Después de las vacaciones veraniegas viene la vuelta al trabajo, al colegio… Sin duda, es un episodio del año un poco pintoresco pues coincide la holgazanería institucionalizada con la obligatoriedad laboral, sin olvidarnos de un calor que parece el aliento del Infierno. La tensión que repercute en dichoso dilema ha sido llamada por algunos como “depresión postvacacional”, aunque más que depresión (que por supuesto no lo es) es el refunfuño donde la agresividad, la tristeza y el miedo se dan la mano y te recuerdan que para estar tirados en la playa valemos todos y ahora hay que trabajar. Menos el PP, que se permite el lujo de seguir en la playa, esperando a que pasen las horas muertas mientras se bebe el cóctel que tú le pagas.

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El Partido Popular ha logrado ser el partido político más inseguro de España. Y esto provoca un problema porque al mismo tiempo quieren gobernar. ¿Por qué digo que es inseguro? Porque ha llegado a un punto en el que ni ellos saben qué quieren defender. Se les ve perdidos, no saben si llevar camisa de manga larga o corta. Por un lado, defienden el libre mercado, pero cuando gobiernan es un mercado light. Defienden la inconstitucionalidad del estado de alarma por un lado, y luego Feijoo como presidente de la Xunta defiende la sanción de aquellos que osaran apartarse de los fundamentos ideológicos de aquella. Estarían dispuestos a pactar con el PSOE para gobernar juntos pero luego no. Para serles sinceros, hacer un libro sobre la historia ideológica del PP tiene que ser un auténtico castigo: somos esto, ahora aquello, sí a esto, no ahora. Por alguna parte de El Príncipe de Maquiavelo tiene que poner: “el buen príncipe no debe imitar al PP, ¡vaya pajas mentales que se montan para no hacer nada!”.

Habría que adiestrar a este partido de inseguros, llamar a César Millán El Encantador de Perros y que a base de toquecitos disciplinarios en el cuello el PP asuma que de su collar tira la socialdemocracia y el buenismo quijotesco

A diferencia del PSOE, que es el termómetro político de España, el PP es el Deus ex Machina, esto es, se caracterizan en una cosa: gobiernan cuando hay crisis. Tal vez eso explique mucho de su crisis de identidad. El PP no sabe qué es, de hecho, le debe dar igual; simplemente espera a que el PSOE (como viene siendo habitual) dé la bienvenida a una crisis, entonces el PP suba al poder, solucione los problemas al socialismo y vuelta a empezar. El PP, en algún momento, ha entendido que le tiene que limpiar la boca al PSOE cada vez que se come a la economía española. Debe ser la templanza gallega (y cierto cinismo) lo que les haga esperar y esperar y esperar a ver cuándo revienta todo para que España les vote. Es lamentable su inacción y su poquedad argumentativa.

El PP es Milhouse queriendo aprovecharse de Lisa Simpson. Es el peluquín de José María Íñigo. Los chistes de Eugenio. Habría que adiestrar a este partido de inseguros, llamar a César Millán El Encantador de Perros y que a base de toquecitos disciplinarios en el cuello el PP asuma que de su collar tira la socialdemocracia y el buenismo quijotesco. Vox, ese partido político cuyo concepto patriótico nació de la mente de Los Nikis, hace años los llamaba “la derechita cobarde” pero erróneamente; el PP es inseguro, no cobarde, porque para haberse llevado dinero de las arcas públicas han sido muy valientes. El partido de las gaviotas es la manifestación de la impotencia, el hablar mucho para no hacer nada. Pocas personalidades merecen la pena en sus filas, y debieran irse de un partido que solo tiene claro que debe esperar la ruina de su país para gobernar. Mientras tanto son más insulsos que la sacarina. Disponen de una asombrosa carencia de diseño político, falta patriótica y ausencia de verdaderos estadistas. Mientras sube la inflación, el IPC, el paro, la deuda pública y privada… el PP mira, como un voyeur con escasa inteligencia emocional. La derechita insegura, que no sabe si sí o si no, y mientras, espera.

*** Luis García-Chico es un pensador y jurista español, con más de diez años de experiencia en el estudio de la mentira como línea de investigación en los campos del derecho, economía, filosofía y psicología. Autor de «Teoría de la mentira» (2022).


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