Recuerdo cuando, por primera vez, vi el vídeo de la bandera soviética bajando por el mástil del Kremlin. Simbolizaba la caída del socialismo en aquella lucha de titanes que fue la guerra entre el mundo libre y el mundo planificado. Ojalá hubiese sido el final.

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El objetivo de Reagan era acabar con el comunismo, borrarlo de la faz de la tierra. Un gran objetivo. Noble, sin duda, pero difícil; tanto que no lo consiguió. Contribuyó a la caída de la Unión Soviética, sí, pero el fénix renace de sus cenizas. ¿Es que mala hierba nunca muere?

Más de la mitad de los jóvenes estadounidenses consideran el socialismo superior al capitalismo

El terrible sistema que otrora pudiera haberse dado por muerto es ahora más fuerte de lo que parece. No sólo en España, sino en gran parte de Occidente. Más de la mitad de los jóvenes estadounidenses consideran el socialismo superior al capitalismo. Y en España, el voto mayoritario entre los jóvenes es para Podemos. Son datos relevantes, pero no inesperados.

El 90% de los profesores estadounidenses son afines al Partido Demócrata, el 80% de profesores en Reino Unido tienen ideas afines al Partido Laborista y el tinte izquierdista de la escuela pública española es más que evidente. Nada más entrar por la puerta de un colegio público español, nos encontramos carteles de UGT, CCOO, Izquierda Unida, Podemos, propaganda feminista radical, etc. Si sólo se diera esto en el vestíbulo, no sería tan grave, pero me temo que la situación es harto diferente.

Los profesores tienen una clara tendencia ideológica, así como los textos que se reparten en clase, los economistas que aparecen en los libros de economía e incluso los autores que se estudian en Filosofía y Lengua. ¿Es casualidad que los comentarios de texto sean tantas veces columnas de opinión de Elvira Lindo o Rosa Montero? ¿Y que todos los autores estudiados hayan pertenecido al bando republicano o sean autores actuales afines a la extrema izquierda? ¿Alguien considera que la ausencia de autores como Hayek, Mises o Bohm-Bawerk es casual?

Se programa a los niños para que sean firmes creyentes de la superioridad moral de la izquierda

Lo que nunca falta es la propaganda socialista en los libros de texto que, como el de economía de primero de bachillerato de la editorial SM, afirma que el sistema socialista “proporcionó a toda la población trabajo, sanidad y educación gratuitas” o “los regímenes comunistas pueden rescatar a un país de la miseria”, poniendo como ejemplo de esta última afirmación a Cuba. Tampoco se echa en falta la presencia de errados autores como Karl Marx, creador del sistema más antihumano que ha visto la historia. Se programa a los niños para que sean firmes creyentes de la superioridad moral de la izquierda.

La única culpable del retorno del socialismo no es la educación. Hay varios factores más que podrían explicar por qué este sistema que “plácidamente” dormía ha vuelto a la carga. Una de ellas es la infantilización de la sociedad, que convierte a los humanos en seres indefensos cuyo tutor, el Estado, debe proteger. Adiós a la responsabilidad individual, bienvenido el paternalismo.

Otro de los culpables de la vuelta del socialismo es la expansión sin límites del “Estado de Bienestar”. La idea de garantizar unos servicios básicos a los ciudadanos a través del Estado ha desembocado por el populismo e irresponsabilidad de muchos en un gasto que nunca es recortado. Es un monstruo que no deja de crecer; supuestamente en beneficio de los contribuyentes, aunque realmente es a su costa. Al crecer sin control los servicios públicos, la gente empieza a creer que el Estado debe garantizarles todo; vivienda, sanidad, educación y lo que se les ocurra. Parece que muchos olvidan que el dinero del Estado proviene de los ciudadanos y no al revés. Es fácil ser compasivo con el dinero de los demás. Lo que no lo es tanto es madrugar todos los días, trabajar duro, ver cómo te expolian mediante los impuestos y seguir con ganas de trabajar sabiendo que no vas a poder disponer de la mitad de tu dinero.

También destaca en la lista de culpables el lenguaje. Sí, esa herramienta que utilizamos para comunicarnos es un arma de doble filo. Movimientos anticapitalistas, sindicalistas, feministas, etc. lo han manipulado a su favor para, con expresiones sutiles, minimizar la importancia de atropellos legales y morales hacia colectivos que consideran antagónicos, con al apoyo de gran parte del “pueblo”, como ellos llaman a esa parte de la sociedad que defiende sus ideas, y la oposición de los “fascistas”, esa palabra ya carente de significado que utilizan de una manera más que ofensiva para quienes padecieron lo que realmente significa. La izquierda usa el lenguaje para crear un ambiente de terror, de verdadero pánico a ser tachado de intolerante, ultraderechista, xenófobo o incluso liberal, una palabra que, más que un insulto, debería ser utilizada como un positivo adjetivo.

No son pocos los movimientos a nivel mundial que exigen la defensa de las libertades y una lucha contra esta cultura de la censura

Por supuesto, cuando se trata a la gente como ovejas, la gente se cansa. Muchos desean salir del rebaño y convertirse en verdaderos individuos libres. Los calificativos peyorativos y persecución de los verdaderos autoritarios ya no causan, en gran parte de la población, efecto alguno. No son pocos los movimientos a nivel mundial que exigen la defensa de las libertades y una lucha contra esta cultura de la censura a la que los ciudadanos se ven sometidos. ¿Tendrán estos movimientos éxito? No estoy seguro. Muchos de ellos tienen dentro esa semilla colectivista que ha dado lugar al socialismo. No todos cuestionan la raíz del problema. Algunos sólo lo intentan mejorar. Con éxito, sí, pero temporalmente. Esperemos que algún día exista un movimiento realmente individualista, letal para el socialismo, para el colectivismo y para todo lo que sustituye al individuo por la masa.

El socialismo ha conseguido volver de manera sutil, pero peligrosa. Se ha infiltrado en casi todas las actividades cotidianas y ha creado una sociedad censuradora como defensa. Ojalá el individualismo llegue a enfrentarse en una batalla a muerte contra el colectivismo y, por tanto, contra el socialismo y la corrección política. Mientras tanto, y a raíz de los últimos acontecimientos, me invade una duda; y el socialismo, ¿nunca muere?

Foto: Clem Onojeghuo


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