Conocido es el hecho de que el ejercicio del poder va usualmente acompañado de un uso de la propaganda del sistema utilizando medios públicos y privados a su alcance, con el fin de alienar las mentes de las masas y socavar y desprestigiar los argumentos de los que a tal se oponen. Una parte importante de la ideología del poder en las democracias occidentales se dedica a defender una concepción del ser humano que lleva al extremo la idea de igualdad de derechos para convertirla en una igualdad de hechos, hasta el punto de pensar que no existen ni sexos, ni razas, ni nada que distinga la naturaleza de distintos seres humanos, especulando que cualquier diferencia de conducta en diferentes individuos se debe a factores culturales y nunca a factores biológicos innatos.

Publicidad

Tal concepción aplicada al tema de las diferencias hombre-mujer se denomina ideología de género. Es, claro, una ideología y no un hecho, como tratan de imponer quienes defienden el dogma, porque se basa en creencias y no hay ninguna evidencia de estudios antropológicos de que haya habido o pueda llegar a haber alguna sociedad humana en la que los roles masculinos y femeninos se diluyan y sólo quede un único tipo de ser humano andrógino sin rasgos sexuales en su conducta o en la división del trabajo. No está mal que haya ideologías, cada civilización en cada época tiene las suyas, ello forma parte del desarrollo del pensamiento. Sin embargo, el peligro se adviene cuando se trata de convertir tales ideas en verdades absolutas y perseguir a los herejes que las nieguen. Es un hecho el acoso mediático actual y de linchamiento al adversario ideológico contra quienes se oponen a tal ideología de género. Para muestra, un botón, de mi propia experiencia en el asunto:

En 2017, la twittera Carmen González Magdaleno, quien se define a sí misma como feminista, comunista y “prototipo de mujer polimórficamente sensible”, decide poner en su página de Twitter una selección de textos de uno de los capítulos de mi libro Voluntad. La fuerza heroica que arrastra la vida, con unos fragmentos sesgados, sacando frases fuera de contexto, mutilándolas o incluso modificando algunas citas textuales, y dejando de lado múltiples consideraciones (ver aclaraciones del autor). Un pésimo ejercicio de comentario de textos que desfigura y distorsiona el significado de la obra, en manos de una joven que sólo tiene una intención: patalear histéricamente vociferando “machista, machista, machista…”. Esto arrastra a una ralea de seguidores que repiten a coro una ristra de improperios.

No está mal que haya ideologías, cada civilización en cada época tiene las suyas, ello forma parte del desarrollo del pensamiento. Sin embargo, el peligro se adviene cuando se trata de convertir tales ideas en verdades absolutas

El centro de investigación donde trabajo, el Instituto de Astrofísica de Canarias, sin haber leído el libro ni nada más que los cotilleos de Internet, decide eliminar ipso facto mi página web personal, donde no estaba el contenido del libro pero sí se mencionaba la existencia de tal como parte de mi currículum de publicaciones junto con algunas reseñas del mismo, y hacer una proclama pública de que se desvincula de las opiniones de mi libro por ser contrarias al compromiso de políticas de igualdad de género a la que el Instituto se ha adscrito. Todo ello sin haberme siquiera preguntado mi opinión al respecto. Si hubieran leído el texto íntegro, verían que no hay nada en él contra las políticas de igualdad, pero, ante el ruido producido en las redes sociales, decidieron actuar rápidamente y dar crédito a la interpretación sesgada de la twittera polimórficamente sensible y la turba enfurecida de seguidores que reclama el linchamiento mediático del autor de Voluntad.

Entre esos seguidores había algunas periodistas, quienes señalaron con indignación al científico y filósofo al que le habían cancelado su página web, en los diarios digitales hipertextual.comeldiario.es y el periódico en papel La Opinión de Tenerife (actualmente cerrado, aunque sus artículos siguen estando disponibles en el diario La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria) en artículos respectivamente firmados por Ángela Bernardo, Sofía Pérez Mendoza y María Plasencia, publicando sin mi permiso una fotografía mía, proclamando a los cuatro vientos “aquí tenéis un misógino”; sólo faltaba poner “si lo veis por la calle, apedreadlo”.

El caso llega a los organismos oficiales de Tenerife, y me entero por la prensa de que condenan mi libro sin habérselo leído (no han tenido tiempo, pues la condena se hizo un día después de la aparición de la noticia, y el libro tiene más de mil páginas), aunque me reconforta saber que tal condena no es tan unánime como se anuncia y viene únicamente de comisiones feministas, que existen por doquier y que justifican su existencia en estos avatares.

La noticia también llega al diario La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria, donde un columnista llamado Javier Durán escoge alguna de las citas sesgadas, y, basándose en éstas, difama mi persona en un estilo pendenciero, con expresiones tales como “voraz misoginia debida a un pene pequeño” o “está gripado por una relación sentimental disuelta”. También en el mismo periódico Elisabeth López Caballero quiere hacer de buena tía previniendo a los hijos de sus hermanos de una sociedad de misóginos y machistas y, para ello, no se molesta en consultar la fuente original, sino que hace un copy+paste de algunas frases que circulan por las redes.

Posteriormente, algunos de estos medios de comunicación cambian a petición mía parte de los contenidos, corrigiendo algunas citas entrecomilladas que no eran literales en mi texto, substituyendo alguna fotografía y añadiendo algún comentario adicional mío, no sin cierta reticencia. El director de hipertextual.com, Eduardo Arcos Barredo, añade al artículo de su medio un par de párrafos donde indico cuán incorrecto es clasificar mi libro como misógino, al existir en el mismo capítulo de donde se han sacado los textos citados otros que ensalzan lo femenino. Añaden en el artículo de hipertextual.com un párrafo que dice “El autor sostiene por correo electrónico que…’ ”; yo insisto varias veces en que eso debe cambiarse por un “El autor señala que en el polémico capítulo 5 de su libro también hay párrafos tales como que…’ “, pero no se contesta a mi petición. Los dos medios digitales no aceptan tampoco que yo escriba un artículo clarificando los malentendidos. En el caso de los periódicos en papel, sí se publica una nueva noticia de rectificación y un artículo de réplica respectivamente.

No acabarían aquí los infortunios debidos el acoso mediático. La editorial (Áltera) que había publicado la obra sería vendida a un nuevo mercader de la cultura amigo de la corrección política, Luis Folgado de Torres, quien, en una acción moral a lo Tartufo, decidió censurarla y retirarla del mercado apelando a la polémica habida en los medios de comunicación con el tema de género. La acción del nuevo editor de Ediciones Áltera fue ilegal, pues, como recoge el art. 20.5 de la Constitución Española, “Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial”, y hasta el momento no me consta que se haya presentado demanda alguna para solicitar el secuestro del libro, y menos aún que haya sido admitida por ningún juez.

La editorial fue demandada judicialmente y han tenido que apoquinar por ello tanto el nuevo como el antiguo editor Javier Ruiz Portella. El que la hace la paga, y no se puede tolerar que algunos editores se dediquen a hacer de censores en nombre de las ideologías de moda saltándose la ley e incumpliendo los contratos de edición, o que vendan los contratos de edición a unos delincuentes insolventes, pongamos por caso, y que luego digan “vaya usted a reclamar a tales”, desentendiéndose de los incumplimientos. Desafortunadamente, el editor y bravo escritor Ruiz Portella, quien tanto ha hecho en la lucha contra la lacra de la dictadura progre que nos asola, no ha entendido el espíritu de las leyes, el pacto social por el que todo ciudadano se compromete a seguir unas reglas consensuadas, y se ha quedado en el resentimiento mascullando expresiones tales como “rata de tribunales”.

Hoy, en estos tiempos en que ni siquiera hace falta salir de la oficina para buscar la noticia y basta con navegar por la red para ello, el periodismo-basura está en auge, compitiendo en chabacanería con las propias redes sociales

De nada ha servido mi gesto amistoso con un donativo de una parte substancial del dinero obtenido en la demanda a su periódico digital elmanifiesto.com, medio que tiene mucho en común en sus fines con el presente disidentia.com. Ruiz Portella ha correspondido a mi generoso gesto eliminando en su periódico todos mis artículos o aquellos que me mencionan, o bien usurpando la autoría de algún otro con tal de eliminar mi nombre de tal. No ha entendido el espíritu de las leyes, el mismo que nos permite enviar a la cárcel a los golpistas catalanes por incumplir la ley y poner algo de orden en este país ante las avalanchas de justicieros populistas que creen obedecer al mandato popular feminista, independentista o lo que sea. Una pena que quienes deberíamos estar unidos por compartir muchas ideas críticas no nos pongamos de acuerdo en algo tan básico. Rectificar y reconocer los errores cometidos es de sabios. Empeñarse a base de bravuconadas en tener razón ante un flagrante e incontestable incumplimiento de contrato es torpe.

El libro de Voluntad será republicado próximamente en tres volúmenes con la Editorial EAS, estando el primer volumen ya a la venta. La obra, Voluntad, no es un tratado sobre la cuestión del género exclusivamente, aunque sí se atreve a opinar fuera de lo políticamente correcto sobre el tema en algunas partes, citando para ello a multitud de pensadores clásicos que han opinado sobre las mujeres: Rousseau, Schopenhauer, Nietzsche, Freud,… Habla mal de las mujeres ordinarias, sí, como también habla mal de los hombres ordinarios. Hay cierta virulencia en sus exhortaciones, propio del estilo apasionado de una filosofía irracional. Es un libro de filosofía salvaje, indómita, que cuestiona todos los valores de nuestra sociedad, sumergiéndonos en un nihilismo, pero que busca con esperanza la verdad, la belleza y la bondad a pesar de todo.

Pretender sacar de tan compleja y extensa obra una conclusión general de si es feminista o antifeminista/machista/misógina es propio de personas ineptas para un comentario de texto, que todo lo ven blanco o negro. Y convertir eso en una noticia de prensa es propio del circo al que nos tienen acostumbrados los medios. Sabido es que el periodismo no se nutre de las mentes intelectualmente más lúcidas, pues todo lo tocan superficialmente y con rapidez, lo que no permite profundizar en nada. Hoy, en estos tiempos en que ni siquiera hace falta salir de la oficina para buscar la noticia y basta con navegar por la red para ello, el periodismo-basura está en auge, compitiendo en chabacanería con las propias redes sociales.

NOTA: Versión ampliada y actualizada del artículo publicado el 13-9-2017 en elazogue.com, medio digital ahora desaparecido tras la defunción de su artífice.

Foto: Slim Emcee (UG) the poet Truth_From_Africa_Photography


Por favor, lee esto

Disidentia es un medio totalmente orientado al público, un espacio de libertad de opinión, análisis y debate donde los dogmas no existen, tampoco las imposiciones políticamente correctas. Garantizar esta libertad de pensamiento depende de ti, querido lector. Sólo tú, mediante el pequeño mecenazgo, puedes salvaguardar esa libertad para que en el panorama informativo existan medios nuevos, distintos, disidentes, como Disidentia, que abran el debate y promuevan una agenda de verdadero interés público. 

Apoya a Disidentia, haz clic aquí

Artículo anteriorGreenwashing. O cómo nos toman por tontos
Artículo siguienteLa sociedad Teletubbie
Martín López Corredoira
Martín López Corredoira (Lugo, 1970). Soy Dr. en Cc. Físicas (1997, Univ. La Laguna) y Dr. en Filosofía (2003, Univ. Sevilla) y actualmente investigador titular en el Instituto de Astrofísica de Canarias. En filosofía me intereso más bien por los pensadores clásicos, faros de la humanidad en una época oscura. Como científico profesional, me obstino en analizar las cuestiones con rigor metodológico y observar con objetividad. En mis reflexiones sociológicas, me considero un librepensador, sin adscripción alguna a ideología política de ningún color, intentando buscar la verdad sin restricciones, aunque ofenda.