Lo que está pasando en Italia es relativamente fácil de entender. Cuando la clase política se empeña en alejarse de la realidad, inventando problemas ficticios y olvidando los reales, autocomplacientes, inasequibles a los hechos y sin levantar la vista de su ombligo, los ciudadanos se abstienen y, en el peor de los casos, se agarran al primer clavo ardiendo que promete ocuparse de lo que realmente les preocupa. Poco importa que las soluciones que se propongan sean igual de perjudiciales y dañinas que las que se vienen aplicando.

Publicidad

Los medios acostumbran a vestir las noticias según se les antoja con calificativos morales, dando por buenas las intenciones y olvidando las consecuencias. En estos días podemos encontrar infinidad de titulares en los que Europa y sus Gobiernos toman medidas importantísimas para poner freno a la subida de los costes de la energía, metiendo mano a los precios. Todo parece maravilloso. En otras ocasiones se alaba el establecimiento de un salario mínimo o un recorte de impuestos. Muchas de estas acciones tienen consecuencias pésimas, generalmente contrarias a lo que pretenden. La Historia no miente y es bastante más tozuda que nadie. Otras, como las bajadas impositivas, pueden ser peligrosas si no se recorta el gasto, pero es mejor vender solo la parte simpática, a mayor gloria del que tuvo la feliz idea.

Contrariamente a lo que aconseja el refranero, el votante suele cambiar malo conocido por malo por conocer con relativa frecuencia, cuando se le fuerza más de la cuenta

Nos han acostumbrado tan machaconamente a hablar solo de intenciones, que cuando alguien es capaz de canalizar la rabia que supone la absoluta dejadez de los gobiernos europeos por los problemas reales de los ciudadanos y convence a un puñado de contribuyentes, nadie se para a pensar si lo que pretenden poner en práctica será solución de nada. Cuando lo piensan, se quedan en casa. La abstención debe evaluarse siempre en términos de desapego y hastío. De cansancio. De hartazgo.

En Sudamérica los regímenes derechistas han dado de nuevo paso a la extrema izquierda. En la verde, inclusiva, queer y liberal Europa, queremos volver a 1922. Hay un tuit por mi cuenta, que ya lo aventuraba hace meses. Siempre hay alguien que lo dijo, que lo supo y que lo argumentó. No soy el único. Eliminado el contenido de los libros de Historia, nada impide que se pueda repetir. Cuando todos los que no piensan como yo son fascistas, nadie es capaz de reconocer al fascista de verdad.

Perseguir quimeras y ensoñaciones sostenibles lleva a que muchos se dejen arrastrar por los cantos de sirena que resuenan con fuerza en la dirección opuesta. Contrariamente a lo que aconseja el refranero, el votante suele cambiar malo conocido por malo por conocer con relativa frecuencia, cuando se le fuerza más de la cuenta. Trump o el Brexit son grandes ejemplos del fracasado sistema democrático del Mundo Libre.

Ahora todo son lloros y rechinar de dientes, pero nadie se apeará del burro de la tontuna occidental. Seguiremos mirando el dedo mientras Putin, o el que sea, paga para que se nos caiga la luna encima, insuflando aliento, medios y apoyo, a cuantos botarates se apunten a desestabilizar el sistema a cambio de un puesto en el poder.

El domingo, tras el ensayo de mi banda, Evanora, nuestro guitarrista, nacido en Modena, comentaba que “hoy en Italia elegimos entre comer mierda con tenedor y mierda con cuchara. ¡Yo no quiero comer mierda!”. Este es el drama. También hay mierda a los postres.

Foto: MLbay.


Por favor, lee esto

Disidentia es un medio totalmente orientado al público, libre de cualquier servidumbre partidista, un espacio de libertad de opinión, análisis y debate donde los dogmas no existen, tampoco las imposiciones políticamente correctas. Garantizar esta libertad de publicación depende de ti, querido lector. Sólo tú, mediante el pequeño mecenazgo, puedes salvaguardar esa libertad para que en el panorama la opinión y el análisis existan medios alternativos, distintos, disidentes, como Disidentia, que abran el debate y promuevan una agenda de verdadero interés público.

¡Conviértete en patrocinador!