El gobierno no soluciona problemas; los subsidia es una de mis frases favoritas de Ronald Reagan. La he citado muchas veces y por eso me resisto a reconocer que se ha quedado obsoleta. El gobierno ya no subsidia los problemas, los explota. Pone su red clientelar a pastar a su alrededor pese a no tener nada que ver con el asunto a resolver sin que nadie proteste por ello.

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Muchos venimos de una época donde el gobierno de turno mantenía subsidiados la minería española para evitar conflictos sociales en dos provincias deprimidas. No se resolvía el problema de fondo, y las provincias se seguían deprimiendo, pero al menos el dinero iba principalmente a los que protestaban. El político ganaba paz social, y un reducido número de personas vivían bien durante unos años a costa de la mayoría. Ese era el statu quo.

La despoblación en España es un fenómeno complejo. Que es la forma políticamente correcta de decir que probablemente no tenga solución cuando de poblaciones pequeñas se trata

Pero algo ha cambiado en nuestro mundo desde hace unos años. El dinero ya no se dirige a los grupos locales que amenazan con romper la paz social. Una nueva especie de rapiñador, mucho más sofisticada, ha emergido como el superdepredador del ecosistema político: el capturador de rentas resiliente, inclusivo y sostenible.

Como ejemplo, tenemos las 130 medidas frente el reto demográfico. Al parecer la España vaciada va a ser rellenada gracias a medidas como estas:

  • Plan de Incentivos a la instalación de puntos de recarga, a la adquisición de vehículos eléctricos y de pila de combustible y a la innovación en electromovilidad, recarga e hidrógeno verde
  • Programa de impulso a la movilidad eficiente y sostenible
  • Digitalización de la relación con la Administración Tributaria
  • Conectividad territorial innovadora
  • Proyecto tractor de Territorios inteligentes
  • Impulsar el uso de la compra pública de innovación
  • Investigación sobre el reto demográfico
  • Instaurar la “Capitalidad Española de la Economía Social”
  • Plan de Desarrollo de Producto Turístico Sostenible
  • Plan de Fomento de la Economía Circular en el turismo
  • Plan de Transformación Digital de Empresas de la cadena de valor turística a través de la Inteligencia Artificial y otras tecnologías habilitadoras
  • Impulso a las actuaciones de conciliación y corresponsabilidad en el medio rural 2021-2024
  • Apoyo al emprendimiento de las mujeres para lograr el empoderamiento y la igualdad de género en el ámbito rural
  • Garantía de recursos asistenciales y de apoyo a las víctimas de violencia contra las mujeres en el ámbito rural
  • Incremento de la presencia de mujeres en los ámbitos de toma de decisiones de las cooperativas agroalimentarias
  • Programa para la sostenibilidad medioambiental de la industria electrointensiva
  • Plan de apoyo a la implementación de la normativa de residuos y fomento de la economía circular en el ámbito de la empresa
  • Mejora de las infraestructuras de la Policía Nacional en provincias con menor densidad demográfica
  • Semana Europea del Deporte a las zonas más despobladas del territorio
  • Creación de una Red de pequeños municipios y áreas en riesgo demográfico por la Igualdad de trato, la inclusión y la Diversidad
  • Campaña audiovisual para visibilizar y fomentar el compromiso de la Economía Social con la España despoblada
  • Plan de ayudas para salas de exhibición independientes
  • Programa de ayudas a librerías
  • Informes de impacto de género, infancia aplicados al Reto Demográfico
  • Impulso de la Agenda 2030 a nivel local

Como se puede ver, nada de esto (y hay muchas más en la misma línea) tienen nada que ver con el problema que supuestamente se intenta resolver. La mezcla de los sospechosos habituales en captar rentas públicas (igualdad, ecologismo y agenda 2030 en general) con las iniciativas de gasto que los distintos ministros no sabían dónde colocar (¡comisarías de la Policía Nacional!) es dantesca. Si le sumamos el lenguaje de consultor pasado de vueltas ya se hace insoportable de leer.

Pero lo curioso de todo no es el documento. Cosas peores salen de los distintos gobiernos todos los días. Lo que llena de asombro es que las diferentes organizaciones y cuentas en redes sociales que denuncian constantemente la despoblación del mundo rural no solo no se han indignado ante semejante mezcolanza de medidas absurdas, sino todo lo contrario. ¡Las abrazan con satisfacción!

Aquí se aplican otras dos realidades plasmadas magistralmente por Upton Sinclair y Robert Conquest. El primero avisó que es difícil hacer que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda. Y el segundo nos aclaró que toda organización que no sea explícitamente de derechas antes o después acabará proviniendo de la agenda de la izquierda.

La despoblación en España es un fenómeno complejo. Que es la forma políticamente correcta de decir que probablemente no tenga solución cuando de poblaciones pequeñas se trata. Pero a diferencia de otros problemas en explotación mercantil política, este sí tiene votantes que están sufriendo las consecuencias del mismo.

Hasta ahora, gracias a la capacidad de la izquierda de monopolizar cualquier movimiento social transversal, el gobierno se puede partir de risa a su costa con documentos como el que muestro. ¿Pero cuánto puede durar esta situación?

Todo depende de si hay alguien en la derecha política que vea el filón que ha dejado libre la actual izquierda y lo intente aprovechar, ya sea volviendo al subsidio del problema, o (menos probable) liderando algún plan más realista que se base en aceptar sin complejos el progreso económico de las ciudades y megaciudades, pero salvando del rodillo burócrata, animalista e intelectual urbanita a un mundo rural que es tremendamente necesario para reducir la cada vez mayor fragilidad de la sociedad actual.

Fernando Parrilla, ingeniero informático y consultor.

Foto: Spencer Davis.

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Publicado originalmente en el Instituto Juan de Mariana.

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