Había, y hay, una fórmula educada, deferente, de dirigirse a un auditorio: Señoras y señores.
Ahora el uso repetido y repetitivo en los nombres masculinos y femeninos se ha convertido en una militancia de lo políticamente correcto. Vade retro.
Correos, promueve «todos y todas» con dinero del contribuyente en un cambio de imagen corporativa inútil, cara y medio republicana.
Sugiero (y lo hago muy a menudo) que cuando en la radio o en la televisión comience el locutor, el «intelectual», el político o el periodista con un «todos y todas» hacer ¡clic!
Clic en la radio, cambio de emisora y zapping en la televisión; en una conversación, el «todos y todas» merece una larga cambiada.
Con seguridad, lo que viene después de «todos y todas» es una mentira, un lugar común, un timo o, simplemente, una imbecilidad.
Nuestro tiempo y atención es muy valioso. Pues eso: ¡clic!
Foto: Tina Rataj-Berard