Es una opinión generalizada que la reciente moción de censura planteada por VOX se ha convertido en una suerte de catarsis para la derecha española. La catarsis hace referencia en su etimología griega al proceso de purificación de las pasiones. Una experiencia que según Aristóteles nos dice en su Poética experimentan los espectadores de la tragedia. En la tragedia el espectador ve proyectados en la ficción los sentimientos de miedo y de piedad que experimenta en su cotidianeidad. Al ver en otros, los intérpretes de la tragedia, las nefastas consecuencias que tiene una vida que se conduce según las pasiones más bajas, los espectadores logran liberarse del nefasto influjo de las mismas en sus vidas.

Publicidad

Según la interpretación mediática dominante el famoso discurso de Pablo Casado en la moción de censura habría tenido un efecto catárquico en el votante medio del centro derecha español. A través de la identificación del votante con el retrato tremendista, caricaturesco y simplista de la propuesta voxiana, el antiguo votante del PP, hoy cercano a las posiciones anti-sistema, anti-europeas y ultra conservadoras voxianas, recuperaría su antigua cordura y en próximas citas electorales volvería a la casa única del derecho derecha, una suerte de casa del ser del centrismo en términos heideggerianos.

Aunque ha transcurrido más de un siglo desde que escribiera Mills poco o nada han variado las amenazas reales contra la libertad. Hoy también vivimos la afirmación totalitaria de un moralismo basado en la corrección política y una generalización de una visión colectivista del mundo. Hoy también la afirmación de la individualidad, la espontaneidad o el mérito personal son vistos con recelo

De esta forma se terminaría la maldición bíblica de la fragmentación del voto liberal conservador que condena a todos los españoles a vivir esta pesadilla sociocomunista. Por otro lado aquellos comentaristas de la política más instruidos y versados en la esencia del liberalismo afirman de una manera categórica que, mediante la firme defensa de los principios liberales, el PP de Casado ha roto cualquier puente con la derecha iliberal y populista representada con VOX. Gracias a este famoso parlamento de Casado, que los corifeos mediáticos del país comparan casi con la Oración funeral de Pericles o el discurso de Lincoln después de la batalla de Gettysburg, el liberalismo vuelve con pujanza a España.

El propósito de este artículo no es otro que el de contradecir la visión expuesta con anterioridad. Lejos de constituir una vuelta al liberalismo, el discurso de Pablo Casado fue netamente más antiliberal que las propuestas más extremas de VOX. Para ello me voy a basar en un célebre autor liberal, como John Stuart Mill que hace una serie de interesantes consideraciones en el capítulo III de su obra de 1859  Sobre la libertad. Les propongo como lectores que realicen un experimento mental, de esos que son tan del agrado de la corriente analítica de la filosofía. Después de leer las reflexiones que voy a hacer en relación a las consideraciones de Mill sobre los verdaderos peligros que afronta la libertad en la contemporaneidad, imaginen por un momento que Mill fuera el diputado que salió a defender la moción de censura contra el gobierno actual. Les pido que valoren, con la mayor objetividad que puedan, si creen realmente que el actual PP representa algunas de las ideas que tan brillantemente expone Mill en dicho capítulo.

Mi elección de Mill como personificación del liberalismo no es gratuita. No se trata de un autor que despierte en mí un gran entusiasmo. Creo que en su biografía personal se atisban muchas de las contradicciones y vacilaciones de pensamiento que son achacables a buena parte de esa corriente liberal que se autodenomina progresista o socio-liberalismo. Lo escojo fundamentalmente por ser un autor de cabecera de muchos de los firmes defensores del llamado centrismo político. Estoy pensado en un personaje como José María Lasalle o en un Javier Zarzalejos quien desde FAES viene defendiendo la necesidad del giro al centro del PP y la reunificación del centro de derecha sobre dichas premisas.

Para ilustrar la glosa al texto de Mill es conveniente contextualizarlo a fin de que no se nos acuse de buscar analogías extemporáneas. La analogía exige, según vieron los escolásticos, una relación de semejanza metafórica o real entre los objetos de la misma. Desde mi criterio dicha relación de semejanza existe. Mill escribe su famoso ensayo Sobre la libertad en un momento en que la libertad no está  amenazada por la existencia de constricciones legales al ejercicio de la misma sino fundamentalmente por la generalización en la sociedad de una corriente de opinión contraria a la divergencia, a la espontaneidad individual y a la afirmación de la propia racionalidad frente a la tiranía acrítica e irreflexiva de la masa. Esta amenaza contra la libertad de pensamiento y contra el derecho a exponer criterios alejados de los comúnmente admitidos provenía en tiempos de Mill de dos corrientes de pensamiento: el puritanismo moral victoriano, que pretendía imponer a toda la sociedad unos estándares morales universales que en realidad escondían las preferencias hipócritas de ciertos sectores sociales y religiosos, y el auge creciente de las ideas colectivistas de corte marxista, que tienden a entender la historia como una lucha dialéctica entre colectivos opuestos y que no dejan resquicio a la afirmación de la individualidad.

Aunque ha transcurrido más de un siglo desde que escribiera Mills poco o nada han variado las amenazas reales contra la libertad. Hoy también vivimos la afirmación totalitaria de un moralismo basado en la corrección política y una generalización de una visión colectivista del mundo. Hoy también la afirmación de la individualidad, la espontaneidad o el mérito personal son vistos con recelo. Se las presenta como amenazas  a un valor puramente formal, la igualdad, el cual  se presenta como el único valor de carácter sustantivo socialmente deseable.

Según Mills esta visión descansa en una visión negativa sobre la naturaleza humana cuyo origen Mills sitúa en el calvinismo. “Puesto que la naturaleza humana está corrompida no hay redención posible hasta que la naturaleza humana sea aniquilada dentro de él”. Esta visión de base gnóstica sobre el ser humano una vez que se seculariza da lugar al nacimiento de la llamada ingeniería social. Para Mill el ingeniero social piensa que sólo “degradando hasta la uniformidad todo lo que es individual en los hombres” se pude alcanzar el progreso en la sociedad. Por el contrario Mill, basándose en las ideas de Von Humboldt,  cree que sin libertad no puede haber progreso alguno en la sociedad. La derecha centrista, que reivindica con tanto ahínco la preocupación social del tardío Mill o su sensibilidad para con las cuestiones de género, obvia en cambio su enseñanza más valiosa: sin libertad no puede haber realmente progreso.

Precisamente la izquierda, que dice hacer del progreso social su leitmotiv, es la ideología menos progresista de todas en la medida en que impide, con su igualitarismo forzado y su búsqueda de la exaltación de la mediocridad, el desarrollo del progreso social. Difícilmente puede ser liberal un partido, el PP, que considera que la lucha por la libertad, la defensa del derecho a disentir de los dogmas acríticamente instalados en la sociedad o la responsabilidad individual son peores alternativas para buscar el progreso social que la búsqueda de la uniformidad a través de los mecanismos de la ingeniería social. La corrección política que obliga a aceptar acríticamente cualquier tesis, por irracional que ésta sea, sobre la base del derecho a no ofender sentimientos o creencias no puede aceptarse bajo el pretexto de que dichas creencias se basan en consensos socialmente aceptados. El consenso, como bien pone de manifiesto Mill, no se puede imponer acríticamente, ni es un valor deseable en sí mismo. El consenso, si es fruto de una racionalidad compartida, es puramente instrumental.

Tampoco puede ser liberar un PP que cree que el problema del estancamiento de una sociedad, con su consiguiente empobrecimiento moral y económico, es una cuestión exclusivamente de gestión. Ciertamente en España se padece uno de los peores gobiernos de la historia. Incluso aun cuando se cambiase dicho gobierno la situación no mejoraría sustancialmente pues la causa última de los males que asolan a nuestro país tiene mucho más que ver con el modelo de sociedad que tenemos que con la individualidad de nuestros gobernantes. La mentalidad de rebaño, el abandono de la idea de la responsabilidad personal, la falta de conciencia crítica o la infantilización de la sociedad son mucho peor que todos los desmanes juntos atribuibles a este gobierno de ineptos. Un gobierno que nace de una sociedad que ha permitido en último término que la engañen.

VOX quizás yerre en sus recetas, quizás pueda caer en la tentación de intentar sustituir una uniformidad social (la progre) por otro tipo de uniformidad más conservadora (de momento no parece ser el caso), pero no yerra en parte del diagnóstico acerca de las amenazas que para la libertad representa el globalismo uniformizador, la ideología de género, la destrucción de la educación o la generalización de un modelo capitalista que ya no produce bienestar sino dogmas morales. Tampoco yerra en mantener una perspectiva crítica sobre el proceso de construcción europea. Mill ya se percató a mediados del siglo XIX de que la singularidad que hizo de Europa la región más próspera del mundo fue precisamente la de abandonar la tentación uniformadora, que hoy representa este modelo de Unión Europea. En sus propias palabras nos dice «¿qué es lo que ha hecho que la familia de naciones europeas progrese, en lugar de mantenerse estacionaria?. No algún tipo de excelencia superior….sino su extraordinaria diversidad de carácter y cultura. Los individuos, las clases y las naciones han sido extraordinariamente diversas entre sí».

El gran problema de la derecha española no es tanto el de su fragmentación electoral cuanto el de la falta de políticos capaces de exponer con valentía algunas de las geniales intuiciones que Mill ya expusiera hace más de un siglo.

Foto: Partido Popular de Galicia


Por favor, lee esto

Disidentia es un medio totalmente orientado al público, un espacio de libertad de opinión, análisis y debate donde los dogmas no existen, tampoco las imposiciones políticamente correctas. Garantizar esta libertad de pensamiento depende de ti, querido lector. Sólo tú, mediante el pequeño mecenazgo, puedes salvaguardar esa libertad para que en el panorama informativo existan medios nuevos, distintos, disidentes, como Disidentia, que abran el debate y promuevan una agenda de verdadero interés público.

Apoya a Disidentia, haz clic aquí