Entrevista con Fernando José Vaquero Oroquieta, licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y criminólogo por la Universidad del País Vasco. Coautor de La tregua de ETA: mentiras, tópicos, esperanzas y propuestas (2006), y autor de varios libros, entre ellos La ruta del odio. 100 respuestas claves sobre el terrorismo (2010) o De Navarra a Nafarroa, La otra conquista (2019). Su último libro, Biografía no autorizada del PNV (2022), es la primera parte de una trilogía centrada en las agresiones del nacionalismo vasco contra Navarra.
El PNV tiene una larga historia. ¿Cómo ha planteado el libro?
Lo he planteado como una serie de estelas fundamentales dentro de un mosaico muy amplio, porque la historia del PNV tiene casi 129 años y ha experimentado unos cambios tácticos e ideológicos muy profundos. Nació como un partido católico integrista a finales del siglo XIX; en las primeras décadas del XX abrazó el movimiento cooperativista del catolicismo social de origen francés y belga; en la Segunda República se distancia rápidamente de tradicionalistas y carlistas; terminada la Segunda Guerra Mundial impulsa la democracia cristiana y se integra en la Internacional de Centro; y actualmente está en el Partido Demócrata Europeo donde hay partidos social liberales, progresistas y nacionalistas. El PNV cambia en muchos aspectos, pero nunca abandona su nacionalismo, tejido en mitos pseudohistóricos que cultiva a través de historiadores y entidades, y a través del odio contra España, que es la idea que vertebra toda la historia del PNV hasta nuestros días.
El buenismo del régimen del 78 llevó a pensar que todos los partidos eran equivalentes y rivales, y no es cierto, porque los partidos independentistas quieren destruir España. Ya no son meros rivales, son enemigos políticos
No puedo realizar un estudio académico porque serían varios volúmenes, por lo que presento 25 catas de realidad en los que trato todo tipo de temas: desde el simbolismo, como el lauburu, la ikurriña o las falsificaciones arqueológicas de Iruña-Veleia, a la evolución táctica del PNV en la Guerra Civil o la Segunda Guerra Mundial, su papel en la transición, su relación con ETA y sus numerosos casos de corrupción. Unos casos que no salen demasiado en los medios de comunicación. De hecho, hace unos días el Tribunal Supremo ratificaba la condena de prisión a tres líderes del PNV en Álava porque tenían montada una gran red clientelar con empresarios vascos y catalanes.
Lo cierto que no se oye apenas nada de esos casos y que el PNV se presenta como un partido “limpio”, e incluso como un “partido de Estado”.
El PNV es un partido que sabe hacer propaganda. Parten del supremacismo, de la idea de que el pueblo vasco, y en consecuencia el PNV que es su oráculo, mantendría unas virtudes morales públicas excepcionales y por encima del resto de los partidos. Ese es el mensaje que venden: que en Euskadi se vive mejor que en el resto de España; que la manera vasca de hacer las cosas es más seria, profesional y honrada. Sin embargo, la realidad es que hay una docena de casos de corrupción abiertos y siguen apareciendo nuevos casos.
Respecto al “partido de Estado”, el PNV ha logrado convertirse en interlocutor prioritario, primero con UCD, después con el PSOE y luego con el PP. Se ha presentado como un interlocutor capaz de controlar a la bestia, ETA, pero eso se ha convertido en un chantaje para arrancar más y más competencias al Estado central con vistas a la construcción de un Estado Vasco de hecho que, en un futuro, pueda separarse de España de forma pactada. Esa es su estrategia en la actualidad: más competencias, debilitar la presencia del Estado, eliminar todo lo español en la educación, la administración, etc…
Citaba el supremacismo del PNV, un partido que presume de sus “valores democráticos”, pero que no reniega de su fundador, Sabino Arana, y su racismo.
La sede central del PNV está en Bilbao, en la casa de Sabino Arana, que es el sancta sanctorum del nacionalismo vasco. Además, en los estatutos actuales del PNV, en su artículo primero, se establece que el pensamiento de Sabino Arana y su principio de “Dios y Leyes Viejas” son los inspiradores del nacionalismo vasco. No han renegado nunca de los principios supremacistas, integristas y muy clericales de su fundador.
Muy clericales, pero en la Guerra Civil se unen al bando de los que queman iglesias.
En la Segunda República el PNV está aliado inicialmente con el Carlismo, pero pasa a una posición centrista en las elecciones del 33 y del 36, y finalmente opta por las políticas del Frente Popular y apoyar a Manuel Azaña. También participa en la creación de la autonomía vasca del 36-37 que termina con el pacto de Santoña, en el que el PNV es derrotado política y militarmente y pasa a la clandestinidad en España. Al estallar la guerra, el PNV de Guipúzcoa y Vizcaya emiten un comunicado de apoyo al bando republicano, pero el PNV de Álava y Navarra, en zona nacional, apoya a los militares por entender que es un movimiento de orden y respetuoso con las tradiciones autóctonas. Salvo contadas excepciones, sus miembros se unieron al Requeté. La persecución religiosa les generó unas contradicciones enormes porque muchos militantes y dirigentes del PNV tienen familiares carlistas o religiosos que son masacrados por los comunistas, socialistas y anarquistas en los asaltos de los barcos prisión, en la cárcel de Bilbao en enero de 1937 o en las matanzas de Tolosa.
Otro asunto controvertido es la relación del PNV con la Alemania Nazi.
La Guerra Mundial provoca una crisis al nacionalismo vasco, y líderes de segunda fila del PNV en la Francia ocupada por los alemanes mantienen numerosos contactos políticos con autoridades de la Wehrmacht y de las SS. El fruto de esos contactos es el documental alemán de 1944 “En tierra de vascos”, popularizado en un documental más largo titulado “Una esvástica sobre el Bidasoa” y emitido por televisión española. Y por otro lado, lo que quedaba del Servicio Vasco de Inteligencia, organizado por el lehendakari José María Aguirre en 1936, se puso al servicio de los servicios secretos estadounidenses durante toda la guerra y también posteriormente, espiando a los miembros de los paridos comunistas en Hispanoamérica. El papel del PNV en la guerra genera unos conflictos morales que se han intentado blanquear u ocultar años después.
También existió una propuesta del gobierno vasco para convertir Vascongadas en un protectorado británico.
Así es. Cuando Sabino Arana, en sus últimos meses de vida, idea la Liga de Vascos Españolistas, un partido regionalista con el propósito de minar la unión nacional española, siempre busca la protección de su gran “aliado” que es Gran Bretaña. Siempre han mirado al norte por una cuestión estratégica evidente, porque Inglaterra ha sido la gran enemiga del imperio español. Recordemos también que Sabino acaba en la cárcel por felicitar a Estados Unidos por arrebatar Cuba, Filipinas y Puerto Rico a España en 1898. Todo lo que debilita a España es bueno para el PNV.
De hecho, Arana toma como modelo la bandera británica para la ikurriña. Esta bandera es partidista y representa al nacionalismo vasco, ¿cómo es posible que se haya convertido en una bandera oficial del Estado?
Porque la ikurriña fue la bandera oficial del gobierno vasco en la autonomía del 36-37, y en ese gobierno estaban también Izquierda Republicana, el Partido Comunista de Euskadi, el Partido Socialista y la CNT. Es decir, la bandera tiene un origen histórico que sirve al PNV para imponerla en 1978. Incluso ETA, cuando nace en 1954 con el nombre de EKIN, señala el gobierno vasco y el ejercito gudari como hitos legitimadores de su lucha. En el 76-77 la derecha vasca, Alianza Popular, quiso proponer otras banderas históricas porque entendía que la ikurriña era una bandera de partido. Se quedó sola y, a causa de esta pretensión, varios de sus militantes fueron asesinados por ETA.
Se puede resumir la relación del PNV y ETA con aquella frase de Xavier Arzalluz de sacudir el árbol para que caigan las nueces.
“Y luego nos las repartimos”. Esta segunda parte de la frase se suele omitir y lo cierto es que ETA es incomprensible sin el PNV. ETA nace en el PNV aunque implica un elemento de ruptura generacional y renovación ideológica más radical, y se nutre de muchos de sus militantes. De hecho, sucesivas oleadas de miembros de juventudes del PNV se unieron a ETA, siendo la más importante la de 1972, cuando medio millar de activistas se integran en la banda terrorista precisamente en un momento de debilidad causada por la acción policial. Esos contactos se mantienen en el exilio y los líderes del PNV organizan estructuras de acogida en Venezuela y Francia, especialmente los grupos liderados por el exconsejero del gobierno vasco Telesforo Monzón, que terminaría siendo parlamentario de Herri Batasuna.
Con el euskera y con la ideología progresista pretenden dar cohesión a una sociedad que ha envejecido rápidamente y que se nutre de extranjeros. De los 14.257 niños nacidos en Euskadi en 2021, un 37% eran de madre extranjera
Con el tiempo las diferencias ideológicas se han agravado y se han convertido en rivales políticos con proyectos distintos pero un mismo objetivo común: una Euskadi independiente. Y el PNV ha crecido, ha consolidado y mantenido el poder en el País Vasco gracias al chantaje y a la presión permanente del terrorismo.
El chantaje del PNV al Estado se debe a la sobrerrepresentación que, gracias al sistema electoral, tiene en el Parlamento. Una reforma electoral, ¿sería el modo de acabar con este chantaje?
Sí, una de las principales técnicas del llamado realismo político es reconocer a los enemigos. El buenismo del régimen del 78 llevó a pensar que todos los partidos eran equivalentes y rivales, y no es cierto, porque los partidos independentistas quieren destruir España. Ya no son meros rivales, son enemigos políticos. Y una vez reconoces eso, ya puedes tomar las decisiones políticas pertinentes: cambiar la ley electoral, recuperar las competencias educativas, apuntalar la presencia estatal en estos territorios y combatir el relato que han inventado. Es una batalla política, mediática y cultural.
Muchos siguen considerando al PNV como un partido de derechas, pero vota y apoya casi todas las propuestas de la agenda progresista.
El PNV fue de los primeros partidos españoles que integró en su programa electoral la agenda LGTBQ+. Y de hecho, acaban de aprobar un programa, que es la adaptación de la Agenda 2030 al ideario del PNV, en el que se refleja la eco-inclusividad, números paritarios en todos los cargos y administraciones publicas, un feminismo radical al que se ha relacionado con el mito de la brujería… Es un entreguismo absoluto. Su problema es que con el euskera y con esta ideología progresista pretenden dar cohesión a una sociedad que ha envejecido rápidamente y que se nutre de extranjeros. De los 14.257 niños nacidos en Euskadi en 2021, un 37% eran de madre extranjera. Al perder fuerza el elemento católico, la sociedad vasca se esta desestructurando mucho más y empieza a haber pequeños guetos, comunidades musulmanas y problemas sociales que antes no habían existido. Así que está nueva contradicción, ese abrazo al progresismo, puede llevar a la desaparición, en un sentido amplio, de ese elemento etnicista tan importante para el PNV.
Hasta ahora, el bipartidismo ha pactado una y otra vez con el PNV. ¿Podemos decir que la aparición de VOX es el primer problema serio para el nacionalismo vasco?
Efectivamente, así es, porque por primera vez se les señala como lo que son, un partido enemigo de España.
Foto: EAJ-PNV.
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