Licenciado en Historia e Historia Contemporánea en la Universidad de París, Fabrice Leggeri es un alto funcionario, político y diplomático francés que ha desarrollado gran parte de su carrera en el Ministerio del Interior, siendo subprefecto en las regiones francesas de Alta Normandía y Châteaulin. Entre 2013 y 2014 dirigió la división de lucha contra la inmigración irregular del Ministerio del Interior francés y fue director de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) de la Unión Europea entre 2015 y 2022, año en el que dimitió después de tres años de continuos enfrentamientos con la Comisión Europea. Fabrice Leggeri es el candidato número tres de Rassemblement National para las próximas elecciones europeas.

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¿Cuáles fueron sus motivos para abandonar Frontex?

La razón por la que abandoné en abril de 2022 fue porque las autoridades francesas me pidieron que dimitiera debido a que, desde febrero de ese mismo año, la OLAF (Oficina Europea de Lucha contra el Fraude) había recomendado que se aplicara un “procedimiento disciplinario en mi contra” y porque no querían enfrentarse con Von der Leyen y la comisaria Johansson. El mensaje que recibí fue que “nadie en Francia quería salvar al soldado Leggeri”.

Cuando Ylva Johansson fue designada comisaria de Interior a finales de 2019, vi claramente la diferencia con su predecesor, el griego Dimitris Avramopouluos, y también la diferencia entre la comisión de Juncker y la de von der Leyen. Johansson, es una política sueca socialdemócrata que, en mi opinión, es una radical de izquierda. La primera vez que la conocí, en octubre de 2019, Frontex se estaba preparando para dotarse de armas cortas y uniformes por mandato de los legisladores europeos. Cuando le explique que necesitábamos más tiempo para conseguir nuestro objetivo por los problemas legales respecto a las armas y los uniformes, me interrumpió y me dijo textualmente: “No se preocupe. No necesitan armas y uniformes porque los migrantes vienen en busca de amor. Europa es un continente envejecido, así que, tanto si le gusta como si no, su trabajo es dar la bienvenida a los migrantes”.

La primera parte del viaje es organizada por las mafias de tráfico de personas; la segunda por parte de las ONG para cruzar el mar; y la tercera parte corre a cargo de los Estados que tendrán que ubicar a los inmigrantes en sus pueblos y ciudades

¿Qué pensó en ese momento?

Me di cuenta de que la situación sólo podía empeorar y de la enorme brecha política entre la Comisión y yo; mi concepto de la misión era establecer una autoridad encargada de hacer cumplir la ley para ayudar a las autoridades de los Estados nacionales a proteger su frontera, no ser una ONG ni una agencia humanitaria.

Y, efectivamente, la situación empeoró en 2020, en el contexto del Covid, a raíz de las tensiones en la frontera greco-turca. Erdogan envío a miles de inmigrantes hacia Europa y Frontex fue desplegada para ayudar a las autoridades griegas. En las semanas y meses siguientes hubo muchos enfrentamientos con los guardacostas turcos e incluso disparos en la frontera terrestre desde la zona turca, y la respuesta de Bruselas fue siempre políticamente correcta, pero sin ofrecer apoyo político real. Al mismo tiempo, aumentó cada vez más la presencia de ONG que denunciaban a diario, como también hacía la comisaria Johansson, las devoluciones de inmigrantes. En octubre, el diario alemán “Der Spiegel” publicó varios videos, en mi opinión falsos, proporcionados por los guardacostas turcos. Supuestamente era un trabajo de periodismo de investigación, pero, de hecho, si se mira con atención la situación el escenario fue proporcionado por la Open Society de George Soros. Desde ese momento, sufrí un ataque mediático y político continuo hasta que dimití, y creo que no esperaban que resistiese tanto.

¿Aquí empiezan las investigaciones en su contra?

Sí, el 10 de noviembre la junta directiva inició una investigación y en febrero de 2021 determinó que no había ninguna prueba de las alegaciones contra Frontex, aunque señaló que era necesario mejorar el flujo de información. Al mismo tiempo, la OLAF inició el 11 de noviembre una investigación, y tres semanas después se presentaron en mi oficina para recoger toda la información de mis seis años al frente de la Agencia por las “violaciones de los derechos fundamentales de los migrantes” y las “devoluciones”. Esto no está en las competencias de la OLAF, así que añadieron “mal comportamiento y mala gestión”. El Parlamento Europeo también se sumó a la investigación a principios de 2021 y su conclusión, en julio, fue exactamente la misma que la de la junta directiva, Sin embargo, la declaración final estaba llena de comentarios políticos sobre “vulneración de derechos”, “mala educación”, o “poca disposición a dotar de recursos a la oficina de derechos fundamentales”. Una sarta de mentiras, teniendo en cuenta que multiplique por cinco el presupuesto de la oficina de derechos fundamentales, pero lo importante era que, de nuevo, no había ninguna prueba de las alegaciones contra Frontex.

¿Qué sucedió con la investigación de la OLAF?

La OLAF siguió su investigación presionándome a mí y a distintos miembros de mi personal. Para que se haga una idea, fui escuchado por los investigadores el 21 julio desde las 9 de la mañana hasta las 3 de la madrugada; me propusieron seguir el día siguiente, pero les contesté que me gustaba terminar el trabajo una vez que lo había empezado. La OLAF emitió su primer informe en febrero de 2022, explicando que tenían tanta información que tenían que dividir la investigación en tres, y pidiendo que se me iniciara un “expediente disciplinario”. Los socialistas, la izquierda y los verdes ganaron las elecciones en Alemania, y me retiraron su apoyo como también hizo el gobierno francés, y además la Comisión también quería echarme. Esto fue lo que condujo a mi dimisión de Frontex.

Hubo un caso particular que fue la crisis fronteriza con Bielorrusia. ¿Qué papel tuvo Frontex en este caso?

No desplegamos Frontex en Polonia, pero sí en Lituania. Junto a nuestros agentes, también se desplegaron los monitores de derechos fundamentales, que son parte de Frontex, pero actúan de forma independiente. Estos monitores recomendaron que se trasladase a todos los inmigrantes de la frontera a Lituania y Polonia, les di las gracias por su recomendación, pero les dije que no lo haría. Luego denunciaron que las medidas adoptadas por el gobierno lituano no eran compatibles con los tratados y “valores” europeos porque impedían que los inmigrantes cruzasen la frontera entre los pasos fronterizos, algo prohibido expresamente en Schengen, y después acudieron a quejarse a los medios de comunicación. Los monitores se comportaron como activistas políticos de las ONG. Después de ver lo que había sucedido en Lituania, hablé con el gobierno polaco, que no deseaba tener a las ONG en su frontera, para que no pidiera el apoyo de Frontex.

Estuvo en la frontera polaca, ¿cuál fue su impresión?

Sí, no informé previamente a la Comisión y visité la frontera con las autoridades polacas. Vi el buen trabajo que estaban haciendo allí, con las vallas, los soldados y todo lo necesario para defender una frontera. Después di varias entrevistas en las que señalé que estaba impresionado por el buen trabajo realizado por los polacos y que no necesitaban a Frontex porque se bastaban solos. La Comisión estaba muy enfadada y Johansson quería desplegar Frontex en Polonia, pero le respondí negativamente. Las imágenes de la policía antidisturbios, de los enfrentamientos y del uso de gas lacrimógeno mostraban que se trataba de una situación excepcional fuera del papel de Frontex y, además, señalé mi preocupación porque se estuviesen violando derechos fundamentales, lo que, en línea con el artículo 46 del reglamento de Frontex, impedía lanzar una operación allí. No hace falta decir que esto frustró mucho a la Comisión y a las ONG.

La mentalidad buenista de Johansson es compartida por muchos políticos, pero también hay una cantidad enorme de dinero en todo lo relacionado con la inmigración. ¿Qué cree que hay realmente detrás de todo este buenismo?   

De hecho, hay personas en las ONG que honestamente quieren ayudar, idealistas ingenuos que no se dan cuenta de que están ayudando a actividades criminales; otros simplemente odian a Occidente y quieren llenar Europa de personas de todo el mundo; y también están los que en Francia denominamos islamo-izquierdistas y que quieren traer a Europa grandes masas de población musulmana. Para mí es un misterio porqué tantos miembros de estas ONG, que son europeos, odian tanto la civilización europea. No lo puedo entender.

También es evidente que hay una enorme cantidad de dinero en juego. Las redes criminales establecidas en el norte de África tienen gente en Europa y, de hecho, las actividades de las ONG ayudan a estas redes criminales. En 2017, el ministro de Interior italiano, Marco Minniti, nos pidió ayuda para identificar los lazos entre algunas ONG y los traficantes de personas en Libia. Usando el avión de Frontex, encontramos unos patrones que compartimos con las autoridades italianas y que provocaron varias detenciones. Lo que pudimos documentar es que existía una coordinación entre algunas ONG y los traficantes. Estas ONG anunciaban dónde y cuándo se encontrarían en un lugar determinado y esta información era compartida con los contrabandistas. Este es su modus operandi.

Ha saltado a la política y se presenta a las elecciones europeas con Rassemblement National. ¿Por qué ha dado ese paso?

Porque he sido testigo de lo que ha hecho la Comisión, con Johansson y con Von der Leyen. Si volvía a mi antiguo puesto de funcionario público, tenía claro que tendría que permanecer en silencio y obedecer. Por el contrario, si quería combatir, reforzar nuestras fronteras, abrir los ojos de los ciudadanos y también de nuestros gobiernos, tenía que entrar en política. Me planteé también empezar un nuevo camino, hacer algo completamente diferente y fundar mi propia empresa, pero he estado toda mi vida sirviendo el interés público, he visto muchas cosas y puedo ayudar a los partidos políticos a luchar por la justicia, por nuestros ciudadanos, nuestras sociedades y nuestras naciones. Así que me decidí por la política.

En 2022 empecé a mantener reuniones con Rassemblement National. Marine Le Pen y Jordan Bardella querían entender qué me había pasado y eran conscientes de que yo había sido atacado política y mediáticamente porque quería cumplir mi misión con Frontex y proteger las fronteras. Así que me pidieron ayuda para entender qué estaba pasando y establecimos una colaboración que finalmente me ha llevado a las listas europeas.

Usted conoce las entrañas de la bestia, lo que pasa en Bruselas, y esto es importante porque para muchos lo que sucede en la Comisión resulta incomprensible.      

Le Pen y Bardella me dijeron que lo que les había contado era algo tan grave y tan malo que ni siquiera podrían haberlo imaginado. Cuando estás fuera, cuando no estás dentro del sistema, no puedes ni imaginar lo que pasa dentro, y por eso la política es el modo de continuar mi misión, de seguir sirviendo el interés público por Francia y por los demás países europeos. Indirectamente, los ciudadanos de otros países europeos que ven con preocupación la inmigración, las ONG, la Comisión, las fronteras abiertas, la pérdida de identidad o incluso el reemplazo de la población europea, pueden beneficiarse de mi presencia en el Parlamento Europeo.

¿Cómo debe Europa afrontar el problema de la inmigración ilegal?

Hay que sacar la política del control de las fronteras. Hay que combatir la falsa narrativa diseminada por las ONG y la Comisión que dice que es imposible controlar las fronteras e intenta convencer a la gente de que es inmoral rechazar a personas pobres que sólo quieren una vida mejor. Algunas personas compran esta narrativa y otras aceptan que se deje pasar a un número determinado de inmigrantes, pero el problema es que el flujo no para y es cada vez mayor. La idea, defendida incluso por el nuevo director de Frontex, es que no hay río o mar capaz de detener la marea migratoria, que las fronteras son inútiles y que lo único que se puede hacer es contar el número de inmigrantes e intentar registrarlos.

Como siempre he defendido, es legal defender la frontera. También es posible interceptar las embarcaciones en el mar, determinar si un ilegal es un menor o no, expulsar a los que no cumplen los requisitos para pedir asilo, etc. Si uno examina el pacto migratorio, el acuerdo da por hecho que nada impedirá que los inmigrantes llegarán físicamente a Europa, luego solicitarán asilo y después serán repartidos entre los distintos países europeos. Es decir, la primera parte del viaje es organizada por las mafias de tráfico de personas; la segunda por parte de las ONG para cruzar el mar; y la tercera parte corre a cargo de los Estados que tendrán que ubicar a los inmigrantes en sus pueblos y ciudades.

Mi opinión, que es también la de Rassemblement National, y mi conclusión personal como exdirector de Frontex es que, en lugar del pacto migratorio, debe aplicarse una norma a nivel de la UE para que las personas que quieran pedir asilo puedan hacerlo en el consulado de los países de la UE en terceros países, no en Europa. Incluso abriendo la posibilidad de crear centros de solicitantes de asilo en esos países en los que puedan participar representes de Frontex y de los Estados miembros. Si la persona no es un refugiado, entonces no puede venir. Del mismo modo, los interceptados en el mar deben ser devueltos al país de partida y allí deben solicitar asilo. El mensaje debe quedar muy claro: No aceptamos las entradas ilegales.

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