“La naturaleza está enfadada y te devuelve el golpe”. Esta es una de las afirmaciones que Antonio Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, ha hecho recientemente en una entrevista. Con ella dota a la Naturaleza de entidad, voluntad y conciencia. Un ser que se rige por las emociones humanas: si le golpeas devuelve el golpe.

Esta forma de retratar a la naturaleza no es casual; tampoco significa que Guterres tenga una mentalidad infantil. Es una interpretación adulta y consciente. La ONU está en zafarrancho de combate con la «emergencia climática». Y Guterres es un político curtido, sabe a quién se dirige, a quien habla. Trata de cautivar a la masa, de engatusarla. Una metáfora infantil es mucho más afectiva que la árida y compleja realidad que, además, puede resultar contradictoria. Si quieres convencer, debes explicar; pero si lo que quieres es vencer, debes simplificar.

Usar el antropomorfismo para dotar a la naturaleza de rasgos y emociones humanas, pero otorgándola un poder superior, combina elementos muy sugestivos: la venganza y el poder de destrucción. La divinidad de un dios al albur de emociones humanas no emana de una racionalidad superior, sino de la ira y su violencia. Es, por tanto, un dios al que conviene temer. Pero ¿cómo se apacigua a un dios así? Sólo hay una forma, mediante ofrendas y sacrificios………………………………[CONTENIDO EXCLUSIVO MECENAS]