El artículo de Disidentia titulado La impresionante historia de un ingeniero español… y su agridulce moraleja, recordaba a Antonio Cobas, el genial ingeniero español que revolucionó el mundo del motociclismo, pero también una de nuestras peores lacras: la falta de una verdadera cultura financiera, cuya consecuencia más grave es que los capitalistas patrios, sean nombres propios o entidades, reúsen apoyar a los emprendedores cuando más lo necesitan. ¿Y cuándo es ese momento? Cuando una vez ya han arrancado, buscan capital para desarrollar sus ideas, convertirlas en realidad y probar suerte en el mercado.

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No cabe duda que ese momento es el que más riesgo entraña, porque la idea puede resultar un fracaso y perderse todo el dinero y el trabajo invertidos. Pero quien no arriesga, no gana. Esto lo saben muy bien más allá de nuestras fronteras. Del mismo modo, si se quiere ganar mucho, hay que arriesgar en consecuencia. Lamentablemente, en España, tan acostumbrado como está el capitalismo patrio a hacer sus negocios a la sombra del Estado, ganar dinero y arriesgar parecen incompatibles.

Desde la derecha se apunta a la necesidad urgente de reindustrializar nuestro país. Y en Disidentia podríamos estar de acuerdo. Sería estupendo que fuéramos capaces de ganar músculo industrial, sea en sectores más o menos convencionales o en lo que se da en llamar “nueva economía”. Pero, para probar suerte, más que incidir en el error de meter al Estado de por medio, bien como promotor, bien como proteccionista, deberíamos aprender de los anglosajones y más concretamente de los Estados Unidos, en vez de demonizarlos, porque su preponderancia, que tanto irrita a algunos, se debe a que, en este aspecto, tradicionalmente han hecho justo lo contrario que nosotros.

Sí, el tamaño importa. Necesitamos crecer, ser algo más que microempresas que viven al día, con nula capacidad de inversión en investigación y desarrollo, o empresas familiares que pueden ser muy encantadoras pero que a menudo terminan desapareciendo porque no crecen lo suficiente. Además, quienes ven un peligro en las grandes corporaciones, deberían saber que lo que más temen las grandes multinacionales es la competencia. Saben que las pequeñas empresas, si crecen, mañana podrán desafiarlas.

En este mundo, por muy global que sea, aún mandan las naciones, especialmente las más grandes. Si los españoles queremos que nuestro país sea fuerte, dueño de su propio destino y conserve su idiosincrasia en aquello que vale mucho la pena, debemos cambiar nuestra cultura en este aspecto. No lo vamos a lograr haciendo que el Estado incremente su presencia en la economía, ocupando aún más espacios, sino dejando más libertad a los emprendedores. Y, por supuesto, lanzando el mensaje de que se acabó el paraguas del Estado, que quien quiera hacer negocio y ganar un buen dinero, deberá poner su capital en juego apoyando al genio y el talento españoles, sobre todo en sus comienzos.

PODCAST con José Luis González Quirós, filósofo, ensayista y analista político, y Javier Benegas, editor de Disidentia.

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El tamaño Importa: el verdadero poder de una nación

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