No había amanecido, pues eran las cinco de la mañana, cuando Ernst August Wagner entró en su habitación y golpeó a su mujer hasta dejarla inconsciente, con una clava. Su mano firme, que empuñaba un arma blanca, se aseguró de que su cuerpo no volviera a levantarse. Luego fue por sus cuatro hijos. Ernst cubrió los cuerpos con sábanas, se aseó, agarró dos Mauser y un revolver, medio millar de balas, y se subió a su bicicleta hasta la estación de tren de Stuttgart. Allí esperó al tren, junto a los otros viajeros, que le llevaría a Ludwigsburg. Luego compró una mochila para llevar con mayor comodidad su carga. Visitó a su hermano, hizo algunas gestiones, y se dirigió a Mülhausen por la noche. Se colocó un casco. Se tapó la cara con un velo. Prendió fuego a cuatro graneros. Bajó al pueblo, y disparó a todo hombre que se cruzase por la calle. Le sobraron 420 balas en su paseo mortal, en el que mató a 20 personas. Pero fue descuidado; en un momento se encontró con que sus dos pistolas estaban sin recargar, y unos vecinos se abalanzaron sobre él con sables y aperos. Era el 4 de septiembre de 1913.

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Es, quizás, el primero de los asesinatos masivos modernos. Después de este ha habido muchos, y últimamente podemos comprobar que es un mal endémico en los Estados Unidos. El caso de Wagner, aunque fue en Alemania, contiene casi la historia de estas matanzas en los Estados Unidos, pues en los primeros años estaban relacionados con el ámbito familiar o con el crimen organizado, y desde los años 60, pero no antes, se empiezan a ver estos tiroteos con víctimas aleatorias.

Cada vez que hay un asesinato en masa se reaviva el debate sobre la posesión y el uso de las armas, su control en distintos niveles

En lo que va de año, según The Trace, llevamos 34 tiroteos públicos. Cada vez que hay un asesinato en masa se reaviva el debate sobre la posesión y el uso de las armas, su control en distintos niveles, y varias cuestiones adyacentes, como la relacionada con la salud mental. Contrariamente a lo que se sugiere en los medios de comunicación, es un problema complejo y no tiene una solución fácil, o al menos un conjunto de medidas de cierta eficacia. Pero no es la única idea a la vez errónea y extendida que hay sobre esta cuestión.

1) Esto pasa en los Estados Unidos, porque sólo allí tienen libertad de armas. La libertad de poseer armas estaba extendida por toda Europa, y es parte del conjunto de libertades que identificamos con una democracia. Es cierto, eso sí, que después de la II Guerra Mundial en gran parte de Europa se ha ido restringiendo esa libertad. Gran Bretaña cayó en 1997.

El ciudadano armado es un ideal republicano que muchas personas, que están totalmente convencidas de ser republicanas, rechazan de plano

2) Allí hay libertad de armas por una tradición que procede del oeste

No. Hay libertad porque lo protege la Segunda Enmienda de la Constitución. Las diez primeras recogen lo que en otras Constituciones se llamaría Declaración de Derechos. Y las dos primeras (libertad de expresión y de posesión de armas) tienen una importancia especial porque sirven para defender otras libertades. El ciudadano armado es un ideal republicano que muchas personas, que están totalmente convencidas de ser republicanas, rechazan de plano.

3) Una democracia no debería permitir que los ciudadanos tengan armas.

Lo que es seguro es que las dictaduras, especialmente las más duras, no permiten que los ciudadanos posean armas. Y las primeras medidas que adoptan es requisarlas. En cualquier caso, en los Estados Unidos, para llegar a una situación en la que las familias no tuviesen armas, tendrían que tomarse un conjunto de medidas (prohibición de la producción y venta, registro masivo, requisas con entradas masivas en casas y otros edificios de ciudadanos y empresas) que son propias de un Estado dictatorial.

Durante la presidencia de Barack Obama (ocho años, de 2009 a 2017), ha habido 527 muertes en tiroteos públicos. En Francia, en el año 2015, el recuento llegó a 532

4) Da igual. Esto sólo ocurre en los Estados Unidos.

Eso no es cierto. Para hacernos una idea, durante la presidencia de Barack Obama (ocho años, de 2009 a 2017), ha habido 527 muertes en tiroteos públicos. En Francia, en el año 2015, el recuento llegó a 532. Si abrimos el foco y hacemos que los datos sean más comparables, los Estados Unidos siguen sin estar en una situación excepcional. El Crime Prevention Research Centre ha estudiado la mortalidad de los Estados Unidos y de los países europeos en tiroteos públicos. Y los datos de mortalidad por cada millón de habitantes arrojan que el primer país es Noruega; un país en el que muchos ciudadanos tienen armas, pero con un control muy estricto. Noruega está a una gran distancia del segundo, que tampoco son los Estados Unidos, sino Serbia. El tercero es Francia. Completan la lista de los cinco primeros Macedonia y Albania. ¿Seguimos hasta el número diez? Eslovaquia, Suiza, Finlandia, Bélgica y la República Checa. Los Estados Unidos ocupan el puesto 11.

5) Donald Trump ha relacionado los tiroteos con la salud mental, luego esa relación debe de ser falsa.

Nadie lo plantea así, claro está, pero eso no quiere decir que no se piense. El Congreso de los Estados Unidos elaboró un informe que estudió las víctimas de los tiroteos entre 1999 y 2013. Considera que “la mayoría de los asesinos en masa se puede decir que sufren algún tipo de enfermedad mental, aunque sea temporal”. Lo es, dice este estudio, aunque muchos de ellos no hayan pasado antes por una institución de salud mental. Y eso que, según otro informe, en el 52 por ciento de los casos estudiados allí sí habían acudido antes a alguna institución.

Estos tiroteos con víctimas aleatorias son prácticamente desconocidos antes de los años 70

6) Siempre ha ocurrido en los Estados Unidos.

No. La verdad es que estos tiroteos con víctimas aleatorias son prácticamente desconocidos antes de los años 70. Hay criminalistas que creen que esto guarda relación con la salida masiva a las calles de pacientes de instituciones de salud mental que se dio desde los años 60, pero no he encontrado un sólo informe concluyente al respecto. Aunque la relación fuese clara, aún habría de probarse que un control de este estilo a) no resultase en la violación masiva de los derechos de muchos ciudadanos, o b) resultase efectivo.

Hay pocos ejemplos recientes de países que hayan introducido leyes duras de control de armas, y el resultado no es concluyente. O, en todo caso, han ido a peor

7) Otros países han controlado el problema controlando las armas.

Eso no está tan claro. Hay pocos ejemplos recientes de países que hayan introducido leyes duras de control de armas, y el resultado no es concluyente. O, en todo caso, han ido a peor. El Reino Unido prohibió, de hecho, las armas, en 1997. La tasa de homicidios comenzó entonces a subir de forma acelerada, y pasó del entorno de los 11 por millón de habitantes hasta los 18 en 2002. Luego volvió a caer y ha vuelto al entorno de los 11 muertos. En Jamaica, donde la circulación y el uso de armas era muy libre, dejó de serlo en 1974 y desde entonces la tasa de homicidios ha subido de forma consistente, y hoy es unas seis veces mayor. En Irlanda ha ocurrido lo mismo desde 1972, En todos los casos habría que tener en cuenta otros factores, como cambios sociales o incidencia de crimen organizado.

M4 Carbine assault rifles lined up in storage at the 28th Security Forces Squadron Armory, August 6th. The 28 SFS carries a variety of weapons such as the M-4 assault rifle, M-240B machine gun, M-870 shotgun and M-24 sniper rifle, just to name a few. (U.S. Air Force photo/Airman 1st Class Anthony Sanchelli)

8) Al menos la situación mejoraría si prohibiésemos las llamadas “armas de asalto”.

Pero esto no está claro. Estuvieron prohibidas entre 1995 y 2004, y durante ese período no hubo ninguna tendencia a mejor o a peor en el número de crímenes de este estilo, o en el de muertos.

Nuestra sociedad ha arrumbado la figura del héroe y ha encumbrado la queja, e incluso la violencia, sobre los agravios individuales

9) Sólo una buena regulación puede tener efectos significativos.

De nuevo, no está claro. Hay factores culturales, también. El valor del precedente, de la imitación. Antes, sencillamente, no se le había ocurrido esa locura a nadie. Cuando se produjeron los primeros casos, con el impacto mediático previsible, se rompió un tabú, y se premió con la fama a quienes tuviesen la inclinación de aumentar su ego y vaciar su odio a un tiempo. Por otro lado, nuestra sociedad ha arrumbado la figura del héroe y ha encumbrado la queja, e incluso la violencia, sobre los agravios individuales.

Fíjese el lector dónde se producen estos tiroteos públicos: en colegios, en universidades, en iglesias, en centros públicos… en zonas donde la tenencia de armas está prohibida

10) De acuerdo. Entonces, no hay nada que podamos hacer.

De nuevo un error. Fíjese el lector dónde se producen estos tiroteos públicos: en colegios, en universidades, en iglesias, en centros públicos… en zonas donde la tenencia de armas está prohibida. Es lo que se llama “gun-free zones”. Recogidos los datos entre 1950 y julio de 2016, resulta que el 98,4 por ciento de los tiroteos públicos fueron en esas zonas. Primero, porque los asesinos saben que sus víctimas estarán indefensas. Y segundo porque, por ese mismo motivo, no habrá quien les detenga antes de que hayan volcado su odio. Acabar con esas zonas de impunidad mejoraría muchísmimo este grave problema.

Por algún motivo, en este asunto el ciudadano normal abandona toda lógica y se deja llevar por lugares comunes, vomitados por los medios de comunicación. Pero el cómputo de muertos debería ser un argumento suficiente como para, por lo menos, plantearse que con eso no es suficiente.


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