En sectores cada vez más amplios de la sociedad occidental y sobre todo en las instituciones de la Unión Europea, hay una hostilidad abierta en relación con el crecimiento económico. Se ha impuesto el temor de que tanto nosotros como nuestro planeta estemos condenados al desastre a no ser que seamos capaces de frenar el crecimiento, a no ser que reduzcamos nuestra utilización de los combustibles fósiles y la extracción de recursos. En línea con esta pretensión, se nos asegura que el decrecimiento no es incompatible con el bienestar y que apenas sentiremos sus efectos. Pero no es cierto. El plan del decrecimiento tendrá consecuencias desastrosas. Lo saben y sin embargo siguen adelante, ¿por qué?
Con Velarde Daoiz, ingeniero, gerente de empresa y analista, y Javier Benegas, editor de Disidentia.
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