La única relación real que pudiera establecerse entre la cultura y los dos dictadores que han regido los destinos de Cuba por los últimos sesenta años, Fidel y Raúl Castro, es destructiva, ambos hermanos han sido la anticultura y en consecuencia, la antinación.
El más relacionado con la cultura de ambos era Fidel, por lo tanto habría que decir que fue el más nefasto para la misma. Cosa que quedó clara para el observador objetivo tras la lapidaria frase “con la revolución todo; fuera de la revolución, nada” en su discurso Palabras a los intelectuales de 1961.
Así, todo lo que dimana de esa frase para en un santiamén materializarse sobre la sociedad isleña cual un dogma cuasi eclesial o marxista-eclesial (que a partir de ese momento nadie osará contravenir si no a riesgo de marginación, muerte, cárcel o exilio), es una cultura de esclavos, de mansos amanuenses, que sería más apropiado definir como anticultura.
Fidel usaba la cultura para aherrojarla, y arrojarla entonces como un arma contra su enemigo más temido: la libertad. Pero Raúl, no. A Raúl la palabra cultura le queda grande, incómoda, y si se ve obligado a pronunciarla en algún sarao de puerco asado, se le atraganta como un boniato en el hálito alcohólico de su boca. Su incultura e indiferencia ante el universo creativo tuvo el efecto de permitir que artistas y escritores empujaran, entreabrieran algo las rejas del viciado barracón de la cultura nacional.
Pero maticemos, digamos que la relación de los Castro con la cultura es compleja. Entonces quizá sea más apropiado aventurar que si Fidel tuvo una relación cercana, casi familiar en el sentido del que te vigila de cerca, con la actividad cultural, Raúl tuvo una distante, casi indiferente.
“Te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió”
En la Cuba castrista se popularizó aquel pedestre poema de Nicolás Guillén que empezaba con el verso “Te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió”. Bueno, ya se sabe, el que cumple es siempre superior al que promete. Martí, el escritor, hace promesas, mientras Castro, el dios, las hace realidad.
Ahora, saberse inferior no era óbice para que Raúl, comunista al fin, no entendiera la necesidad de tener a su servicio brigadas de respuesta rápida de escritores y artistas bajo el aprendido axioma de que la cultura es un arma tan lenta como letal en sus efectos para el dominio ideológico de la sociedad.
Así, en agosto de 2016, en un remedo de Palabras a…, leído a raíz de la celebración por los 55 años de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el general felicita a la institución que ha estado “al servicio de la cultura, considerada por Fidel (Castro) escudo y espada de la nación”.
El general apunta además dos amenazas en el campo de la cultura: «los proyectos subversivos que pretenden dividirnos y la oleada colonizadora global”. En junio de 2016, las autoridades aduaneras del castrismo informaron que hasta el momento se habían neutralizado más de 800 infracciones entre las que resaltan la entrada al país de “literatura con contenido subversivo”.
Artistas e intelectuales estadounidenses en la isla
En los meses siguientes tras el ominoso restablecimiento de relaciones con EE.UU, en julio de 2015, Cuba se había convertido en destino de moda entre artistas e intelectuales de medio mundo. La Habana fue escenario para la filmación de series y películas estadounidenses como House of Lies y los más recientes episodios de las sagas cinematográficas Fast and Furious y Transformers, mientras celebridades como Katy Perry, Rihanna y Madonna recorrieron las calles de la otrora isla enemiga.
En un despliegue nunca antes visto en el país, The Rolling Stones ofrecieron en marzo de 2017 un concierto gratuito en la capital cubana, un evento impensable en décadas anteriores bajo la égida de su hermano el comandante. Un mes más tarde, importantes figuras en todos los campos del arte y la intelectualidad de Estados Unidos integraron una delegación de más de 50 miembros e invitados del Comité Presidencial para las Artes y las Humanidades, que arribó a la capital cubana apoyada por la Casa Blanca de Barack Obama para presuntamente estrechar vínculos culturales.
En julio de 2016 el Consejo de Estado de Cuba, a propuesta del general Raúl Castro, cesó al ministro de Cultura, Julián González, quien fue sustituido por Abel Prieto, que ya había ocupado esa responsabilidad durante 15 años hasta 2012, año en que fue designado asesor del general en jefe. La destitución se dio a conocer en una escueta nota oficial divulgada en los medios oficiales de la isla, en la que no se mencionan, como es habitual en Cuba, los motivos de ese relevo.
Premiados y luego encarcelados
Bajo el mandato de Castro los ataques a la libertad de expresión artística se extendieron a músicos, escritores, cineastas, directores teatrales y pintores, sin hacer distinción con los artistas premiados por el propio oficialismo.
Los ataques a la libertad de expresión cultural afectaron todo tipo de artistas, incluso a aquellos que habían sido premiados por el propio oficialismo
Tal es el caso del reconocido escritor Ángel Santiesteban Prats, premio Casa de las Américas en 2006, quien fue arrestado en 2013 y sentenciado a cinco años de cárcel en un amañado juicio por presunta violación de domicilio y lesiones, acusación que sirvió de pretexto para castigar sus críticas al Gobierno comunista. El autor, puesto en libertad condicional el 17 de julio de 2015, tras haber pasado más de dos años en prisión durante los que resultó víctima de malos tratos y de tortura, ha extinguido recién en estos días su condena y ha declarado que en la cárcel le indujeron un cáncer de estómago que padece.
Pedro Pablo Oliva, uno de los más importantes y exitosos artistas plásticos cubanos, quien fuera diputado de la Asamblea Nacional y ganador del Premio Nacional de Artes Plásticas en el 2006 fue expulsado de la Asamblea Provincial del Poder Popular de Pinar del Río, acusado de haber violado el código de ética. Se ordenó el cierre de su casa-taller y fue separado de todo vínculo institucional y condenado al ostracismo.
La artista de performance Tania Bruguera, reconocida en 2002 con la Distinción por la Cultura Nacional fue detenida en varias ocasiones después de intentar en diciembre de 2014 su performance El Susurro de Tatlin No.6. que consistía en instalar un micrófono en la Plaza Cívica (Plaza de la Revolución) para que los cubanos también opinaran sobre la realidad de la isla. Bruguera fue arrestada y decenas de opositores y artistas que participarían fueron detenidos y golpeados por fuerzas de la policía política. El performance no tuvo lugar.
La artista, ganadora de la prestigiosa Beca de la Fundación Guggenheim en 1998, fue acusada de «incitación al desorden público y a delinquir, así como de resistencia». Aunque el caso fue sobreseído, durante meses la artista se vio imposibilitada de salir del país porque el Ministerio del Interior retuvo su pasaporte.
Un acoso similar sufrió el director de cine y teatro Juan Carlos Cremata, con múltiples reconocimientos de la instituciones culturales cubanas, a quienes las autoridades comunistas le censuraron la puesta El rey se muere, un montaje que presentó con su grupo El Ingenio, en julio del 2015, que molestó a los funcionarios de la cultura por sus supuestas alusiones a Fidel Castro. A raíz de estos hechos el Ministerio de Cultura resolvió la disolución de su compañía teatral, la prohibición de hacer cine y teatro en Cuba, y la cancelación de la cuenta de internet que tenía con el ICAIC.
Otros capítulos de censura
El Festival Rotilla, fundado en 1998 como una reunión de tres días de los mejores DJ’s de Cuba, terminó convirtiéndose en un enemigo del Gobierno. La última edición «libre», a decir de sus organizadores, se realizó en 2010 donde lograron reunir a más de 20.000 mil personas. En 2011 las autoridades culturales de la Isla se apropiaron de la idea y acusaron a los organizadores de ser mercenarios de potencias extranjeras financiado por agentes de la C.I.A. con fachadas de funcionarios diplomáticos.
La Asamblea Nacional del Poder Popular recomendó espacios públicos libres de vulgaridad y la denigración de las mujeres con el fin de detener la influencia extranjera contraria a los valores cubanos. De esta manera han ejercido la censura contra populares artistas urbanos entre los que destacan los populares reguetoneros Osmani García y Jacob Forever entre otros.
La asamblea también «aconsejó» a los humoristas evitar el «humor irresponsable«. En abril de 2015, un grupo de artistas de hip-hop cubano fueron expulsados de la Agencia Cubana de Rap (ACR) tras su participación en un concierto en la Cumbre de las Américas, en Panamá.
Bajo Raúl Castro el grafitero Danilo Maldonado Machado, «El Sexto» ha sido encarcelado en varias ocasiones. Pasó diez meses detenido en 2015 por una performance, titulada «Rebelión en la granja«, en la que soltó por La Habana dos cerdos pintados de verde con los nombres de Fidel y Raúl escritos sobre la piel. Luego en 2016 fue detenido por pintar «Se fue» en las dictador cubano Fidel Castro, en noviembre de 2016.
Fidel se pensaba superior a los creadores, él era el creador en jefe, en tanto Raúl se sabía inferior y, por ende, los quería lejos
Desde la creación del Premio Casa de las Américas en 1960, arma poderosa para promover la agenda ideológica marxista en Latinoamérica, hasta Palabras a los Intelectuales y su amistad con el Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, Fidel mantuvo una aproximación controladora y censora sobre el acto cultural, mientras que Raúl al heredar el poder del hermano mantuvo esa misma obsesión controladora y censora, pero sin aproximarse demasiado. Fidel se pensaba superior a los creadores, él era el creador en jefe, en tanto Raúl se sabía inferior y, por ende, los quería lejos.
Hay una anécdota, apócrifa o no pero contada por Fidel y corroborada por García Márquez, ocurrida en 1948 durante el malhadado Bogotazo que viene a reafirmar la idea anterior. “Yo llegué a un parque y vi a un individuo dando palos, golpes, tratando de romper una máquina de escribir, y lo vi tan angustiado y pasando tanto trabajo para romperla, que le dije: Espérate, no te desesperes, dame acá, y agarré la máquina y la tiré hacia arriba, fue lo que se me ocurrió para ayudar a aquel hombre”.
Eso es lo que presuntamente, ya en pleno apogeo de su poder dictatorial, Castro contó a Gabriel García Márquez. Los dos habían estado aquel nueve de abril de 1948 durante los violentos acontecimientos de Bogotá. Después de una pausa teatral Castro pregunta de repente al autor de Cien años de soledad: “Y tú, ¿dónde estabas cuando El Bogotazo?”. “Yo era aquel hombre de la máquina de escribir”, le contestó humildemente el Nobel colombiano al dictador cubano.
Luego ante la muerte de García Márquez en 2014, la reacción de Raúl no pudo ser más escueta, según se aprecia en una carta dirigida a su esposa Mercedes Barcha, reproducida por medios oficiales: «Querida Mercedes: El mundo, y en particular los pueblos de Nuestra América, hemos perdido físicamente a un intelectual y escritor paradigmático. Los cubanos, a un gran amigo, entrañable y solidario. La obra de hombres como él es inmortal«.
Visto que la única relación real que pudiera establecerse entre la cultura y los hermanos Castro es destructiva, que ambos han sido la anticultura y en consecuencia, la antinación, asimismo el acto creador más importante que podríamos esperar en esa isla es la demolición, física y espiritual, del régimen que ellos impusieron sin ninguna piedad y con total impunidad.
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