Julien Langella fue cofundador del movimiento “Generation Identitaire” y actualmente es vicepresidente de la asociación Academia Christiana. Langella es escritor y autor de Católicos e Identitarios: De la protesta a la reconquista y Rehacer un pueblo: Por un populismo radical.

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Academia Christiana acaba de cumplir diez años. ¿Qué valoración hace de lo conseguido hasta ahora?

Julien Langella.

Normalmente nos preguntan cuál ha sido nuestra principal victoria, y después de diez años nuestra mayor victoria es que seguimos existiendo y que hemos crecido más allá de lo que esperábamos. No sólo en número, sino también porque hemos cruzado las barreras que dividen el paisaje conservador en Francia. En nuestras primeras universidades de verano contábamos con unos cuarenta asistentes, ahora acuden más de trescientos y en nuestras últimas jornadas abiertas asistieron más de 500. En un plano sociopolítico hemos logrado unir a personas procedentes de la burguesía con una militancia procedente de la clase trabajadora, y hemos roto esa barrera social entre ambos grupos. Y también hemos conseguido que muchos jóvenes franceses, personas de buena voluntad que no eran católicas, se acerquen a la fe o que al menos se empiecen a hacer preguntas, y eso es lo que nos pide la Iglesia, que nos dirijamos a los hombres de buena voluntad.

Academia Christiana tiene un aspecto militante que no existe en muchas organizaciones vinculadas a la fe, grupos que en muchos casos no participan en actividades políticas o sociales y sólo se centran en lo espiritual. ¿Cómo han logrado unir política y espiritualidad?

Hay dos explicaciones: una tradicional y otra más moderna. La tradicional se debe a la situación clásica de Francia. Y es que, desde la contrarrevolución y los sucesos de la Vendée, la defensa del antiguo régimen y de la Iglesia están unidos, van juntos. Y la otra es gracias a una nueva generación -yo tengo 36 años y el presidente Victor Aubert es aún más joven- de nuevos conversos al catolicismo gracias a la tradición y que ha crecido de la mano de una izquierda antiliberal y antimoderna o de la derecha neopagana. Esta generación tiene claro que la verdad esta de su lado y el objetivo principal de Academia Christiana ha sido, desde el principio, llamar a la acción. Desde ese grupo inicial de formación, se ha forjado una comunidad y un movimiento cultural, y también un refugio y un estímulo para los militantes de la derecha radical que sufren una persecución muy fuerte por parte del gobierno. Para los católicos militantes y con ganas de comprometerse, somos al mismo tiempo las catacumbas en las que refugiarse y recobrar fuerzas, y la bandera que se pone al frente de los combatientes. Hacemos política con un sentido noble, reuniendo todas las buenas iniciativas de la derecha política y radical.

Nuestro primer esfuerzo debe ser el de rehacer católicos fuertes, no crear monos sabios sino corazones ardientes, porque sólo ellos pueden hablar a otros corazones ardientes

El mejor ejemplo de esa persecución fue la ilegalización de Generation Identitaire por denunciar la inmigración y la islamización, básicamente por señalar la incapacidad del gobierno francés.

Sí, pero va más allá del odio del sistema por la radicalidad patriota, el medio de la sociedad liberal para mantenerse es tomar un papel de protector que, bajo el pretexto de neutralidad e imparcialidad, mete en el mismo saco a ecoterroristas, izquierdistas, islamistas e identitarios. Ese rol protector elimina todos los radicalismos que se salen de la esfera de los partidos políticos. De la misma manera que los no vacunados no tenían acceso al espacio público, los radicales no tienen acceso al ágora. En Francia esto ha llegado incluso a los movimientos regionales y locales, que también están bajo amenaza de ilegalización. Curiosamente, el responsable de esta política es un ministro del Interior que procede del mundo católico y conservador. De hecho, varios ministros del actual gobierno participaron en el movimiento Manif por Tous que se manifestó contra la parodia del matrimonio homosexual, y digo parodia porque el matrimonio homosexual no existe. No hay que subestimar los esfuerzos de Emmanuel Macron para unir a la burguesía y a todos aquellos a los que les atrae el “orden”.

Antes mencionaba la Vendée. La película francesa “Vencer o Morir”, que narra la lucha de los contrarrevolucionarios, ha sido todo un éxito. ¿Es un buen ejemplo de lo que debe ser la lucha cultural?

Sí, empezó con Puy du Fou, que ha normalizado una parte de la historia de Francia. Puedo ponerle el ejemplo de un vecino, comerciante comunista y de familia comunista, que descubrió la existencia de los contrarrevolucionarios gracias a Puy du Fou. A propósito de “Vencer o Morir”, es una película que va más allá de poder defender el hecho de no ser republicano o de ser católico. No es una película a favor de la libertad religiosa porque, cuando la ves, no puedes ponerte del lado de los republicanos. Lo más interesante es que los principios que se ven en la película son aceptables para la burguesía conservadora, pero luego nadie es capaz de sacarlos de la esfera privada y defenderlos políticamente. Creo que destacar este hecho aporta mucho valor a la película.

¿Cómo es la relación de Academia Christiana con la Iglesia?

Nosotros somos la iglesia militante y la Iglesia es mucho más que su jerarquía, pero nunca hemos sido maltratados por nuestros obispos ni hemos recibido ninguna presión. No obstante, a muchos tradicionalistas no les ha gustado que nos hayamos abierto a gente no católica, algo que para nosotros es una cuestión generacional, ya que hemos tomado la palabra “identitario” como un estandarte y como un punto de encuentro de grupos muy variados. No tenemos queja de la Iglesia, sino de la cobardía y de la tibieza de muchos de nuestros amigos, pero creemos que la tradición está ahora en manos de una generación de jóvenes que constituye un cuerpo sano y vigoroso, y por tanto conquistador, que no tiene que temer convivir con grupos o cuerpos viejos mientras no tenga miedo a la victoria. Tampoco tenemos miedo a colaborar con personas de buena voluntad, como por ejemplo miembros de la Nueva Derecha, siempre que su discurso no sea contrario a la doctrina católica. Nuestra política es no criticar nunca a los que tienen las mismas virtudes que nosotros, valentía y fuerza, y que defienden a los mismos héroes. El Papa Francisco dice que hay que hay que ir a la periferia, bien, nosotros elegimos nuestra periferia.

El cristianismo es la religión más perseguida en el mundo y esto ocurre bajo la absoluta indiferencia de los medios de comunicación y de los estados nominalmente cristianos. ¿Hay que resucitar el cristianismo de Cruzada?

Si, es importante recuperar el espíritu de cruzada que, tomando otra forma, fue también el espíritu de los conquistadores españoles. Muchas veces pienso con qué época histórica o con qué héroe nos podemos identificar. Podemos pensar que estamos en el tiempo de los primeros cristianos, pero ahora el mensaje de la Iglesia no es un mensaje nuevo como lo era entonces. Podemos pensar que llegan los barbaros, pero el Imperio Romano del siglo V era una sociedad cristiana mucho menos decadente. En cambio, pienso más en los conquistadores, porque muchos de nosotros estamos en un ambiente hostil, y especialmente en Hernán Cortes, que supo ser león y zorro al mismo tiempo, con una mano establecía alianzas y con la otra destrozaba los ídolos. Y también ser como él a la hora de ser audaces y, sin romper la tradición, no tener miedo a ser insolentes. Somos rebeldes por fidelidad.

La novela “Sumisión” de Houllebecq presenta una Francia que, ante la falta absoluta de valores, acepta la islamización. ¿Cree que ese escenario podría llegar a ser posible?

No he leído la novela ya que no es un autor muy atractivo para los conservadores franceses, pero respecto a la islamización hay dos estrategias interesantes. Por un lado, prohibir determinadas ropas, que puede ser un pretexto para obligarles a que se vayan, pero en el campo practico esas leyes se han vuelto contra nosotros porque están siendo aplicadas por los laicistas. La segunda estrategia es decir a los musulmanes que tenemos nuestra propia identidad, como ellos tienen la suya, y no estamos destinados a vivir juntos. Eso no significa que haya que unirse a ellos contra los modernistas porque sean monoteístas y universalistas. En mi opinión, el Islam es un falso universalismo que esconde la bandera de la etnia árabe y que no respeta otra cosa que no sea la fuerza y la virilidad. Por eso, nuestro primer esfuerzo debe ser el de rehacer católicos fuertes, no crear monos sabios sino corazones ardientes, porque solo ellos pueden hablar a otros corazones ardientes.

Foto: EV.

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