Cumplido el primer aniversario de la invasión de Ucrania por Rusia, el país asaltado resiste. No es esto lo previsible. El presupuesto del estado euroasiático es un múltiplo del de Ucrania. Y su disposición a convertir a sus ciudadanos, especialmente a los díscolos, en carne de cañón, no conoce el adversativo. Y tiene reservas de carne casi sin límite: cerca de 68 millones de hombres; más que toda la población de Ucrania.
La economía de Rusia es más pequeña que la de Canadá o Italia, pero su Estado está dispuesto a destinar cantidades mucho mayores que la de estos países al ámbito militar. Más que dobla el presupuesto ucraniano. Rusia se llevó todo el arsenal nuclear soviético, que precisamente estaba en Ucrania. Pero este es un elemento que sólo tangencialmente tiene relación con lo que se plantea aquí.
La descentralización tiene otras ventajas, como la de reducir la incidencia de los puntos débiles. O favorece la participación voluntaria. Pero, sobre todo, favorece la identificación de la sociedad con el Ejército, y con la defensa de la propia comunidad y del territorio
Porque la cuestión es ¿por qué? O, más bien, ¿cómo? ¿Cómo ha hecho Ucrania para resistir el zarpazo del oso ruso, con una superioridad tan abrumadora?
Una posible explicación es la ayuda que ha recibido Ucrania procedente del exterior. Pero Ucrania sigue sin acercarse al volumen de hombres y armamento de su inamistosa vecina, a pesar de todos los medios prestados por las democracias occidentales. Y, en cualquier caso, la llegada de armamento y ayuda ha sido paulatina, y no se produjo en los primeros instantes, cuando se produjo la ofensiva, que es cuando la resistencia de Ucrania abrió los ojos al mundo. También se ha querido explicar la incapacidad de Rusia de hacer valer su superioridad militar en la rampante corrupción de sus instituciones, y en particular de su Ejército. Pero a este respecto, Ucrania no puede ofrecer una ventaja.
Cuatro autores han recurrido a una explicación diferente, y que podría ser más convincente de las que se han dado hasta ahora. Yahya Alshamy, Christopher J. Coyne, Nathan P. Goodman y Garrett Wood se han fijado en la estructura institucional ucraniana. Fruto de su investigación es su artículo conjunto Polycentric defense Ukraine style: explaining ukrainan resilience against invasion.
El estudio del policentrismo en las instituciones, y de su poder para dar una mejor respuesta que la preeminencia o exclusividad de una institución centralizada, lleva haciéndose un tiempo. Pero su aplicación a la defensa es relativamente escasa, dicen los autores.
El Maidán, la revuelta nacionalista, europeísta y anti rusa de 2014, dio paso a varias reformas del país de gran calado. Una afecta al Ejército ruso, y es pertinente que la recordemos aquí (no lo hace el artículo). El Ejército de los Estados Unidos ha estado adiestrando al ucraniano, que antes de ello era una réplica del de Moscú, como una muñeca de madera, ucraniana en este caso, dentro de otra muñeca igual, rusa. No sólo ha formado a mandos y tropa, sino que les ha transmitido tácticas y estrategias modernas, y ha transformado por completo sus doctrinas. Sin duda, una parte de la explicación de la resistencia ucraniana se apoya en esta realidad.
La incapacidad del Ejército ucraniano de defenderse del ruso en 2014 se debió en parte a que la corrupción lo había convertido en una burocracia especialmente inoperante. Entonces, el sistema político ucraniano decidió descentralizar al Ejército; acabar con su carácter centralista, y recalar en las instituciones regionales y locales. Un dislate, si lo miramos desde un punto de vista tradicional.
Pero esto fue lo que se hizo. La llamada democracia ucraniana era una elección, sí, entre bandas criminales que aprovechaban unas instituciones centrales corruptas para enriquecerse y hacer lo mismo con las fuerzas que les apoyaban. En fin, era como cualquier otra democracia, pero en un grado sumo. ¿Era Ucrania, pues, el summum de la democracia? Lo dejo ahí y salgo corriendo ligero, porque es otra la cuestión que debemos atender.
De modo que no se podía confiar en el gobierno central. Por eso se introdujeron cambios. Se permitió descentralizar tanto las finanzas del Ejército como la organización y la reclutación de sus fuerzas. Los gobiernos locales (hromodas) eran más transparentes y responsables que el gobierno central. Esta localización del poder no ocurrió sólo con el Ejército.
Se realizó sobre órganos de autogobierno, más participativos, que favorecieron la creación de redes comunitarias. Se estrecharon los lazos con los vecinos y con el territorio. Además, las instituciones locales, y ocurre lo mismo con los batallones locales, se han sometido a las normas de control de la corrupción. Esto es importante, porque ha permitido que la confianza de la población local, y en consecuencia su disposición a aportar medios, sea mayor.
Sobre esa base, se crearon batallones de voluntarios que recibían una formación militar. Esos batallones tenían distintos tamaños. Pero diferían entre sí también en otros aspectos importantes, como su equipación militar, su estructura organizativa, sus tácticas, o su financiación. “Los batallones de voluntarios se formaron por diversas razones. Algunos se formaron para defender ciudades concretas, como Dnipro, Kviy y Kherson. Algunos se formaron para llevar a cabo una guerra de guerrillas como forma de venganza contra Rusia, como fue el caso de los batallones chechenos proucranianos. Otros se formaron en torno a individuos que buscaban hacer carrera política, y muchos se formaron en torno a ideologías políticas y religiosas distintas, como el etnonacionalismo o el cristianismo”, señalan los autores. Se da la circunstancia de que se ha creado una auténtica competencia entre líderes y grupos por organizar batallones más efectivos o mejor preparados que los demás.
Es una realidad militar muy abigarrada, pero no es del todo un sálvese quien pueda. Para formar parte del Ejército ucraniano, necesitan estar aprobados por el gobierno central. Éste les provee de medios logísticos y militares, de modo que hay un control político, incluso operativo, aunque no sea completo.
De hecho, en enero de 2022 el gobierno creó la Ley de Fundamentos de la Resistencia Nacional, que define las Fuerzas de Defensa Territorial (FDT) como una rama de las fuerzas ucranianas, e incluye a los batallones locales en esas FDT.
De modo que no es una sarta de ejércitos de Pancho Villa, pero tampoco es una organización al servicio de unos políticos dedicados a perfeccionar el pillaje. ¿Qué ventajas ha tenido esta estructura institucional en gran parte policéntrica?
Lo que señalan los autores es la primera de las ventajas es el uso del conocimiento local, o su coordinación. Como no hay que transmitir la información a un órgano central, en ocasiones alejado del terreno, y como quienes dan las órdenes participan del conocimiento del terreno y de las circunstancias de la guerra, las decisiones se toman de forma más ágil. El artículo cita la capacidad de los batallones del Donbás de adoptar medidas más rápidas y certeras que las del Ejército ucraniano en la defensa del territorio.
Según cuentan los autores, “ante la falta de dirección y recursos centralizados, los voluntarios de estos batallones empezaron a dirigir sus propias actividades y a buscar sus propios recursos. Se autoorganizaron en grupos separados para establecer puestos de control, patrullar, realizar escaramuzas y explorar, cubriendo las lagunas dejadas por el ejército ucraniano. Para superar la falta de armas y municiones suministradas por el gobierno ucraniano, recurrieron a armas de propiedad o fabricación privada y a armas capturadas a soldados rusos, dependiendo de lo que estuviera disponible localmente para los grupos autoseleccionados”. Por otro lado, y contrariamente a lo que cabría pensar, hay una coordinación entre los distintos grupos, que están en comunicación.
Los donantes pueden elegir no sólo con qué medios apoyar el esfuerzo bélico, sino cómo y para qué propósito. Hay incluso páginas web que facilitan información sobre los diferentes fines a los que se puede aportar dinero, y vehiculan esos medios a tales proyectos.
En segundo lugar, y este es un efecto muy conocido del policentrismo, esta estructura institucional favorece la competencia entre grupos, ya lo hemos visto, así como la experimentación y la flexibilidad. Un ejemplo de experimentación es el uso de drones. A falta tanto de armamento convencional como de preparación, una parte de la sociedad ha optado por otras vías para contribuir al esfuerzo bélico. Y el uso de drones privados es un ejemplo. El Ejército ucraniano había creado un programa para la fabricación de drones bélicos, pero naufragó en un lodazal de corrupción. Por último, señalan los autores, la competencia ha forzado a que el uso de los recursos sea más eficaz.
La descentralización tiene otras ventajas, como la de reducir la incidencia de los puntos débiles. O favorece la participación voluntaria. Pero, sobre todo, favorece la identificación de la sociedad con el Ejército, y con la defensa de la propia comunidad y del territorio. Esto es lo fundamental.
Victor Davis Hanson ha demostrado que, en términos generales, los Ejércitos que se han impuesto son los que se identifican más con sus instituciones. De modo que cuanto más respetuosas han sido esas instituciones, más han hecho los hombres que se jugaban su vida por ellas. Seguro que este éxito de Ucrania no le resulta difícil de entender al gran historiador militar.
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