José Luis González Quirós es profesor de filosofía, tiene un exhaustivo conocimiento de la política española, ha escrito numerosos libros (algunos de ellos en lengua inglesa) e infinidad de artículos y es testigo privilegiado de la Transición. Conoce muy bien la selección perversa que ha anidado en los partidos y que ha degradado la política.

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Tras mi marcha de Vozpópuli, le ofrecí un espacio en Disidentia. Y él, que es una persona inquieta, aceptó. Hoy es una de las firmas de referencia de este diario. En sus artículos, además de su agudo olfato y erudición, destaca esa fina ironía con la que, como si fuera una piedra de amolar, José Luis afila la pluma para llegar donde otros analistas políticos no llegan.

Estamos en su casa, en la penumbra de un salón en el que abundan los libros y los recuerdos. Mientras desenredo cables y pongo a punto la grabadora, conversamos amigablemente. Y tengo la sensación de que va a ser una buena entrevista, porque José Luis es de esas personas con las ideas bien ordenada a las que les bastan un puñado de frases para definir con brillantez una situación. Además, sabe casi todo de la política española, conoce sus vericuetos, su épica (porque, pese a todo, la tiene o, al menos, la tuvo) y sus miserias. Y aunque admite que, en España, la política se ha deteriorado mucho, se muestra confiado. Después de todo, afirma, la nuestra es una nación muy vieja, con muchas virtudes y músculo de sobra para sobrevivir a los necios… y también a los corruptos.


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[Javier Benegas – Disidentia] José Luis, sé que eres una persona modesta, pero creo que una voz como la tuya es la más indicada para intentar escudriñar qué es lo que está pasando con la política española, al margen de lo que todo el mundo comenta, que es un final de ciclo, que el régimen del 78 se acaba ¿Qué crees que está pasando realmente con los agentes políticos que, en vez de aportarnos soluciones, parecen empeñados en meternos en cada vez más problemas?

[J.L. González Quirós] Bueno, es evidente que los partidos han seleccionado mal a sus dirigentes durante bastante tiempo, hay una especie de selección perversa. Y eso es malo. A veces de esas elecciones perversas pueden salir personas insignes, Pero el tono medio del actor político ha bajado en relación con la Transición, donde hubo una especie de convicción de que había que salir de un régimen que moría y había que montar una cosa nueva que era la democracia que exigía más participación, que exigía discursos políticos distintos y que exigía un cierto tipo de competencia.

Me refiero competencia de lucha de unos con otros. Y tenías que saber lo que ibas a decir y que podían llevarte la contraria. Eso movilizó a mucha gente con un nivel profesional, personal, moral y político muy alto. Luego, un periodo de estabilidad relativamente largo, se superaron crisis económicas y políticas de cierta importancia. Teníamos un enemigo exterior: ETA. Había que incorporarse a Europa. Había que entrar al Euro… En fin, cosas que había que hacer y se consiguieron. Hoy, con todas las excepciones del caso, el nivel de competencia política de los actores ha bajado mucho.

La izquierda actual se ha entregado a políticas subarrendadas de otros sectores sociales distintos a la izquierda tradicional

En el caso de la Izquierda, en nivel ha bajado porque la Izquierda misma no ha tenido capacidad de autocrítica suficiente para reformularse en términos más atractivos. Se ha entregado a políticas subarrendadas de otros sectores sociales distintos a la izquierda tradicional, y no ha sabido tampoco reformularse en términos convincentes y competitivos frente a su gran enemigo histórico que es, digamos, el capitalismo y la derecha conservadora o como se quiera llamar. Y eso ha ido minando la credibilidad de la izquierda.

José Luis González Quirós

En la derecha quizá no ha pasado tanto eso, lo que ha ocurrido es que mucha gente se ha retirado pensando: «Esto ya está estabilizado. La democracia ya es un panorama relativamente tranquilizador, no hay grandes problemas”. Y la gente se dedicaba a ganar dinero o hacer negocios con sus empresas. Y el personal político, pues, ha sido reclutado un poco de las sobras de ese banquete. Así, mi impresión personal es que en los años finales de los setenta y primeros de los ochenta, iba lo mejor de cada casa a la política y ahora no es así…

[JB] Crees que, como dicen, el sistema estaba determinado a corromperse porque estaba mal diseñado. Y que, por eso, al final, la izquierda y la derecha han terminado siendo poco menos que lo mismo en términos generales ¿Tú crees que esto es realmente así o crees que existe una derecha separada de la izquierda, que tiene una misión que cumplir o que tiene algunos objetivos que debería cumplir? ¿O lo único que importa es medrar, aprovecharse de la política para hacer negocios?

Bueno, yo creo que hay una mezcla de todo. Son fenómenos de distintas etiologías, de distintas procedencias pero que se juntan. Por una parte, es evidente que ha habido, y eso tiene aspectos positivos, una convergencia entre las políticas de la derecha clásica y de la izquierda. Y eso no es malo, porque al final las políticas están al servicio de la realidad política de un país. Y la realidad no admite toda clase de soluciones. Está muy bien que de vez en cuando surja un descerebrado y hable de que hay que capturar el paraíso, pero bueno, los paraísos que realmente están al alcance de la mano son finitos.

La forma extrema de esa negación a hacer política de la derecha es lo que dijo Rajoy en el Congreso de Valencia: “Que se vayan los conservadores, que se vayan los liberales”

Se ha producido, como digo, una convergencia que en principio no es mala. Lo que ha pasado es que se ha impuesto ideológicamente la izquierda. Se ha aceptado, implícitamente, el planteamiento según el cual: «Bueno, aquí hay que hacer lo que la izquierda dice, sólo que nosotros lo vamos a hacer pues respetando un poco más la iniciativa privada, hablando algo más de libertad, tratando de ser más conservadores en temas digamos morales, al menos nominalmente”, aunque luego en la práctica tampoco ha sucedido eso así. Esa actitud se traduce en la práctica en que el político de derechas no tiene ninguna política que hacer, simplemente tiene que estar allí. En la derecha lleva muchos años no habiendo política. No hay pensamiento político, no hay debate político. La forma extrema de esa negación es lo que dijo Rajoy en el Congreso de Valencia: “Que se vayan los conservadores, que se vayan los liberales”.

Si se van los conservadores y los liberales ¿quién queda? Pues, los aprovechados Ya sé que no es así totalmente, pero el hecho es que cuando el partido de la derecha está diseñado para no hacer política, la gente que alcanza posiciones importantes de poder e influencia, como no puede ser hacer política, hace otra cosa, ¿y qué hace? Pues dedicarse a sus negocios particulares, o sea, ganar dinero. Esto ni justifica, ni explica nada, pero me parece que da un marco sociológico y político al fenómeno de la corrupción. Si no ha habido ninguna intención por hacer que exista una competencia interna, una política interna, una elección de los mejores, pues al final muchas veces llegarán arriba los que tienen menos escrúpulos.

En el caso de la izquierda la situación es un poco distinta. En la izquierda hay una corrupción abundante y poderosa y también con un componente individual, pero en general las grandes cantidades, los grandes escándalos de la izquierda, han ido en relación con los sistemas de reparto de dinero. Que un socialista o un comunista reparta dinero me parece normal porque, digamos, lo lleva en su ideología. Su ideología es arrebatar de la manera más civilizada posible, en el mejor de los casos, al que ha creado una riqueza la parte que no nos parece justa a los demás y repartirla entre los que no han hecho nada para ganarla. Si eso se hace con cierto descuido tenemos los ERE, y el tipo de corrupción de la izquierda, que tiene una etiología distinta.

El votante del PP piensa que en su partido no debe haber ladrones, porque en general la gente de derechas piensa que se debe respetar la propiedad privada

A veces mis amigos del PP se molestan porque se critica más la corrupción del PP que la del PSOE. Creo que la clave de fondo es esta, que el votante del PP piensa que en su partido no debe haber ladrones, porque en general la gente de derechas piensa que se debe respetar la propiedad privada, y que hay que pagar mejor al que produce más y que el mérito es una realidad indiscutible. En parte exageran el papel del mérito, pero eso es así. Eso explica, de alguna manera, el juicio más crítico que los electores tienen con la corrupción del PP. Hay factores de carácter estructural en la política española que explican la corrupción, pero no creo que eso sea consecuencia de la crisis de ningún sistema. Creo que es consecuencia del agotamiento de las políticas respectivas, hecho que es especialmente grave a partir de siglo XXI. No hay líderes capaces de decir a los españoles: «Bueno, queremos hacer un gran país».

¿Por qué hemos de tener tipos de quinta fila si en general España no es así? En situaciones en que nos no somos los peores, no los somos ni siquiera en atletismo ni en natación, en ningún deporte. Cuando se pone la gente a hacer negocios o hacer banca o a hacer otras cosas, lo hace muy bien.

¿Por qué hemos de hacer una política barrio bajera y de poca de poca monta? ¿O por qué no hemos de tener una ambición nacional?, o sea, ambición de ser un país más rico, más próspero, más libre, más inteligente. ¿Por qué no podemos tener mejores universidades, una justicia más rápida, una sociedad más formada, más capaz, más comprensiva? Ha faltado ambición en la formulación de las políticas. Esa es una clave importante, la falta de cultura política, la falta de ambición, la falta de deseos, de querer mejorar las cosas, que ninguna supuesta crisis del sistema explica.

Los sistemas, como los mapas, no son perfectos. Siempre que se hace un viaje tienes que usar un mapa, pero al final te puedes equivocar con mapa y sin mapa. Es un instrumento. El sistema es algo al servicio de la acción política y me parece que lo que falla es la acción política. No hay líderes. Y esta falta de líderes es más acusado en la derecha que en la izquierda. A mi puede no gustarme, pero que hay que reconocer, por ejemplo, que, en su terreno, Zapatero o incluso Pedro Sánchez, son grandes líderes, es decir, se ponen a hacer lo que quieren hacer, o lo que dicen que quieren hacer, por equivocado que eso me pueda parecer. Mientras que la derecha ha tenido, especialmente desde Rajoy, unos líderes muy conformistas, que dicen: “No se puede hacer otra cosa… Hay que tener sentido común… Que no se nos ocurra intentar nada… Esto es así”.

[JB] Vamos al tema inevitable, el tema de Cataluña. ¿Crees que tiene solución? ¿Crees que hay músculo, aparte de la acción meritoria de los jueces, para solventar este asunto sin recurrir a una falsa solución o a una salida por la puerta trasera que agrave el problema con el tiempo o no lo resuelva nunca?

[J.L. González Quirós] Bueno, yo, desde pequeño he sido optimista, y lo sigo siendo. En primer lugar, en el caso catalán, me parece que lo más importante es darse cuenta de que lo que los catalanistas proponen es imposible. Es absolutamente imposible. A lo mejor habría sido posible a mediados del XIX, o incluso en los años veinte del siglo XX, pero ahora mismo es imposible. Después del esfuerzo denodado que han hecho de movilización, de inversión de recursos, de todo un Estado a su servicio, porque en la realidad, cuando se dice que el Estado español desapareció en Cataluña, que es verdad, lo que se quiere decir es que apareció un Estado catalán, que está trabajando por la causa de la independencia. Bueno, pues, pese a todo eso, resulta que no tienen ni la mayoría de la población. Y no es que no tengan la mayoría de los inmigrantes, tampoco tienen la mayoría de los catalanes de siete apellidos catalanes, o sea, no tienen la mayoría social y sobre todo no tienen ningún reconocimiento internacional.

Las separaciones, las rupturas de un país, de una nación constituida, regida por un sistema de derechos y de leyes, no tiene más que dos opciones: o el pacto, o la guerra

Entonces, esto es imposible ¿Qué quiere decir que es imposible? Pues que las separaciones, las rupturas de un país, de una nación constituida, regida por un sistema de derechos y de leyes, no tiene más que dos opciones: o el pacto, o la guerra. Lo que no hay es una solución intermedia, que es la que parece que están intentando estos señores, que es conseguir la independencia por el aburrimiento de los demás. Y esto es una cosa que no sólo la digo yo, y la sé yo, sino que lo saben ellos también. Es que no les ha reconocido ni Kosovo.

Es una cosa de broma. Señores que declaran la independencia y al minuto siguiente la retiran es que saben que están haciendo una cosa absolutamente absurda. Y esto no se puede perder de vista, porque la política es el arte de la posibilidad y aquí hay un imposible. La independencia de Cataluña tal como está el mundo hoy, no sé dentro de doscientos años, pero hoy es imposible. Por tanto, tiene que haber alguna solución, claro que la hay.

¿Qué es lo que ha pasado? Pues lo que te decía antes: que no se ha hecho política, no se ha hecho ninguna clase de política. O la que se ha hecho se ha hecho simplemente a la contra. He de reconocer que el esfuerzo que ha hecho, por ejemplo, Ciudadanos para mantener allí viva una cierta españolidad está muy bien, pero tampoco es ninguna solución porque estamos, en el fondo, alimentando un enfrentamiento. En definitiva, no se ha hecho política, en primer lugar, porque el Estado no se ha sabido defender. Y ahora, al final, estamos en una solución casi Spengleriana, en que un pelotón de soldados mantiene la civilización. Bueno, pues a mí me parece que no hay que usar a los soldados, basta con la acción de la justicia ordinaria, a ser posible sin que sea boicoteada por el gobierno de turno. Lo que es evidente es que este asunto, desde un punto de vista legal, se ha dejado ir mucho más lejos de lo razonable, y eso es un error político muy grave. Desde el momento en que se admite que no se cumplan las sentencias del Tribunal Supremo estamos fuera de quicio. Y eso hay que corregirlo.

[JB] Siempre le echamos la culpa a la política y a los políticos, pero está también el poder económico o, bueno, aquellos que tienen mayor influencia en la economía. ¿No crees que ese “poder”, puesto que el dinero es muy miedoso, ha influido precisamente para que no se haga política en este asunto? Es decir, que tal vez esa acción política que era necesaria para reconducir la situación se ha topado con un poder económico contrario a la aplicación de esas políticas. ¿Crees que puede haber algo de cierto en esto?

[J.L. González Quirós] Bueno, es evidente que sí. Pero yo creo que esto es una mezcla de dos cosas. Por una parte, ese poder económico era consciente de lo que yo le he dicho al principio de que lo que se iba a hacer era imposible. Pero no se daba cuenta de que cuando te empeñas en ir a lo imposible puede ser una catástrofe. Y a ellos tendría que preocuparles no sólo la imposibilidad de lo imposible, sino la posibilidad de la catástrofe, que es en lo que ahora estamos.

En Cataluña ha habido una colusión entre el empresariado y el partido dominante

Ahora estamos en una sociedad dividida que yo no creo que llegue al conflicto violento abierto pero que se puede aproximar seriamente. Y creo que ha habido una cierta irresponsabilidad por parte de las clases digamos dirigentes, los dirigentes económicos de Cataluña. Luego ha habido también un sistema muy corrupto, probablemente incluso más corrupto que el que ha estado vigente en la práctica en el resto de España. Y cuando me refiero a un sistema, me refiero muy concretamente a la financiación de las actividades de los políticos y de los beneficios personales de los políticos. Ese tipo de corrupción, que en Cataluña se ha visto muy claro en el caso Pujol, pone de manifiesto una colusión entre el empresariado y el partido dominante.

Pero no soy pesimista a largo plazo. España es una viejísima nación. Por supuesto, una viejísima nación muy plural, muy diferenciada. Y a mí esto no me asusta nada, me parece que es la pura realidad. Solemos compararnos con Francia, yo tengo algunos amigos que son partidarios de soluciones a la francesa. Pero no tiene sentido porque la política es, por encima de todo, un arte de conservación. Tenemos que conservar la España que hay, no la España que nos gustaría que hubiera. A lo mejor a mí me gustaría que hubiese una España puramente castellana… no en particular porque soy asturiano (risas). No tengo esa visión de amplias llanuras, con horizontes de sol, ni creo que la tengan los propios castellanos.

La hipótesis de una especie de españolismo centralista me parece ridícula. Poseemos una historia, que es la que es, y que está en nuestra Constitución. Y ha sido objeto de un pacto político bastante importante y muy generoso, por parte la mayoría del cuerpo político nacional. Lo que ha pasado es que hay unos partidos políticos que han sido infieles a ese pacto, y han creído, equivocadamente, que había salida. Bueno, pues ya se han dado cuenta que no hay salida. Todavía no lo dicen porque les da como vergüenza y tal.

Aquí lo que ha habido es un tren que chocó con una pared. El supuesto tren contrario sigue donde estaba

Pero fíjate tú que durante muchos meses se estuvo hablando del choque de trenes. Ya nadie repite esa expresión. Porque aquí lo que ha habido es un tren que chocó con una pared. El supuesto tren contrario sigue donde estaba. Y a pesar de que algunos se empeñen en desarticularlo va a estar ahí durante mucho tiempo. El muro de la realidad. En el siglo XXI, y en Europa, lo único que nos faltaba es que realmente las regiones como Cataluña, que hay unas cuantas, hagan los mismo.

Nosotros decimos que somos un país diverso, pero es que todos los países son diversos. Es que es diversa Finlandia. Es que es diversa Holanda. Es que por supuesto es diversa Italia. Y hasta Francia es diversa. Lo que pasa es que ha habido Estados con más conciencia de su fundamento, de su nacionalidad y de su derecho, y han sido más duros con las manifestaciones particularistas que también, por otra parte, son más débiles, todo hay que decirlo. Pero creo que se podrá recuperar… Lo que es necesario es aplicar la ley, sin duda ninguna. Pero luego empezar otra vez a dar oportunidades. No creo ni que haya que hablar con la autonomía catalana, ni instalar una especie de ciento 155 permanente. Que me parece por otra parte un programa escasamente atractivo. Lo que hay que hacer es tener confianza, cosa que ahora mismo hay que reconocer que no hay muchos motivos para tenerla, en que los propios catalanes se van a dar cuenta de en que lío les han medido y que vayan saliendo poco a poco por su propio pie. Lo cual, requerirá un programa más de décadas, que de años. Pero bueno, empecemos. Lo que no puede ser no puede ser, como decía el filósofo del “torerío”, y además es imposible.

¿Qué le vas a hacer? ¿No? Tenemos ese problema. En ese sentido fíjate que yo admiro mucho a Ortega y creo que dijo cosas interesantes con motivo del estatuto de la Segunda República y tal, pero no soy tampoco de la idea de la “conllevanza” porque tiene dos inconvenientes: Uno, el que hace que ese problema, que es un problema histórico, sea un problema eterno. Y no es verdad que sea eterno, aunque los nacionalistas catalanes se hayan esforzado en llevarlo muy atrás. Vamos a ver, encontrar ya el nacionalismo catalán en el siglo quinto, eso es una tontería… y una mentira, una ficción absurda. No hay que conllevar nada eterno ni hay nada esencialista que impida una buena convivencia entre los catalanes y el resto de los españoles. Y por supuesto, entre catalanes de una determinada afiliación y los catalanes de otra. Hay que abrir caminos a la esperanza, al diálogo, a la comprensión a la libertad, y tal. Y vuelvo a lo de antes: hay que elegir entre la convivencia o la guerra. Y espero que optemos por la convivencia.

[JB] Desde que la Gran recesión devino en crisis política en España, se habla de que el bipartidismo es el problema. De que hacen falta nuevos agentes dentro de la política para que no sea un diálogo de dos. Así que voy a ser directo, ¿crees que Ciudadanos puede reemplazar al Partido Popular o siquiera complementarlo en aquellos aspectos que quizás el Partido Popular no parece competente? ¿Piensas que el Partido Popular está abocado a desaparecer o que, por el contrario, puede renacer de sus cenizas si hace lo que debe hacer?

[J.L. González Quirós] Los que presumen de saber de teoría política y sistemas electorales, dicen que el bipartidismo es una consecuencia del sistema electoral. Pero la cosa es un poco más complicada. El bipartidismo, de una u otra manera, es una realidad universal. Es la división entre sectores más progresistas, que se piensan a sí mismos avanzados, y sectores más conservadores. Hay bipartidismo muchos países, en Estados Unidos, en Inglaterra, en Alemania, en Italia, en Francia, en España, que tienen sistemas electorales completamente distintos. Luego ese bipartidismo de base es muy difícil de eliminar. No tiene sentido, es como eliminar un componente esencial de la realidad política.

La tontería de que el sistema electoral prima a los nacionalistas es una tontería suprema

En segundo lugar, el sistema electoral que tenemos en España es un sistema hecho a la medida, y yo creo que bastante bueno. Se dicen muchísimas tonterías en relación con el sistema electoral. Por ejemplo: que los “gobiernos de Madrid”, por decirlo como los catalanes, han tendido que pactar con minorías nacionalistas. Pero eso no tiene nada que ver con el sistema electoral. Tiene que ver con el hecho desdichado de que los gobiernos y los partidos nacionales no se han puesto de acuerdo en cosas que nos interesaban a todos. La tontería de que el sistema prima a los nacionalistas es una tontería suprema. Los nacionalistas están donde tienen que estar.

Con este sistema, que yo creo que no está mal, porque está diseñado para hacer que la gobernabilidad sea posible, puede haber un sistema de dos grandes partidos o un sistema de cuatro partidos. Eso ha pasado siempre. En los primeros años de la Transición había cuatro partidos. Estaban la UCD, Alianza Popular, el Partido Socialista y el Partido Comunista… más los partidos nacionalistas, que están ahí desde siempre. Luego ha habido una etapa PSOE-PP, PSOE-PP, PSOE-PP…, y eso a lo mejor ahora se corrige. Pero en general siempre habrá un partido más grande en la derecha y un partido más grande en la izquierda. Y la tendencia va a ser favorecer al partido más en el centro de los de la derecha y los de la izquierda respectivamente. Y en este sentido el caso de Ciudadanos es interesante porque equivocadamente, en mi opinión, los dirigentes de Ciudadanos han sentido la vocación o la tentación de sustituir al gran partido de la derecha porque, evidentemente, el partido de la derecha lo ha hecho muy mal.

Podemos es, desde el punto de vista táctico, una invención de la derecha

Todo lo que está pasando en la derecha, y en buena medida en la izquierda, es porque el partido de la derecha ha azuzado ese conflicto. Por ejemplo, entre Podemos y el PSOE. Podemos es, desde el punto de vista táctico, una invención de la derecha, es decir, ha consistido en azuzar a unos tipos que estaban dando la tabarra en la Facultad de Políticas de la Complutense y a los que nadie hacía caso. Y, de repente, los llevan a las televisiones para que joroben al PSOE y le dejen vivir tranquilo al señor que mandaba en la derecha. Y esto ha estado a punto de provocar algún vuelco.

Ciudadanos ha sentido la tentación de convertirse en una cosa distinta. Y creo que se equivocan. Y se equivocan doblemente

En Ciudadanos confluyen dos, digamos, vocaciones, o dos grandes motivos. Por una parte, es el partido que recibe el voto desencantado de la derecha y de parte de algún sector de la izquierda, pero luego también es un partido que cumple una función que nunca ha estado del todo garantizada en el sistema: situarse en el centro de los dos grandes partidos para ninguno de los dos tenga que aliarse con uno nacionalista si no son capaces de entenderse directamente. Eso es un poco lo que pudo haber sido el CDS de Suárez y el Partido Reformista Democrático de Roca, que lo intentaron. Es lo que pudo haber sido y estuvo a punto de serlo UPyD. Y es lo que casi de una manera más perfecta ha llegado a ser ciudadanos. Lo que pasa que Ciudadanos ha sentido la tentación de convertirse en una cosa distinta. Y creo que se equivocan. Y se equivocan doblemente. Porque de hacer una cosa distinta, me parece que nos habrían hecho un favor más grande haciéndolo hacia la izquierda que hacia la derecha, en términos del interés general. Es decir, me parece que el gran error que ha cometido Rivera, y ha cometido unos cuantos, es que cuando hace la alianza con un Pedro Sánchez en una situación difícil, no la lleva adelante electoralmente, porque habría podido ser una gran coalición de centro-izquierda.

Ciudadanos, en la medida en que juegue a ser el partido que garantice que ninguno de los dos grandes tenga que recurrir al auxilio externo, contribuirá al equilibrio y al interés nacional. Pero si aspira a sustituir a un partido más importante, se tendrá que definir. Y yo creo que los que lo van a definir son los españoles. Y me parece que a nada que las cosas vayan un poquito bien, y espero que vayan, la derecha recuperará parte de su fuerza y Ciudadanos quedará reducido a un partido pequeño.

[JB] ¿Cómo ves el futuro de Pablo Casado como líder del Partido Popular?

[J.L. González Quirós] Yo más que verlo le deseo un gran futuro, es decir, yo creo que Pablo Casado tiene las condiciones necesarias para ser un gran líder político, es un hombre joven, es un tipo inteligente, tiene una memoria colosal. A pesar de lo que se haya dicho, es una persona preparada y con capacidad. Y es una buena persona, aunque no sé si eso es gran garantía de ser un buen político. Pero, por lo que he podido tratar con él, me parece una persona de recta intención y de buen corazón, si se puede decir eso así. Ahora, tiene que darse cuenta de que ser el gran líder de lo que hoy queda del PP exige una transformación muy profunda del PP. Y no sé si se va a atrever a hacerlo… y tampoco sé si le van a dejar hacerlo. Creo que le dejarán hacerlo si se atreve. Ahí está el punto, en el atrevimiento. Y quizá es ese atrevimiento lo que le falta a Pablo Casado. Necesita ese punto de más seguridad en sí mismo y de tranquilidad para poder realmente enarbolar un PP distinto. Hay que tener en cuenta que nadie ha sido líder del partido del centro derecha o de la derecha en unas condiciones tan difíciles como las que ha heredado Pablo Casado.

Nadie ha sido líder del partido del centro derecha o de la derecha en unas condiciones tan difíciles como las que ha heredado Pablo Casado

[JB] Para terminar. En tu opinión, ¿qué es lo que ha podido pasar con el “affaire” del Consejo General del Poder Judicial? Ese sainete tremendo que, de repente, le estalla en las manos a Pablo Casado ¿nace de su propia voluntad? ¿Por qué quien pretende reformar un partido y devolverle la solvencia de cara a los votantes, se mete en ese lodazal?

[J.L. González Quirós] Por la información que tengo, es una herencia clara del pasado. Es un pacto que está hecho en época de Rajoy y que, además, es puesto en marcha por un ministro muy característico de Rajoy que es el señor Catalá. Pacto que más que el interés del propio partido y, seguro, el interés de la nación cubre de alguna manera ciertas garantías en relación con la situación procesal de los temas de la Gürtel. Me parece que Pablo Casado no ha estado muy atento a la jugada y le han servido un pacto que es bastante intragable en su esencia y que ha resultado ser absolutamente intragable en su presentación, como dicen los camareros cuando se platea. Es decir, el condumio es muy malo y, además, se ha puesto en el plato de una manera absolutamente impresentable.

El WhatsApp relacionado con Ignacio Cosidó, al que tengo en muy buena consideración, indica un nivel de inadvertencia de lo que es el mundo real tremendo. Porque habiendo sido Director General de la Policía tendría que saber que esto de los WhatsApp no es precisamente el método más seguro para decir una cosa que no quieres que se sepa, ¿no? Pero fíjate que en ese largo WhatsApp hay una cosa que es terrible, que indica hasta qué punto un partido ha perdido el oremus. Es cuando el autor del texto, sea Cosidó o sea quien fuere, dice: «Bueno y si hay que seguir dando explicaciones, esto es de delito»… El delito son los políticos que no se enteran de qué va la política. El delito es esta cosa de que podemos manejar a los jueces, ponerlos a nuestro servicio y, además, que lo que les preocupe específicamente sea la sala de lo Penal. Vamos, verde y con asas…

El delito es esta cosa de que podemos manejar a los jueces, ponerlos a nuestro servicio y, además, que lo que les preocupe específicamente sea la sala de lo Penal

Creo que Pablo Casado lógicamente tendría plantarse. Y pienso que lo va a hacer o lo va a intentar hacer a fondo, porque sería la tercera vez que el Partido Popular promete restaurar un poquito el orden en este asunto y que no lo cumpliera… Pero espero que lo haga.

[JB] Yo también espero que lo haga por el bien no ya de Pablo Casado ni del partido Popular, sino por el bien de la política en general.

[J.L. González Quirós] Por el bien de todos nosotros. Es terrible, o sea, estas expresiones que se le cuelan ahí de controlar por la puerta de atrás la sala tal, ese “hemos salido ganando, tenemos uno más, podemos con cinco ganar…”, es que es espantoso. Es un nivel de un nivel de corrupción, en el sentido más profundo del término, insoportable.

[JB] Muchas gracias José Luis. Has dicho cosas muy interesantes que nuestros lectores y oyentes seguro apreciarán.

[J.L. González Quirós] Ojalá. Muchas gracias a ti.

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