los arrecifes de coral enteros aún alrededor de 8 mm al año, lo que definitivamente es más rápido que el actual aumento del nivel del mar «.
Por otro lado, el aumento del nivel del mar no es tan rápido como se sugiere a menudo. Según el IPCC, el nivel global del mar aumentó 16 cm entre 1902 y 2015. El ritmo de subida del nivel de los océanos ha aumentado ligeramente en los últimos años y ahora se calcula en unos 3,3 cm por década (cada 10 años). Además, hay científicos que creen necesario explicar por qué justo cuando se introdujo la medición satelital, es decir, en 1993, el incremento anual de 1.5 mm subió a 3.6 mm? En realidad, solo se puede hablar de medición en un grado muy limitado cuando pretendemos determinar estos valores. Es más bien un cálculo complejo con varios factores de corrección, que es básicamente «una ciencia en sí misma».
Si nos preocupa realmente cómo lidiar con un aumento del nivel del mar de aproximadamente medio metro para fines de siglo, deberíamos echar un vistazo a las áreas costeras donde se eleva en 15 metros en poco más de seis horas. Es un fenómeno que conocemos como mareas
Hay dos mecanismos que conducen a un aumento del nivel del mar relacionado con el clima. La expansión del agua cuando se calienta y la fusión del hielo depositado sobre tierra firme. De alguna manera, uno se inclina a pensar que la masa de agua de los océanos del mundo debería aumentar en la misma medida en todas partes. Pero ese no es el caso. Hay fluctuaciones significativas en el tiempo y el lugar. Por un lado, esto se debe a las corrientes oceánicas, y por otro, que las placas tectónicas también pueden hundirse o elevarse en diferentes zonas costeras. Donde los glaciares solían ejercer gran presión sobre el suelo (peso de miles de millones de toneladas), éste se eleva al derretirse el hielo, que es lo que ocurre, por ejemplo, con el l nivel del mar en Helsinki: no ha aumentado en los últimos 100 años. Por el contrario, las regiones circundantes se están hundiendo gradualmente y, por lo tanto, tienen que informar sobre un «aumento» del nivel del mar. Esto se llama el efecto de rebote post-glacial. Otras razones para el hundimiento de las zonas costeras son las infraestructuras en suelos pantanosos y la extracción de agua subterránea, como ocurre en Yakarta, que se ha hundido alrededor de dos metros en los últimos 100 años.
Desde una perspectiva global, la imagen es bastante mixta. Por ejemplo, mientras el nivel del mar aumenta en un promedio de 2.2 mm por año en la costa este de Estados Unidos, se hunde en 0.38 mm anualmente en la costa oeste. En general, sin embargo, el nivel de los océanos sube. Pero solo un poquito. Si nos preocupa realmente cómo lidiar con un aumento del nivel del mar de aproximadamente medio metro para fines de siglo, deberíamos echar un vistazo a las áreas costeras donde se eleva en 15 metros en poco más de seis horas. Es un fenómeno que conocemos como mareas. En el caso de una marea ciclónica, puede haber subidas del nivel del océano de algunos metros más.
El catastrofismo se basa completamente en la idea de los llamados puntos de no retorno. En consecuencia, no debemos dejarnos engañar por las consecuencias prácticamente indetectables de 150 años de calentamiento global. En algún momento llegaríamos a un “punto de no retorno” y nos caeremos al abismo del desastre del sobrecalentamiento. Ocurre que la teoría de la catástrofe tras alcanzar ese ignominioso punto de inflexión en la que se basa todo el alarmismo actual no goza de lo que se ha dado en llamar “consenso científico”, ni mucho menos. Richard Betts, jefe de investigación de impacto climático en el Centro Británico Hadley Met Office, describe como «extremadamente improbable« de que se produzca un calentamiento de dos grados, y también recuerda que, de ser así, el cambio provocado tomaría siglos, incluso milenios. Un estudio publicado en Nature en 2019 no ve plausibilidad alguna para la hipótesis de la inestabilidad de los acantilados de hielo (conocida como marine ice-cliff instability – MICI) y calcula un aumento del nivel del mar de un máximo de 45 centímetros para 2100. En una contribución en Nature Climate Change, otros investigadores hablan del «mal uso político de la ciencia» en relación con la fecha límite de 2030 en la que se basa la retórica de la emergencia climática.
Alrededor de 110 millones de personas en todo el mundo ya viven por debajo del nivel del mar, pero no en el agua. En 2050, las previsiones actuales sumarán 40 millones más. Pero también podrán arreglárselas bien en su mayor parte, ya que serán más prósperos y tendrán más oportunidades de mantener el agua a raya. En caso de duda, la gente se moverá. Entonces, y sólo entonces, podrá llamarlos «refugiados climáticos» si no tiene miedo de los calificativos engañosos. Podrán ir a vivir a las Maldivas, donde entre 2019 y finales de este 2020 se habrán construido seis nuevos aeropuertos.
Foto: Kelly Sikkema